A medida que el país se hunde poco a poco en la violencia terrorista, la congregación burkinesa de las Hermanas de la Inmaculada Concepción (S.I.C.) permanecen con fe y coraje al lado de la población. A continuación una entrevista de Amélie de La Hougue , de la fundación Aid to the Church in Need, con la Hna. Pauline, religiosa desde hace 25 años y Superiora General de la congregación, y la Hna. Marie-Bernadette, que pertenece a la congregación desde hace 35 y fue su antigua Superiora General.
¿Podrían contarnos algo sobre su congregación?
La congregación de la Inmaculada Concepción surgió en Burkina Faso en 1924, hoy está presente ahí y también en Togo, Níger, Benín, Costa de Marfil, Mali, Argelia, Italia y Francia. En total, somos 463 religiosas, de las que una treintena trabajan fuera de Burkina Faso. Además, contamos con 24 novicias y 24 postulantas. En Burkina Faso estamos presentes en trece de las dieciséis del país.
Actualmente, Burkina Faso es un país cada vez más afectado por la violencia terrorista. ¿Son ustedes testigos directos de esta situación?
Sí, vivimos en un clima de inseguridad permanente. Sobre todo nuestras hermanas de las comunidades del norte, que presencian enfrentamientos diarios. En Bam, los terroristas estaban a 4 km del convento. Nosotras acogemos a diario a refugiados, a mujeres cuyos maridos han sido asesinados -porque los terroristas matan sobre todo a hombres -, a niños, a ancianos… En el norte, las religiosas acogen, según el día, entre 30 y 60 desplazados diarios. Aquí, en Uagadugú, hemos acogido a más de 600. Estas personas necesitan pan, agua y útiles de aseo. Pero, después de lo que han vivido, también necesitan ser escuchadas, recibir ternura, ser amadas, justo al día siguiente de todo lo que han vivido.
¿Tienen los terroristas como objetivo a un determinado grupo?
Todo el mundo es blanco de los ataques: ¡Los católicos son asesinados, los animistas son asesinados, los musulmanes son asesinados, los protestantes son asesinados!
¿Y ustedes acogen a todo el mundo?
Sí, por supuesto, nosotras acogemos a desplazados cristianos, musulmanes, animistas…
¿Pasan miedo?
No tenemos miedo porque confiamos en la Divina Providencia, pero sabemos que cualquier cosa puede suceder de la noche a la mañana, por lo que debemos estar preparadas para cualquier situación posible. Sobre todo como responsables de la comunidad, estamos llenas de preocupación e inquietud, nos preocupamos por todos y queremos estar atentas a cada uno de sus miembros. Aquí en Burkina Faso, todo el mundo sufre este clima de inseguridad. No solo nuestras hermanas religiosas en el norte del país, sino también en Mali…
¿Cómo superioras qué mensaje transmiten a sus hermanas en estos tiempos difíciles?
Les pedimos que permanezcan firmes en la fe y en el Amor. Las animamos en sus misiones, dondequiera que estén. Rezamos mucho, desde hace varios años, cada día, por la paz, pero también por la conversión de los terroristas. Esperamos que el Señor nos ayude porque estamos aquí por Él. Vivimos este martirio desde la fe.
¿Han pensado en cerrar algunos conventos, especialmente en Dori?
No queremos cerrar conventos porque la gente ya tiene miedo, y si ven que las religiosas se van, se sentirán realmente abandonados. Queremos permanecer junto a la población para ayudarla y consolarla. Nuestras hermanas de Mali tuvieron que irse por motivos de seguridad, pero ahora nos dicen que están listas para regresar, se sienten preparadas para sufrir con la gente, con la población.
¿Mantienen los cristianos la esperanza a pesar de las amenazas que pesan sobre ellos?
Sí, hemos notado un verdadero progreso espiritual en la población. Frente a estas dificultades, los cristianos no abandonan las iglesias, ¡al contrario! Rezan aún más. En la Archidiócesis de Uagadugú, se ha organizado una cadena de oración en las 35 parroquias para que cada semana una parroquia rece por la paz.
¿Qué mensaje quieren transmitir a los cristianos de Europa?
Pedimos a los cristianos europeos su oración, solidaridad y aliento. Nos sobrecoge lo que nos está pasando, pero también compartimos el sufrimiento de muchos otros cristianos en otros países. También les pedimos que se mantengan firmes en su fe. Finalmente, también damos las gracias de corazón a quienes nos ayudan y nos animan a conservar la esperanza de poder seguir ayudando a todos los que sufren a nuestro alrededor. Queremos estar así, en una gran comunión de oración.
¿Cómo ven el futuro?
Confiamos en la Divina Providencia, creemos que el Señor nos ama y nos ayudará a atravesar este sufrimiento. Conservamos la esperanza y nos negamos a caer en la desesperación.
ACN viene ayudando desde hace muchos años a las religiosas del SIC en Mali y Burkina Faso. Allí han financiado la formación de las religiosas, así como proyectos de locomoción, la renovación de casas de formación, instalaciones de energía solar y el apostolado a través de la música. En los últimos diez años han sido destinados más de 120.000 euros. ACN seguirá apoyando a esta congregación en la formación de religiosas y novicias, así como en proyectos para facilitar su presencia en los lugares más difíciles.