MALI: El hambre, nueva arma del yihadismo para someter a la población

La situación de inseguridad en Mali sigue creciendo en los últimos meses. El incremento de la violencia afecta sobre todo a los campesinos ya que los yihadistas impiden que los agricultores cosechen sus arrozales, quemando los campos y atacándoles cuando lo intentan.

Según han informado a la fundación Aid to the Church in Need (ACN) fuentes locales que ACN no puede nombrar explícitamente por motivos de seguridad, los terroristas estarían usando el hambre como arma para obligar a los campesinos a que acepten ser reclutados dentro de sus filas o abandonar sus terrenos para que los extremistas los ocupen. A los campesinos que ya habían puesto su arroz en el apilador se les impide transportarlo. Los que no obedecen las demandas de los extremistas ven sus campos quemados y corren peligro de ser asesinados.

Especialmente en la región de Ségou, en el centro de Mali, la situación es inestable por las luchas entre los cazadores donsos, una milicia comunitaria y grupo de autodefensa, y grupos yihadistas invasores. Además, fuentes locales nombran también la existencia de un tercer grupo, bandidos armados, difíciles de identificar, que no pertenecerían ni a los yihadistas ni a los cazadores donsos.

Amenazas a la población cristiana
Si bien el terror afecta a toda la población, la situación de los cristianos de la zona, que viven esparcidos por las aldeas de la región, es especialmente preocupante. “Hay pueblos a los que no se puede ir a celebrar la misa. Los fieles tienen que tomar muchas precauciones a la hora de practicar su fe. Incluso sin ser blanco de ataques físicos, los ataques verbales durante los sermones de ciertos imanes, partidarios de las ideologías yihadistas, son permanentes. Algunos sermones son amenazas directas contra el cristianismo y, por lo tanto, contra los cristianos. A menudo, existen amenazas ocultas con llamadas telefónicas de personas no identificadas. Todo esto crea psicosis en las comunidades”, relata a la fundación ACN una persona que tiene contacto directo con la Iglesia local.

También el trabajo pastoral se está viendo afectado por la situación de violencia y los ataques yihadistas: “La movilidad es muy limitada. Antes, los sacerdotes pasaban la noche en las aldeas. Hoy, ya no es posible”, confirma la misma fuente.

Los yihadistas quieren imponer la Sharia
“Los yihadistas actúan en nombre de la religión. Todo aquel que no se adhiere a su ideología, sufre. Por eso hay tantos desplazados”, explica el contacto de ACN. Si bien el conflicto no sería puramente religioso, “no se puede negar que tiene que ver con la religión” ya que “el deseo de imponer la ley islámica Sharia muestra que los yihadistas, especialmente los Katiba Macina, están trabajando por la expansión de un islam radical, que muchos musulmanes tampoco comparten” afirma la misma fuente.

El grupo yihadista Katiba Macina está vinculado a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y opera en el centro de Mali.

El drama de los refugiados
Según los últimos datos de la UNHCR, el número de desplazados internos a finales de septiembre de 2021 habrían superado los 400.000. Sólo en la primera mitad de este año, casi 90.000 personas habrían tenido que huir de sus hogares. Los desplazados son musulmanes y cristianos, pero el número de musulmanes es más numeroso ya que casi el 90% (88,7) de la población de Mali es musulmana.

La Iglesia católica, a menudo impotente ante el alcance del drama humano y la falta de medios, intenta paliar la necesidad de todos, cristianos, musulmanes y seguidores de las religiones ancestrales. Con la ayuda de la fundación ACN, ha comenzado un proyecto de asistencia, ayuda alimentaria y atención médica a desplazados y familias vulnerables en doce localidades de la región de Segou.

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