La comunidad observa con optimismo cauteloso las afirmaciones del Gobierno de transición, que ha reiterado su compromiso con la libertad religiosa. Según fuentes locales la situación de los cristianos en Siria varía según la región.
Tras la caída del régimen de Bashar al-Ásad, los líderes cristianos sirios han manifestado su voluntad de trabajar junto con el Gobierno provisional, para construir un nuevo país basado en la igualdad de derechos.
Según fuentes locales contactadas por ACN, los cristianos aspiran a desempeñar un papel significativo en el futuro de Siria. Rechazan ser etiquetados como una minoría religiosa en busca de trato especial y, aún más, ser considerados ciudadanos de segunda clase: “Los líderes de estas comunidades no quieren definirse como minorías, porque de serlo, podrían perder su representación en la nueva Constitución y en las instituciones públicas. Por eso insisten en subrayar la necesidad de garantizar la igualdad de derechos”, ha dicho a ACN una fuente que, por motivos de seguridad, ha preferido mantenerse en el anonimato.
De momento, ya se han celebrado varias reuniones de alto nivel entre los líderes cristianos y los representantes del nuevo poder político, y en ellas estos últimos han asegurado a los cristianos que sus derechos serán plenamente respetados.
El pasado diciembre, la caída del régimen de Bashar al-Ásad en cuestión de semanas sorprendió al mundo entero. Siria llevaba casi 14 años sumida en una guerra civil que parecía haber llegado a un punto muerto. Al principio, los cristianos estaban alarmados porque algunos de los nuevos gobernantes de Siria pertenecen a un grupo abiertamente yihadista, con orígenes vinculados a Al Qaeda.
El Gobierno de transición ha prometido respetar la libertad religiosa, pero algunos incidentes en diferentes partes del país hacen que la comunidad cristiana vea esta promesa con algo de recelo. Por su parte, las fuentes locales de ACN aseguran que la situación no puede generalizarse, ni para bien ni para mal, y que mucho depende de la parte del país en la que uno se encuentre: “Damasco está en el centro de todas las miradas, y eso presiona a los antiguos rebeldes a ser más pacíficos y a proyectar una imagen positiva”, explican las fuentes mencionadas. “No obstante, todavía se producen incidentes puntuales, como casos en los que se obliga a las mujeres a llevar velo o se prohíbe a hombres y mujeres caminar juntos si no son familiares. Lo mismo ocurre en Alepo”.
La falta de una autoridad central fuerte ha permitido que algunos pequeños grupos o individuos impongan medidas más radicales, como segregar por sexo los asientos del transporte público u obligar a las mujeres a llevar velo. A veces, el miedo a que surjan problemas o a llamar la atención hace que la gente a siga estas prácticas como medida de precaución.
En otras ciudades las cosas están peor: “En Homs y Hama, la situación es más difícil. Se trata de una zona mixta, con diez confesiones religiosas en un mismo lugar, y también los barrios son mixtos, lo que genera tensiones, y ya se dio una convivencia difícil durante la guerra. En estas áreas, la gente evita salir después de las 17:00 horas, y en las calles circulan yihadistas con megáfonos, llamando a la conversión al islam y exigiendo a las mujeres que se cubran. Allí reina un miedo muy palpable, los cristianos no pueden trabajar y muchos se quedan en casa”, explica otra fuente de ACN.
En el Valle de los Cristianos, llamado así por ser una región exclusivamente cristiana, se respira más paz, pero las carreteras de entrada y salida resultan peligrosas porque nada impide a los grupos armados cortar carreteras para hostigar a los ciudadanos: “Hemos tenido casos en los que han ordenado a cristianos a convertirse al islam, y cuando estos se han negado, los han dejado irse pero les han quitado todas sus pertenencias”, informan las fuentes locales.
En general, el sentimiento predominante entre los cristianos es de un cauteloso optimismo: “Estamos contentos de que el régimen de Ásad haya caído y esperamos que surja una Siria mejor, pero no podemos dar por sentado que ahora todo está bien, especialmente para los cristianos, o que el cambio en Siria es para mejor, aunque esperamos y rezamos por que así sea”, señala una de las fuentes sirias de ACN.
A pesar del futuro incierto del país, ACN sigue apoyando numerosos proyectos en Siria e incluso se propone intensificar su actividad en la región, ya que muchas personas han perdido sus empleos y enfrentan graves dificultades económicas. La necesidad de la comunidad cristiana es más urgente que nunca.
Por Filipe d’Avillez.