“La inversión en conocimiento siempre paga el mejor interés”: esta famosa frase de Benjamín Franklin es cierta siempre y en todo lugar, y también lo es en Iraq. El “mejor interés” allí significa: encontrar trabajo, vislumbrar un futuro, impulsarla reconciliación y, sobre todo, retener la presencia cristiana. Este interés lo aporta el proyecto de la Universidad Católica de Erbil. En la Archidiócesis de Erbil, en el norte de Iraq, viven más de 100.000 cristianos, muchos de ellos refugiados que huyeron en 2014 del terror del Estado Islámico. El Kurdistán se ha convertido en el nuevo hogar de muchos cristianos, también de los actualmente casi 200 estudiantes de la Universidad Católica. “Nuestro objetivo para el curso académico 2022-2023 son 825 estudiantes: 615 cristianos iraquíes, 125 musulmanes y 85 yazidíes”, nos dice el Arzobispo Bashar Warda, que explicó el proyecto al Papa Francisco durante su visita en marzo.
La Universidad está en Ankawa, el barrio cristiano de Erbil, en un entorno que ofrece seguridad y amparo. Las clases se imparten en inglés, y los estudiantes reciben títulos en Gestión Financiera, Informática, Ingeniería y Arquitectura. Evidentemente, también se imparte Doctrina Social Católica, y pronto también Medicina y Ciencias de la Educación. El centro mantiene relaciones con universidades de Italia, Gran Bretaña, Australia y Estados Unidos. “El objetivo”, señala Mons. Warda, “es ofrecer oportunidades educativas y profesionales a nuestros jóvenes, formarlíderes de la minoría cristiana y, gracias a la Universidad, establecer un hogar a largo plazo para la comunidad cristiana en Iraq. La Universidad proporcionará a la comunidad cristiana un fuerte sentimiento de valía propia y de pertenencia al país”. Sin embargo, la Archidiócesis no puede financiar ella sola este proyecto. Un año académico cuesta una media de 2.400 euros por estudiante. Como el Gobierno de Bagdad no invierte en las universidades privadas, sino solo en las públicas, para las que ofrece becas, la tentación de enviar a los hijos allí también es grande entre las familias cristianas pobres.
El problema es que allí los jóvenes estarían expuestos a la pre-sión social de los islamistas, a la discriminación y al aislamiento. El ambiente en Erbil es muy diferente: más de la mitad de los estudiantes son mujeres jóvenes, allí no se discrimina a nadie y la calidad de la enseñanza también es buena (a solo cinco años de su fundación, Erbil ocupa el puesto 41 entre las 250 universidades iraquíes). Para ayudar a la Universidad a crecer, Ayuda a la Iglesia Necesitada está pagando 150 becas durante cuatro años a estudiantes cristianos por un total de 1,5 millones de euros. Hasta entonces, la Universidad espera valerse por sí misma. “La educación es lo que queda cuando se acaba el último dólar”.Hay mucha sabiduría en esta frase irónica de Mark Twain. Cuando se haya invertido el último dólar de Ayuda a la Iglesia Necesitada, sin duda las cabezas albergarán muchos conocim ientos, y los corazones, aún más esperanza. Ambos garantizan la presencia de los cristianos en Irak.