Jóvenes de Alepo colaboran en proyectos de ayuda: la caridad dentro de la caridad

[vc_row][vc_column][vc_column_text]El Movimiento de la Juventud Ortodoxa, que ofrece ayuda a 2.200 familias cristianas de la ciudad Siria cada mes, recibe el apoyo de Aid to the Church in Need (ACN)

En un pequeño local frente a la iglesia greco ortodoxa de San Elías, en la mitad norte de Alepo, se encuentran congregados más de 100 jóvenes. Todos visten un polo de color granate con la estampa de un pantocrátor y el símbolo del Movimiento de la Juventud Ortodoxa. La mayor parte de estos chicos son estudiantes universitarios que colaboran como voluntarios. Esta organización sin ánimo de lucro está sosteniendo a unas 2.200 familias cristianas en Alepo que carecen de todo debido a la guerra.

“También ayudamos a 1.700 familias musulmanas. Les proveemos de ropa, alimentos, medicinas, alojamiento para los que han perdido sus casas por las bombas,…” afirma Elias Faraj, un ingeniero civil jubilado que coordina la ayuda. Alepo es la ciudad que más ha sufrido la guerra de Siria. Tras cinco años de combates, y a pesar de que finalmente cesaron los bombardeos el pasado mes de diciembre, sigue sin haber luz eléctrica la mayor parte del tiempo y el suministro de agua es aún escaso. “Nuestro futuro está lleno de nubes, la crisis continuará durante un largo tiempo, me temo”, reconoce Faraj.

Hoy el grupo jóvenes voluntarios recibe la visita del padre Andrzej Halemba, sacerdote y responsable de proyectos en Oriente Medio de la fundación pontificia ACN (Ayuda a la Iglesia Necesitada). Tras las presentaciones y agradecimientos por parte de los responsables, el padre Halemba se dirige con alegría a los jóvenes para animarles en su labor y en su vida cotidiana, “vosotros sois la esperanza de Siria, sois la luz en medio de tanta oscuridad”. La emoción brilla en los ojos de estos chicos y chicas. Al final se levantan y juntos recitan una oración en árabe.

“ACN nos ayudó en 2015 para cubrir un proyecto de reparto de medicamentos. Además está sosteniendo a 700 familias todos los meses con 30.000 euros”, asegura Elias Faraj. “Agradecemos mucho esta ayuda, agradecemos la visita del padre Andrzej, porque nos está dando esperanza y espíritu de continuar aquí. Esta crisis nos ha hecho estar más unidos y colaborar entre las distintas iglesias, porque somos el mismo Cuerpo de Cristo”.

Los jóvenes, responsables y voluntarios, del Movimiento de la Juventud Ortodoxa también han sufrido las consecuencias de la guerra. Pese a ello continúan en su labor de ayudar a los más necesitados. El propio Elias Faraj es un ejemplo de ello. Es responsable del área de ayuda social de la organización desde 2011, cuando estalló la guerra civil en Siria y antes de que el conflicto se extendiera a Alepo. Poco después fue secuestrado durante tres días, hasta que su familia pagó un rescate por él y lograron recuperarlo con vida. Una de sus hermanas recibió un disparo en la pierna mientras iba por la calle y estuvo a punto de perderla. “Pero yo perdono. Habrá gente que piensa que soy estúpido por eso, pero yo les perdono. Esta es la verdadera libertad que nos da Dios.”

Para Joseph Abdo, estudiante de tercer año de medicina en la Universidad de Alepo, el motivo de unirse a esta organización fue que “ayudan en distintos aspectos de la vida, ha sido algo bueno para mí porque me está enseñando a dar a otros lo que yo mismo recibo”. Sobre el futuro en su país, dice “espero la paz, lo primero de todo. Nuestra generación es la que va a tener que reconstruir el país. Creo que esa es nuestra meta, trabajar juntos para reconstruir nuestra comunidad”.  A su lado, la joven Gadan Naflek, es otra de las voluntarias del grupo de jóvenes: “estoy ayudando a niños de 3 y 4 años, en actividades escolares. Me siento muy feliz de ayudar a los demás, estoy aprendiendo a amar y dar aquello que he recibido”. A estos chicos no se les olvida dar las gracias por el apoyo obtenido de parte de la fundación ACN. “Cualquier ayuda, por pequeña que sea, está haciendo mucho bien y es muy necesaria”, termina diciendo George Juri, de 24 años y recientemente graduado en Ingeniería Civil.

Estos chicos han vivido el horror muy de cerca, las bombas y el ruido de los combates han sido la banda sonora de sus vidas durante más de 5 años. Rosa Iwas, también estudiante universitaria, cursa segundo año de Literatura Inglesa en la Universidad de Alepo, “cuando voy a la iglesia rezo a Dios por la paz y por las necesidades de las personas que tengo a mi alrededor. Sin la fe es muy difícil continuar aquí”.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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