“Volver a casa”. “Pisar nuestro suelo”. “Ver las iglesias que nosotros mismos hemos construido”. “Recomenzar”. “Seguir”. “No podemos vivir toda la vida como desplazados”. “No quiero dejar mi país”. “Dios está con nosotros”.
Son algunos de los pensamientos que rondan en la cabeza de los refugiados y desplazados provenientes de la llanura del Nínive en Iraq, que viven actualmente en Érbil y quienes cada vez ven más cerca la vuelta a su hogar después de la invasión del grupo terrorista ISIS. Casas en su mayoría destrozadas o quemadas, pero suyas a pesar de todo. La fundación internacional ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’ (ACN) está ayudando en la reconstrucción de muchas de las viviendas de familias cristianas quienes insisten en no emigrar a otros países a pesar de las posibilidades y continuar en Iraq. Como es el caso de Tawfeek Saqat, de Qaraqosh, quien antes de la huída trabajaba como agricultor y tenía un pequeño hotel, “nací en esta país y he vivido aquí toda mi vida. No quiero irme. Mi fe en Cristo me da la fuerza para vivir aquí. Todo lo que es preciado para mí está en Qaraqosh: mi país, mi negocio, mi vida entera. No quiero salir y trabajar como empleado en Europa o en otro lugar”. Tawfeek explica en el video testimonio, realizado por ACN, que durante muchos años han sido perseguidos por ser cristianos pero el momento más desgarrador llegó cuando fue secuestrado junto a sus cuatro hijos por los terroristas.
Esta angustia y este miedo también lo ha vivido en su propia carne Rahma Jacon, una joven universitaria quien recuerda la vida tan bonita y tranquila que tenían hace unos años. “Muchas veces lloro cuando pienso en cómo vivíamos. Me gustaría volver al Nínive porque allí está nuestro hogar, nuestras casas, nuestra iglesia”, afirma mientras explica que nunca habían imaginado que se alargara tanto su estancia como desplazados en la ciudad iraquí de Erbil. “Nuestra fe nos ayuda a continuar. Cuando tengo momentos difíciles lo primero que hago es rezar para estar con Dios”
Fr. Thabet Yousif vivía en el pueblo cristiano de Karamles, completamente destrozado después del paso de los terroristas. “Tenemos tres categorías de casas: rotas, quemadas y destruidas totalmente”, detalla en el video reportaje de ACN. Se necesita mucho dinero para la reconstrucción pero las familias gastaron sus ahorros en vivir durante estos años en el Kurdistán o en otros lugares. “Ésta es nuestra tierra, nuestras casas. No podemos continuar como personas desplazadas y refugiados para siempre. Tenemos que volver a nuestro pueblo, nuestra identidad está aquí en la llanura de Nínive”.
Rahel Ishaq Barber, madre y abuela, recuerda mientras se da golpecitos en el hombro cómo construyeron ellos mismos 11 iglesias y capillas en Qaraqosh, “yo era una niña, cantábamos mientras llevábamos piedras en nuestros hombros hacia la iglesia. Nuestra historia está ahí”. Rahel vive actualmente en una habitación en Erbil con ocho personas. “No ha sido fácil. Dios nos ha ayudado mucho y le damos las gracias”.