Según el «Informe sobre la libertad religiosa en el mundo», publicado por la Fundación Pontificia Internacional ACN (AID TO THE CHURCH IN NEED), Malí cayó en el caos después del golpe militar de marzo de 2012. Cuando yidahistas islamistas y grupos de rebeldes amenazaban con asolar todo el país, Francia, fuerza colonial hasta 1960, intervino militarmente. En 2015, el Gobierno maliense firmó en Bamako un Tratado de paz con parte de los grupos rebeldes armados. Mientras que el sur está considerado relativamente seguro, la situación en el norte continúa siendo tensa.
La iglesia de Malí celebró el 21 de mayo el acceso del Arzobispo Jean Zerbo al cardenalato. Mons. Zerbo, creado oficialmente Cardenal el 28 de junio, es el primer cardenal de Malí. El obispo de la diócesis de Kayes, Mons. Jonas Dembélé, habló sobre la situación de los cristianos en el país, con ocasión de una visita a la Fundación Pontificia Internacional ACN (Aid to the Church in Need). Expresó su deseo de paz, que en Malí sigue siendo insegura, pese a ligeras mejoras. En 2016, ACN financió en Malí proyectos por un importe de 225.000 euros.
¿Cómo han acogido los cristianos de Malí la noticia del nombramiento del nuevo cardenal?
El nombramiento se dio a conocer en Malí el domingo 21de mayo; la población maliense la acogió con alegría y entusiasmo, y no solo los cristianos. También manifestaron su alegría musulmanes. Un representante del Gobierno llamó por teléfono al Cardenal para felicitarle. El pueblo cristiano agradece al Papa este reconocimiento de nuestra iglesia que, a pesar de ser minoritaria, es escuchada en Malí.
Después de los recientes ataques a Bamako y Tombuctú, ¿qué opinión le merece la paz en Malí?
La paz sigue siendo precaria. La situación se mantiene inestable, pero los acontecimientos que sacudieron al país se produjeron en 2011 y esto no afecta a la población en su vida diaria. Ha habido algunos ataques aislados, pero eso no paraliza la vida cotidiana. En mi diócesis de Kayes, al oeste del país, vivimos con normalidad y los sacerdotes no se ven amenazados. Se ha mantenido el diálogo entre musulmanes y cristianos. Este es el caso en todo Malí, salvo en Kidal, Gao y Tombuctú, en la diócesis de Mopti, donde los sacerdotes no tienen libertad de movimientos. Pero en todos los demás lugares podemos continuar la misión.
¿Es decir que en Mopti los cristianos no pueden vivir libremente de acuerdo con su fe?
No. En Mopti era ya complicada la vida para los cristianos en 2013 y actualmente, los islamistas atacan incluso a musulmanes. En Gao, por el contrario, pueden reunirse para celebraciones, si bien en ausencia de sacerdotes, a los que está vedado acceder. En dos o tres pueblos fronterizos con Burkina-Faso se ha impedido a alguna que otra comunidad cristiana reunirse; se les ha prohibido repicar las campanas y se les ha obligado a cerrar la iglesia.
¿Cómo son las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno maliense?
La Iglesia mantiene buenas relaciones con el Gobierno. Se ha comprometido bastante en las escuelas, en centros sanitarios y para un desarrollo estable. Esto ha sido muy bien acogido por la población, pues estas obras están destinadas a toda la población, sin distinciones. El Gobierno siempre ha buscado colaborar con la Iglesia y con la Conferencia Episcopal.
Malí es una república laica, pero ciertos grupos parecen hacer presión para que se convierta en un Estado islámico.
Cada vez más se pone de relieve que los musulmanes son mayoría en Malí. Como vivimos en una democracia, algunos desean aprovecharse de ello para decir que, como somos los más numerosos, ¿por qué continuar siendo un Estado laico cuando el 95 % de la población son musulmanes? Pero Malí eligió la laicidad hace ya mucho tiempo. Esta decisión no vino de los cristianos ni de los pertenecientes a religiones tradicionales. Los intelectuales malienses, también los musulmanes, saben que en el mundo actual la laicidad favorece más la convivencia. Pero los políticos a veces están tentados de hacer el juego a estos grupos porque precisan sus votos. No es una situación fácil.
Las relaciones con los musulmanes, ¿son tradicionalmente buenas en Malí?
Malí era un ejemplo de diálogo islámico-cristiano en toda la África occidental; pero se trataba de una forma más bien tolerante de Islam maliense. Si bien lo sigue siendo, desde 2008 estamos observando una paulatina arabización del Islam, lo que dificulta en general la situación. Pero, por regla general, en los pueblos, en las mismas familias, viven tanto cristianos como musulmanes y adeptos a la religión tradicional. Desgraciadamente, ahora asistimos al crecimiento de ciertos grupos intolerantes.
¿Cómo enjuicia el futuro? ¿Cómo mantener la paz?
Hay motivos de esperanza. Intentamos sensibilizar a las personas con el hecho de que, para construir la paz, hay que comenzar en la propia familia, después en el barrio, en la ciudad y en la región, antes de extenderla a todo el país. También invitamos a la clase política a concentrarse en el bien de Malí, a anteponer el bien común a los intereses individuales que no favorecen la paz. Hay personas individuales de buena voluntad que, con la ayuda de la comunidad internacional y de la Cedeao (Comunidad Económica de los Estados de África Occidental) ya se están empeñando en ello. Es decir, hay síntomas de mejora, pero el final de la crisis no es de esperar para finales de año.