Vietnam, un país de impronta confuciana gobernado por un régimen comunista, ha experimentado progresos económicos considerables en los últimos años, aunque sigue siendo uno de los más pobres entre los países de renta media. El deseo de un nivel de vida más elevado y la mentalidad consumista arrastran a las personas masivamente a las ciudades. El proceso de desarraigo y empobrecimiento espiritual que esto provoca es también motivo de preocupación para la Iglesia. ACN apoya a la Iglesia católica en sus esfuerzos de devolver la confianza y ofrecer perspectivas de futuro a los creyentes.
A causa del creciente trabajo migrante y del éxodo rural, en Vietnam los valores y costumbres tradicionales se pierden palpablemente. Mientras que los padres jóvenes a menudo buscan trabajo en las ciudades, los hijos son criados generalmente por sus abuelos. Ante esta situación, la conferencia episcopal de 2017 creó un programa de tres años para la atención pastoral a las familias y comenzó a adaptar su catequesis a los profundos cambios sociales. No obstante, sin una nueva generación de sacerdotes y religiosas dotados de la debida formación, no será posible hacer frente a tales desafíos.
« La Iglesia intenta ser un hogar para las familias destruidas a causa del trabajo migrante »
La libertad religiosa es un tema que también preocupa a la Iglesia. El gobierno se ha mostrado últimamente más tolerante con respecto a las distintas religiones, pero la Conferencia Episcopal de Vietnam el hecho de que la ley religiosa de 2016 no considere realmente la libertad de creencias y la religión como un derecho fundamental de la persona, sino como una gracia que se ha de solicitar. Los daños debidos a la guerra y a los cambios climáticos siguen haciendo necesarias numerosas renovaciones o nuevas construcciones de iglesias. Nosotros seguimos intentando paliar estas circunstancias moderadamente proporcionando ayudas a la construcción. Por su parte, muchos obispados procuran mantener minuciosamente sus propias contribuciones al nivel más alto posible y utilizar los subsidios de ACN solo de forma complementaria. Un desarrollo muy satisfactorio, pues no hay nada más grato que ver cómo las iglesias locales ganan en autonomía.