India se encuentra totalmente bloqueada por el COVID-19. Millones de trabajadores migrantes quedaron desempleados por el cierre total del país durante un periodo de 21 días según fue anunciado el pasado miércoles 25 de marzo. Esta medida ha provocado un éxodo masivo nunca antes visto.
La religiosa india Christin Joseph, describe la situación en conversación con la fundación ACN: “Es un flujo continuo de decenas de miles de personas que se vuelven caminando a sus aldeas de origen, algunas a más de mil kilómetros de distancia, levando a sus hijos y sus pertenencias en bolsas. Se ha detenido todo el transporte, excepto los servicios esenciales, ya que las autoridades luchan por contener el brote, que ha infectado a más de 1000 personas”.
Según la hermana, la situación se agrava por las altísimas temperaturas de 39 a 40 grados Celsius y porque van a pie, con poco dinero o comida, al mismo tiempo restaurantes y casas de huéspedes están cerrados.
En India, la falta de trabajo, particularmente en los estados pobres del norte como Jharkhand, Odisha, Bengal, Bihar y Uttar Pradesh, obliga a muchos a emigrar a las principales ciudades de los estados del sur, más ricas y con más posibilidades de trabajo. “Miles de ellos, son simples jornaleros que viven en apartamentos estrechos, trabajando muchas horas por unos pocos dólares al día, en condiciones a menudo inseguras y sin seguridad social. El poco dinero que queda después de cubrir sus gastos, lo ahorran para sus familias. Ahora que todo el trabajo se ha paralizado quieren regresar a sus aldeas de origen”, explica la religiosa de la congregación de las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz (SCSC).
Bajo la Cruz
La Hna. Christin gestiona las Small Christians Communities (SCC), pequeñas comunidades cristianas, que se forman dónde los sacerdotes raramente pueden acudir y los creyentes se reúnen con un catequista para rezar o celebrar la Liturgia de la Palabra. Hay unas 85.000 SCCs que se distribuyen por toda India. Los católicos indios, a menudo, pertenecen a las clases más bajas de la sociedad y enfrentan una situación de discriminación cada vez más violenta, por ello la Hna. Christin, en situaciones normales, recorre miles de kilómetros para instruirles y animarles.
Pero, con el COVID-19 la situación ha cambiado. A la hermana Christin le tiembla de repente la voz, lucha con el dolor cuando relata a la fundación ACN: “Yo tengo más de 65 años y mi salud es precaria, así que no me dejan salir a hacer nada. Estar en casa, en bloqueo total y escuchar lo que le está sucediendo a nuestros pobres, me hace sentir como si estuviera bajo la cruz, indefensa, incapaz de alcanzarlos y ayudarlos. Esto es muy doloroso. No puedo hacer otra cosa que mirar la Cruz y entregar todo al Señor, que es el que mejor entiende el dolor humano”.
Las SCCs llegan a sus vecinos necesitados
Todo cambia cuando empieza a hablar de las SCCs: “Para mi consuelo, muchas de nuestras pequeñas comunidades cristianas, están respondiendo a la situación con miles de pequeñas iniciativas. Siempre siguiendo las medidas ordenadas, en Mangalore, Chandigarh, Calcuta y Pune, por ejemplo, identifican a los necesitados y distribuyen alimentos. A todos, católicos, protestantes, hindúes, musulmanes, sin discriminación alguna.
Muchas de estas pequeñas iniciativas no serían posibles, subraya Hna. Christin, “sin la ayuda de la policía y el gobierno”. En Sikkim Sikkim, la SCC ayuda “en la distribución de desinfectantes para manos y máscaras en zonas rurales, con la ayuda de miembros del grupo de trabajo estatal”.
Las SCCs están informando sobre el virus y las medidas de protección que se deben seguir, pero además: “Se ayudan constantemente por WhatsApp y mensajes de móvil, con pautas para la oración para rezar especialmente por esta situación de pandemia y sus consecuencias. Hay que adaptarse a esta nueva forma de ser Iglesia, cómo ser amor en acción durante el encierro”, explica la monja india refiriéndose a la labor de las pequeñas comunidades en Jharkhand, en el noreste del país y hogar de numerosas comunidades tribales. Otro ejemplo,uno de los animadores de la comunidad en Calcuta, que reza el Via Crucis desde su casa a través del altavoz y las familias de cristianas en el vecindario se unen a él respondiendo desde sus casas.
En Delhi, las restricciones impuestas por la autoridad gubernamental son muy severas. Emmanuel Johnson, animador de SCC en la capital india, cuenta que no se pueden mover fácilmente, pero ayudan a distribuir raciones de comida a jornaleros y a familias necesitadas. “Además, hemos iniciado la ‘Oración Familiar’, durante los 21 días, diariamente a las siete en punto de la noche, nos reunimos en nuestros propios hogares con miembros de la familia y rezamos el rosario en solidaridad con las personas infectadas con el virus. Ya que los laicos no podemos participar en la santa misa, hemos iniciado también la lectura diaria de la oración de la Comunión Espiritual, que muchos de nuestros laicos no sabían antes.”
“Yo, por mi parte, los aliento y los motivo a través de la comunicación constante por WhatsApp, mensajes de móvil y correos electrónico”, concluye la religiosa. No sin antes agradecer a quienes han hecho posible el desarrollo de estos grupos de base, que ahora son una gota de consuelo para miles de personas que están sufriendo en India por las consecuencias de la epidemia: “Estoy muy agradecida a la fundación ACN por la ayuda que hemos recibido durante tantos años, para capacitar a nuestras pequeñas Comunidades Cristianas de Base. Estoy segura que los benefactores de ACN nunca hubieran pensado que con su ayuda podríamos ser ahora un foco de consuelo durante la crisis del Corona Virus. Pero la tragedia es grande. India necesita su oración. No se olviden de nosotros. ¡Qué Dios les bendiga a todos!”