En enero de 2017, un fuerte ciclón devastó durante cinco días la región costera del norte de Mozambique. La tormenta tropical trajo consigo lluvias torrenciales y asoló amplias zonas de dos provincias de este país del sureste de África, que de por sí ya es uno de los más pobres del mundo. Miles de casas quedaron destruidas e innumerables personas se quedaron sin techo.
También la Iglesia Católica se vio muy afectada, sobre todo, en la parroquia misionera de Netia-Natete, en la Diócesis de Nacala. Esta parroquia abarca un territorio rural gigantesco cuyos habitantes son muy pobres. Cuenta con 120 filiales con capillas pequeñas y modestas, en las que se reúnen los creyentes para rezar y para la catequesis. 66 de estas capillas fueron destruidas por el ciclón.
El párroco, P. Antonio Gasolina se ha dirigido a nosotros, pues los creyentes de estas filiales están muy tristes por haber perdido el lugar en el que adoraban a Dios y en el que escuchaban la Palabra de Dios. Para ellos, Dios ocupa el primer lugar. Sobre todo en los pueblos más remotos, que son de difícil acceso, los creyentes quieren contar por lo menos con una pequeña capilla donde reunirse. Nosotros queremos contribuir a que al menos se reconstruyan dos de ellas. Los creyentes, que sobreviven de un día al otro, quieren contribuir a las obras de construcción y han prometido pagar a los carpinteros que pongan el tejado. Sin embargo, para conseguir el material de construcción, la parroquia necesita ayuda. Nosotros les hemos prometido 15.000 euros.