Nigeria: las raíces de un conflicto con ramificaciones sociales y religiosas
Mons. Ignatius Kaigama, arzobispo de Jos, capital del estado de Plateau, ubicado en el corazón del cinturón central de Nigeria, visitó recientemente la oficina canadiense de Ayuda a Iglesia Necesitada (ACN). Allí conversó con la fundación sobre uno de los principales problemas en su país: los conflictos entre los pastores fulani (nómadas y mayoritariamente musulmanes) y los granjeros (sedentarios y predominantemente cristianos).
Defensor veterano y ferviente de la paz, Mons. Kaigama comparte su conocimiento sobre este conflicto cuya resolución requiere un diálogo hábil y humano, en una búsqueda cada vez mayor del bien común.
ACN: Mons. Kaigama, ¿puede explicarnos qué ha cambiado en este conflicto, que dura desde hace muchos años?
Mons. Kaigama: La cuestión de los pastores [refiriéndose aquí al pastoreo de ganado] —que son principalmente fulani— y la de los granjeros se ha vuelto muy complicada. Los agricultores cultivan sus tierras usando métodos manuales. Cuando los cultivos crecen, se quejan de que las vacas de los fulani vienen a comerlos. Esta situación es muy preocupante para ellos, ya que les priva de sus principales medios de subsistencia y genera fuertes tensiones entre las dos comunidades.
En represalia, los granjeros atacan a las vacas. Para los fulani, las vacas valen más que ninguna otra cosa. Además, si matas a una vaca, si la atacas, los pastores tomarán represalias atacando todo lo que te pertenece. A veces van hasta a quemar casas, matar familias y destruir cultivos. Este es un problema muy serio que vemos especialmente en la parte norte de Nigeria.
En comparación con la situación de hace unos años, ¿ha empeorado?
Los pastores y los agricultores siempre han tenido conflictos, pero no en esta escala. Recientemente, los pastores han desarrollado una especie de nueva audacia para invadir y destruir las cosechas de los agricultores. Lo hacen con tal impetuosidad que los agricultores se ven obligados a reaccionar. En el pasado, había problemas entre los dos grupos, pero no eran tan frecuentes.
¿Hay alguna razón para esta escalada?
Una de las razones podría ser que debido a que el presidente del país, Muhammadu Buhari, es de la etnia fulani, y los pastores piensan que tienen un aliado y, por lo tanto, que pueden hacer lo que quieran y salirse con la suya. De lo contrario, la gente no puede explicar por qué hay un aumento tan repentino en la destrucción.
Incluso el presidente de nuestro país también reconoce que los fulani que conocíamos antes solo portaban palos y machetes para cortar hojas para alimentar a sus animales. Ahora, aquellos que destruyen las cosechas de las personas llevan armas sofisticadas. No sabemos de dónde sacan estas armas; es bastante preocupante porque la gente está siendo asesinada, todo por estos conflictos entre pastores y granjeros.
Usted menciona el hecho de que hay nuevas armas y dice que no sabe de dónde vienen. ¿Tiene alguna idea de dónde vienen?
El presidente Buhari afirma que son un remanente de la «Era de Gadafi» en Libia, que de allí fueron transportadas hasta Nigeria y así es como la gente pudo acapararlas. La gente puede obtener armas ilegalmente si tienen dinero. Los pastores pueden vender vacas y adquirir estas armas sofisticadas. Esto es una realidad porque en los buenos tiempos son de todos modos mucho más ricos que los agricultores. Aunque los agricultores también adquieren tales armas.
Por eso, hay muchos factores combinados: las armas extranjeras que circulan, el hecho de que pueden comprarlas, o que son fabricadas localmente o importadas… En realidad, no sabemos quiénes son los proveedores.
Tristemente, la semana pasada se produjo una nueva ola de violencia en partes del estado de Plateau, su diócesis. Usted ha sido uno de los pioneros del diálogo interreligioso e interétnico en la capital del estado de Plateau, donde fundó el «Centro para el Diálogo, la Reconciliación y la Paz 2011». ¿Qué significa para usted la noticia sobre los asesinatos?
Puedo compartir la historia de los esfuerzos de paz multidimensionales en Nigeria, utilizando nuestro «Centro para el Diálogo, la Reconciliación y la Paz» (DREP) en Jos como ejemplo. El DREP es una iniciativa de la Arquidiócesis de Jos destinada a ofrecer un lugar neutral donde se realiza la reconciliación de las partes agraviadas y también el Centro de Formación Profesional Interreligioso en Bokkos cerca de Barkin Ladi, donde jóvenes musulmanes y cristianos reciben formación profesional durante dos años y se los ayuda a apreciar la cultura civilizada del diálogo en lugar de la confrontación hostil ante el menor sentimiento de provocación. Poco antes de salir de Nigeria, estábamos en reuniones en el Centro DREP en Jos con los grupos étnicos fulani e irigwe para crear estrategias sobre cómo evitar nuevos asesinatos. Incluso nos pusimos de acuerdo para realizar una sesión de oración interreligiosa en agosto.
Escuchar que los asesinatos se reanudaron fue una tremenda sorpresa para mí. Quitar la vida humana de forma tan flagrante y despreciable y la continua destrucción de hogares y medios de subsistencia es una vergüenza para la humanidad y una vergonzosa proyección de una imagen negativa de los nigerianos. Pero incluso en medio de la violencia causada por Boko Haram, los pastores militantes o los «invasores extranjeros» aún por identificar, creo que la paz es muy posible ya que estamos decididos a mantener la cultura de la conducta civilizada y la paz.
¿Cuál es su llamado en este momento tan difícil?
Creo que no se ha hecho lo suficiente para detener los asesinatos de los pastores. Tal vez puede ser por una «agenda oculta» o simplemente por una falta de coraje, determinación, patriotismo y voluntad política. El ganado, por importante que sea, no puede tener un valor superior al de los seres humanos. Eso no significa que las vacas deben ser heridas, robadas o asesinadas. Nuestro presidente debería expresarse clara, categórica y valientemente para explicar a los de su etnia por qué el diálogo es la mejor solución.