En Nizhni Nóvgorod, la Iglesia ortodoxa ha instalado con la ayuda de la Iglesia católica un centro de crisis para mujeres. Con ocasión del «Día internacional del niño no nacido», que se celebra el 25 de marzo, Peter Humeniuk, experto de Rusia en la Fundación Pontificia Internacional «Aid to the Church in Need», habla sobre cómo las dos Iglesias ayudan conjuntamente a mujeres y niños que sufren necesidades. La entrevista corrió a cargo de Eva-Maria Kolmann, ACN.
Usted ha visitado recientemente un centro de crisis para mujeres en Nizhni Nóvgorod fundado por la Iglesia ortodoxa rusa en colaboración con la Iglesia católica y apoyado por la Fundación Pontificia Internacional «Aid to the Church in Need». ¿Cuáles han sido sus impresiones?
Peter Humeniuk: He quedado muy conmovido. He hecho ya muchos viajes, en los que he visto innumerables proyectos, pero esta ha sido una experiencia realmente emocionante. ¡Allí se salvan vidas! Por un lado, la vida de niños no nacidos, que de lo contrario probablemente serían abortados; por otro, también la vida de mujeres profundamente desesperadas, que no tienen nada.
¿Qué caso individual le ha emocionado especialmente?
Peter Humeniuk: Allí se encontraba, por ejemplo, una joven madre procedente del Lejano Oriente. Pertenece a una de esas minorías étnicas que profesan aún religiones naturales de chamanes. Cuando era muy joven se bautizó en la Iglesia ortodoxa, por voluntad propia. Cuando conoció a un hombre ruso, lo dejó todo porque creía que se casaría con ella; pero cuando quedó embarazada, este la echó de su casa. Estaba literalmente en la calle, embarazada y completamente sola. Realmente no veía ninguna otra posibilidad que abortar. Sin embargo, en la calle, vio en un cartel el número de teléfono del centro de crisis de la Iglesia ortodoxa. Era impresionante cómo esta mujer explicaba que, en su situación de extrema necesidad, tenía la profunda confianza de que la Iglesia no la abandonaría. Llamó al número de teléfono y, efectivamente, obtuvo ayuda inmediata.
Estuvimos con esa joven madre, con su bebé, al que se iba a bautizar al día siguiente. Ella había encontrado un trabajo. Es decir, una historia con un final feliz.
¿Cómo se ayuda concretamente a las mujeres?
Peter Humeniuk: El primer contacto suele hacerse a través del teléfono de emergencias. Es una línea directa gratuita a la que llaman, por ejemplo, mujeres que tienen que huir con sus hijos debido a la violencia doméstica. Otras están embarazadas y desesperadas; otras acaban de salir de la cárcel y no saben a quién dirigirse. A veces, también el marido está en la cárcel.
Los problemas son muy variados y, por eso, también hay diversas ofertas de ayuda: desde asesoramiento psicológico, pastoral y jurídico hasta el alojamiento en una de las dos casas que ya existen para mujeres, pasando por ayudas materiales en forma de ropa para niños o alimentos. De momento, lamentablemente hay pocos puestos en estas casa, pero –con nuestra ayuda– se va a construir una tercera casa, de modo que se pueda alojar a unas 30 mujeres con sus hijos. En ocasiones, el personal de ese centro de ayuda para la mujer ha de ocuparse de proteger a las mujeres de ex parejas violentas. Es muy impresionante ver cómo, a pesar de las circunstancias modestas y del espacio reducido de que se dispone, se está haciendo una labor extraordinaria.
¿Quién trabaja en ese centro?
Peter Humeniuk: El centro está dirigido por un sacerdote, y cada casa tiene una capilla. Es importante que las mujeres sean atendidas también pastoralmente y que sepan que la ayuda que reciben se debe a la caridad cristiana. El espíritu del evangelio es palpable. Ahora bien, las casas están abiertas a todas las personas que necesitan ayuda, sin que sea importante la confesión o la religión de los que buscan ayuda. Nadie tiene que estar bautizado para que le ayuden. El personal del centro está formado por psicólogos, médicos y asesoras con experiencia. También es importante que estas personas vivan y actúen desde la fe; este trabajo exige una profunda caridad, pero también mucha profesionalidad. Hay casos muy difíciles, que afectan mucho a las asistentes. Muchas de esas mujeres proceden de familias tan disfuncionales que hay que enseñarles lo más elemental. Algunas ni siquiera saben que hay que bañar a los niños y que estos necesitan alimento regularmente, y eso sin hablar de la atención y el cariño, pues ellas nunca han experimentado esos cuidados y no los pueden trasmitir. Me ha impresionado ver con qué cariño las asistentes se ocupan de esas mujeres y les ayudan a asumir poco a poco el papel de madre.
¿Por qué ayuda en este proyecto la Fundación Pontificia «Aid to the Church in Need», qué tiene que ver la Iglesia católica con este proyecto fundado por la Iglesia ortodoxa?
Peter Humeniuk: Nuestra fundación apoya desde hace ya 25 años el diálogo entre la Iglesia católica y la ortodoxa rusa. El histórico encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca Kirill de Moscú, celebrado en febrero de 2016 en La Habana, ha mostrado nuevas vías y temáticas para la cooperación. En su declaración conjunta, las dos cabezas visibles de la Iglesia consideraron como uno de los mayores desafíos, a los que quieren hacer frente conjuntamente, la protección de la familia, y en particular de la vida no nacida. Este es un punto que les importa mucho a las dos Iglesias en el momento actual y que les llena de ardiente preocupación. En realidad, los problemas son iguales en todos los sitios y las dos Iglesias están completamente de acuerdo en el modo de enjuiciarlos.
¿Cómo es concretamente ese intercambio de experiencias?
Peter Humeniuk: En Nizhni Nóvgorod, donde se ha fundado ese centro de crisis para mujeres, el Metropolita del lugar ha creado una mesa redonda para intercambiar experiencias con expertos católicos. Se están incrementando iniciativas similares también en otras eparquías. Así, en otoño de 2017, también en Stavropol se pudo inaugurar un centro de crisis para mujeres, que cuenta con la ayuda de ACN y que asimismo hace una labor extraordinaria.
El intercambio de experiencias tiene lugar a diferentes niveles y está promocionado e intensificado por un grupo ecuménico de trabajo, en el que también participa ACN. El pasado año, por ejemplo, el Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú organizó un seminario internacional en que expertos católicos y ortodoxos se ocuparon del tema de la prevención del aborto.
¿Qué resumen extrae de su viaje?
Peter Humeniuk: Me alegro de que la Iglesia ortodoxa rusa y la católica colaboren cada vez más estrechamente, para ayudar a las personas conjuntamente en el espíritu del evangelio, porque en las personas que sufren ven a Cristo. También para nuestra fundación, esto es un acicate y un estímulo para continuar por ese camino y buscar nuevas formas de cooperación.