ACN apuesta por la familia y el futuro de los niños de Baghdeda (Qaraqosh)
Los chiquillos de la guardería La Sagrada Familia en la ciudad cristiana de Baghdeda, a unos 25 kilómetros de Mosul en el norte de Iraq, se muestran risueños mientras dicen felices que quieren ser de mayor. Abanoub y Andrian quieren ser ingenieros, la pequeña Mekel sueña con ser médico y Rozalina quiere ser religiosa. Todos ellos van a la guardería La Sagrada Familia junto al convento de las religiosas de san Efrén, un santo que vivió en Mesopotamia en los siglos III y IV y es de particular importancia en el cristianismo oriental.
Son niños en una guardería que aparenta ser como tantas otras del mundo, pero que tiene una historia especial: la guardería fue destruida por el Estado Islámico (EI) que tomó la ciudad entre 2014 y 2016. La población huyó de la noche a la mañana y el edificio recibió el trato estándar por parte de los militantes del EIIL: grafitis, robo de muebles, tejas dañadas, falsos techos y cableado destruidos. Durante los combates, para expulsar a los yihadistas, el techo sufrió una explosión de mortero además de agujeros de metralla o de bala. Una granada abrió un agujero en el costado del balcón que daba a la calle.
Por eso, ver a estos niños es ver un milagro, un renacer del futuro de una comunidad que se había dado por desaparecida. Mekel, Abanoub, Andria y otros niños de Baghdeda cantan y juegan de nuevo en la guardería decorada con imágenes de Mickie Mouse, el Pájaro Loco, los Pitufos o Frozen… Difícil imaginar que estas inofensivas y alegres imágenes de dibujos animados fueron tapadas con pintura en aerosol por los yihadistas, tal vez por sus asociaciones con Occidente o por no ajustarse a los ideales islamistas en torno a la representación de imágenes humanas.
En 2017, poco después de que concluyera la ocupación de Baghdeda por parte del EI, las familias empezaron a regresar. Aunque todavía estaba todo destruido, dos religiosas comenzaron inmediatamente su labor en la guardería con los primeros cuatro niños. Desde entonces, casi la mitad de las familias han regresado a la ciudad y el número de niños que solicitan ingreso a la guardería aumenta constantemente. Actualmente es de 47 pero podría llegar a aceptar hasta 80. El más pequeño tiene seis meses y el mayor tiene cinco años. Con la ayuda de la fundación ACN y otras organizaciones, dos pisos de la guardería han sido rehabilitados. En uno están las cunas para los niños más pequeños.
Sabrin Thamer es una de las mamás que trae a su hijo a la guardería: “Estoy muy feliz de haber regresado a Baghdeda y de que nuestros hijos vuelvan a la guardería. Damos gracias a Dios y a todos los que han trabajado con esfuerzo y contribuido a la reconstrucción. Con ello, han ayudado a que nuestros hijos tengan la posibilidad de volver a aprender.” Como la mayor parte de las familias, Sabrin habla un dialecto arameo.
Muna Mekhael también trae a su hija a la guardería “para que pueda aprender y tener un buen futuro. Esta guardería es un espacio importante para que los niños puedan desarrollar su personalidad”. Y es que, a pesar de la tragedia y el trauma vivido, las familias cristianas quieren rehacer sus vidas y los niños son la señal más clara de ese futuro en el cual ya no creían.
Sor Mariam Yako dirige la guardería junto con otra religiosa, les apoyan un equipo de seis personas: “Agradecemos a ACN por su apoyo y contribución a la guardería La Sagrada Familia aquí en Baghdeda, Qaraqosh, y a todos los que donaron para ayudar a esta institución que es fundamental para los niños, para que se fortalezcan interactuando unos con otros y trabajando juntos.”
La gran mayoría de los habitantes de Baghdeda son de origen asirio y más del 90% de la población católica. La guardería de las hermanas efremitas es una gran ayuda para dar seguridad a estas familias que se ven obligadas a la migración si no encuentran trabajo o infraestructuras apropiadas para sus familias. Debido a la invasión del EIIL, la expulsión y el retorno, las estructuras familiares han cambiado, como no todos los miembros han regresado las familias son más pequeñas y no tienen siempre el apoyo de los abuelos o los tíos como antes, por eso es importante que la falta de espacio en una guardería local no sea una limitación para tener hijos o quedarse en la ciudad.
Muchos de estos niños nacieron como refugiados o desplazados sin hogar. Sor Mariam está convencida que la guardería es una pieza clave en la curación de los traumas de estas familias: “Crecerán para luego ser una generación consciente y preparada, para apoyarse unos a otros, especialmente importante en las circunstancias en las que cada uno de estos niños ha vivido hasta que pudimos volver a abrir esta guardería.”
ACN ha apoyado con múltiples proyectos la reconstrucción de Baghdeda (Qaraqosh) para ayudar a las familias cristianas a regresar después de la invasión islamista del IE. Entre otros proyectos la fundación ha facilitado educación a los niños en las llanuras de Nínive, ayudando a la reconstrucción de seis escuelas infantiles y un orfanato. Además, está ayudando en la construcción de una nueva escuela de secundaria para 625 estudiantes.
Maria Lozano