Alepo, continúa recibiendo bombardeos, multiplicando las víctimas tanto en el este como en el oeste de la ciudad. Las religiosas del Carmelo de Alepo nos mandan esta carta, testigo de lo que sus habitantes viven a diario.
AIN.- «Como sabéis por la información que llega a Occidente, los bombardeos sobre el este de Alepo son numerosos. Pero la situación en el oeste de la ciudad no es mucho mejor, a pesar de que los medios de comunicación no se hacen eco de ello. Esta parcialidad en la información nos entristece, ya que somos cada día testigos directos o indirectos, a través de las noticias de sacerdotes o de personas cercanas y conocidas, de todos los sufrimientos que padecen en los diferentes barrios del oeste de la ciudad: obuses, misiles y armas cada vez más sofisticadas, sin citar la falta absoluta de agua y de electricidad (cortados por los grupos armados opositores) que provocan cada vez más víctimas; los muertos y los heridos se cuentan por decenas todos los días.
«Desde hace una semana, este sacerdote no deja de enterrar a civiles»
El otro día, un sacerdote que nos celebra la misa un día por semana, llegó llorando: vive en Midan, un barrio sencillo que desde hace tres años, espresa incesante de atentados. Desde hace una semana, este sacerdote no deja de enterrar a víctimas civiles.
En otro barrio obrero, prácticamente musulmán en su totalidad, cerca del hospital de San Luis regentado por las hermanas de San José de la Aparición, los obuses provocaron hace algunos días, una decena de muertos y más de 70 heridos.
NO PODEMOS MÁS y pedimos INCESANTEMENTE EL FIN DE LOS COMBATES EN TODAS LAS ZONAS de la ciudad, así como un poco más de OBJETIVIDAD en la información, por simple respeto a todas estas personas pobres que están sufriendo (se trata en su mayoría de familias muy modestas, por no decir pobres o incluso miserables…)
Contemplativas en el corazón de la violencia
Dicho esto, queremos conservar la confianza y creer que un día la verdad triunfará; y que el mal, la mentira y la corrupción, sean de uno u otro bando, serán vencidos por la verdad, la reconciliación y por verdaderos proyectos de paz, en definitiva por nuestra conversión al Señor. ¡Somos las primeras en reconocer la necesidad de conversión en nuestro propio corazón!
(…) Gracias por rezar por todo lo que vivimos en la oscuridad de nuestra vida oculta o por nuestro pobre testimonio de contemplativas en pleno corazón de la violencia y de la guerra, para que sea vivido en la humildad, la paz y la verdad. En este mes del Rosario, os confío a todos bajo la protección maternal de ternura y de misericordia de la Santa Madre de Dios, Madre Nuestra: «que nos arrastre con su ejemplo y nos conceda amar con su propio corazón»