“Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquel
que me ha enviado” (Mc 9,36 ss.). Los niños ocupan el centro del Cristianismo, pues ellos son el futuro de la Iglesia.
Cada año, el Patriarcado Latino de Jerusalén organiza campamentos de verano para sus 180.000 fieles, y también este año, en los meses de verano, un total de 6.000 niños y jóvenes de 36 de las 55 parroquias participan en ellos. Los cursos de dos a cuatro semanas en Israel, Jordania y los territorios autónomos palestinos son tutelados por sacerdotes, líderes juveniles y catequistas. El programa incluye deporte, teatro, pintura y arte, servicios comunitarios, clases de Religión y, naturalmente, oración en común y celebración de la Santa Misa. Además, hay excursiones a los lugares donde estuvo Jesús en Tierra Santa. Muchas familias, y especialmente las de los territorios palestinos, no pueden permitirse pagar dos o más semanas para sus hijos; para ellas hay subvenciones.
Y es que las experiencias que los niños hacen en estos campamentos de verano no tienen precio. Así, por ejemplo, los 150 niños de entre cuatro y catorce años de la Franja de Gaza aprenden en estas semanas que hay niños como ellos en toda la región; que hay familias cristianas en Israel que luchan por una relación cordial con todos; que la seguridad y la alegría no son anhelos irrealizables, sino que la paz en los corazones es posible aquí y ahora.
Algo parecido puede decirse de los 60 niños de Nazaret o de los 80 de cinco a doce años de Smakiyeh, Jordania. Todos aprenden en cursos de manualidades y teatro que se necesita paciencia y perseverancia para llegar a la meta, y en los partidos de baloncesto y fútbol, que tras una falta o un empujón uno se disculpa; que hay que soportarse y perdonarse. De esta manera, los niños y jóvenes aprenden a través del juego a ver al otro con los ojos de Cristo, que toma a cada niño en sus brazos. Tal conciencia y comportamiento es la base para un futuro pacífico. El Patriarcado invierte mucho en estos prometedores campamentos de verano, y nosotros los apoyamos con 30.000 euros. Porque Jesús dice: “Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos” (Mc 10,14).