Un programa de gran envergadura acaba de recibir el visto bueno para ayudar a devolver la vida a un pueblo cristiano en Iraq que fue casi completamente arrasado después de ser tomado por el ISIS.
El plan para Batnaya, elaborado por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), consistirá en restaurar la iglesia parroquial católica caldea de San Ciriaco, reparar la cercana capilla de la Inmaculada Concepción, el salón parroquial, la biblioteca y la casa parroquial, así como reconstruir de las ruinas el convento dominico de San Oraha y el jardín de infancia, que gestionarán las religiosas y tendrá una capacidad para 125 niños.
Este ambicioso proyecto se considera crucial para el resurgimiento de un pueblo, donde, después de más de dos años de ocupación islamista, sólo el uno por ciento de los 997 hogares cristianos seguía en pie.
Al anunciar los planes de ACN para la más devastada de las 13 aldeas cristianas ocupadas por el ISIS en la Llanura de Nínive, el director de proyectos en Oriente Próximo de la fundación, P. Andrzej Halemba, ha descrito el programa como “un nuevo y valiente paso adelante para asegurar el futuro de Batnaya. Incluso, aunque la situación no esté muy clara, vemos la importancia de sentar un signo de esperanza. ACN está decidida a ayudar a los cristianos a quedarse, y nuestro deber es estar al lado de la gente que quiere volver”.
La reconstrucción de Batnaya es una tarea inmensa, ya que el pueblo estaba en la línea de fuego de los combates entre el ISIS y las fuerzas de la coalición. Después de que la ocupación del ISIS terminara en octubre de 2016, la localidad quedó abandonada como un pueblo fantasma. Batnaya está en el territorio que se disputaban el Gobierno federal iraquí y el Gobierno regional kurdo. La colocación generalizada de trampas explosivas ha retrasado las obras, que sólo podían comenzar después de una extensa operación de desactivación de estas. Además, las obras de rehabilitación también se han visto obstaculizadas por los extensos túneles excavados bajo el pueblo por los cautivos del ISIS, que se refugiaron bajo tierra para protegerse de los bombardeos.
En el pasado reciente se han iniciado las obras de reparación de las casas, la electricidad, el agua y las escuelas, y el verano pasado las familias finalmente comenzaron a regresar. En ocho meses, 300 personas han regresado. Los líderes de la Iglesia creen que centenares más, que han vivido como desplazados en ciudades y pueblos vecinos, regresarán ahora.
Los extremistas destrozaron altares, decapitaron imágenes y mancharon los muros con mensajes blasfemos anticristianos. Las obras en la iglesia y la capilla implicarán la renovación de ventanas, puertas y tejas, la redecoración y la eliminación de grafitis del ISIS como “Esclavos de la Cruz, os mataremos a todos” o “Este es territorio islámico. No pertenecéis aquí”.
Para muchos cristianos, el regreso ha significado tener que superar el trauma que traen los recuerdos del ISIS, que marcaba los hogares con una “n” de Nazareno (cristiano) y exigía el pago del impuesto islámico de la jizya y la conversión al Islam si no querían ser ejecutados a espada. El reasentamiento de estas personas en Batnaya es clave para la recuperación de la presencia cristiana en la Llanura de Nínive.