Mons. Paluku Sikuli Melchisédech, obispo de la diócesis de Butembo-Beni en el este de la República Democrática del Congo (RDC), denuncia la incapacidad de su Gobierno para hacer frente a los retos que presenta el país: los terroristas expulsan a las poblaciones autóctonas de sus hogares y los traficantes explotan los recursos minerales congoleños sin impedimento alguno.
ACN: Desde principios del mes de abril, una ola de manifestaciones, a veces violentas, para denunciar la inseguridad, sacude su país. ¿Cuál es su posición ante estas manifestaciones?
Mons. Paluku Sikuli Melchisédech: No podemos pedirle a la gente que está siendo asesinada como si fueran animales que se calle y no haga nada. Están en su derecho de exigir seguridad, están en su derecho de exigir libertad, pero nosotros simplemente queremos que lo hagan respetando la ley, en paz, no con violencia.
¿Qué es exactamente lo que denuncian?
La falta de eficacia de la misión de mantenimiento de la paz de la ONU, pero también los perpetuos conflictos, nunca resueltos, que persisten en el este del país. Cuando hace veinte años fui consagrado obispo, ya se hablaba de la “balcanización” de la región, y considero que la expresión sigue siendo válida. La Conferencia Episcopal Nacional Congoleña calcula que se han producido más de 6.000 muertes en Beni desde 2013 y más de 2.000 en Bunia tan solo en el año 2020. Además, hay al menos tres millones de desplazados y unas 7.500 personas secuestradas. Existe un proyecto a gran escala de islamización o expulsión de las poblaciones autóctonas.
¿Por qué habla usted de islamización? El principal grupo rebelde implicado -las Fuerzas Democráticas Aliadas- no se reivindica como organización islámica.
Todos los que han sido secuestrados por ese grupo terrorista y han sobrevivido cuentan la misma historia: se les dio a elegir entre la muerte y la conversión al Islam. Se les imponen nombres musulmanes para borrar su identidad. Además, incluso aquellos que no han vivido esa experiencia traumática en la diócesis pueden comprobar que las mezquitas están surgiendo por todas partes.
¿Quién los financia?
En su día, Muammar Gaddafi fue muy generoso en lo que respecta a la construcción de mezquitas. Ahora son otras fuentes de financiación las que hacen posible la construcción de estos lugares de culto.
En cuanto a la financiación de los grupos terroristas armados, estos desarrollan actividades muy lucrativas. ¡Está claro que la islamización no es su única motivación! Esta región tiene abundantes recursos naturales que son explotados ilegalmente. ¿Cómo explicarse si no las refinerías de coltán sitas en Ruanda, a pesar de que ese país no dispone de dicho recurso? Este raro mineral se extrae en nuestro país y se envía a través de la frontera de forma ilegal. Y yo no veo que el Gobierno congoleño reaccione ante esto.
¿Denuncia usted acaso un silencio cómplice de su Gobierno?
O es debilidad o es complicidad.
¿No corre usted un riesgo al denunciar al Gobierno congoleño de esta manera?
La Iglesia católica congoleña no se ve afectada en este sentido. Ha hecho tanto por la construcción del país, ¡y gestiona tantas escuelas y hospitales! El Congo no sería el Congo sin la Iglesia. Así que tenemos la suerte de poder hablar con total libertad.