La archidiócesis de Ivano-Frankivsk, en el oeste de Ucrania, empezó a acoger a mujeres y niños que huían desde el principio de la guerra. La mayoría de los refugiados proceden de grandes ciudades como Kiev, Járkov, Zaporiyia, Dnipró y Odesa.
Una de ellas es Sofía. Tiene 14 años. Junto con su madre, Viktoria, huyó de la guerra que ha estremecido su vida y especialmente la pacífica ciudad de Brovary, en la región de Kiev.
A su edad, los jóvenes pasan por muchas cosas. Buscan el sentido de la vida, hacen planes sobre su futura educación y profesión y quizá se enamoran por primera vez… Para Sofía, en estos momentos todo es muy diferente.
Desde que llegó al instituto de secundaria san Basilio, la joven y su madre intentan ante todo manejar de nuevo sus propias vidas. Desde que comenzó la guerra, el colegio de Ivano-Frankivsk, ciudad de 300.000 habitantes en el oeste de Ucrania, es uno de los lugares de la archidiócesis greco-católica donde se acoge a los desplazados internos. El padre de Sofía se ha quedado en Browary para defender su casa y sus tierras. Ahora se siente un poco más tranquilo porque su familia está a salvo.
La fundación internacional Aid to the Church in Need (ACN) lleva muchos años apoyando proyectos en la diócesis y acaba de dar una ayuda de emergencia de 30.000 euros a causa de la guerra. En el colegio de San Basilio, las aulas se han convertido en dormitorios para 100 personas. Sofía está muy agradecida. «Aquí tenemos un techo sobre nuestras cabezas, calor, una comida deliciosa, ropa, productos de primera necesidad y sobre todo… paz», dice Sofía. La joven intenta ayudar todo lo que puede. Su madre, Viktoria, también se ha ofrecido como voluntaria para ayudar a los refugiados más necesitados: «Ya no tengo miedo, sólo ganas de servir».
La archidiócesis recoge alimentos en las parroquias: una parte se queda en Ivano-Frankivsk para los refugiados, otra se envía al este del país. Los refugiados también tienen acceso a atención médica gratuita en el hospital san Lucas.
Después de la guerra, Sofía y Viktoria sólo quieren una cosa: volver a casa; aunque no están seguras de que su hogar en Browary supere la guerra. La ciudad está a unos siete km de Kiev y fue atacada con misiles ya en los primeros días de la guerra; siete personas murieron y unas 17 resultaron heridas.
«Lo que más me preocupa es mi casa, mi escuela…. ¿Será todo igual cuando regrese a casa? No lo sé, pero espero que la paz llegue pronto», dice Sofía. Sobre lo que no tiene dudas es que cuando todo vuelva a la normalidad, lo primero que hará será reunirse con sus amigos y abrazar a su padre, a quien más echa de menos.
ACN apoya a los sacerdotes y religiosos de la diócesis de Ivano-Frankivsk para que continúen su labor pastoral y caritativa. En 2021, la fundación internacional contaba con 21 proyectos en curso en la diócesis; desde el estallido de la guerra, ha apoyado a más de 600 sacerdotes y religiosos.