Con un área de más de 2,7 millones de km², Kazajistán tiene una extensión mayor que una cuarta parte de EE.UU. Sin embargo, el país solo tiene 18 millones de habitantes. Esta antigua república soviética es independiente desde 1991. Los católicos son allí una minoría de solo 300.000 fieles. Para poder sobrevivir económicamente, la comunidad católica del país depende de la ayuda extranjera. En Kazajistán, ACN ayuda sobre todo a las religiosas con subsidios para su manutención.
Kazajistán es un buen ejemplo de convivencia entre cristianos católicos y ortodoxos; hay iniciativas en común y existe un diálogo constructivo. Las religiosas realizan una importante labor en la Iglesia: imparten la catequesis a niños, adolescentes y adultos y los preparan para recibir los sacramentos, organizan jornadas de reflexión, campamentos vacacionales y encuentros juveniles y se ocupan de las personas ancianas, enfermas, solitarias y necesitadas.
Durante la pandemia reforzamos nuestra ayuda a religiosas, como lo demuestra la financiación de un hogar infantil en Kapshagay, en el sudeste del país. Allí, las hermanas atienden a 50 huérfanos y niños procedentes de entornos familiares muy difíciles. Bajo la tutela de las religiosas, estos a menudo descubren por vez primera lo que significa sentirse seguros y queridos, y llevar una vida ordenada.
La Iglesia de Kazajistán apenas podría sobrevivir sin ayuda del extranjero.
También facilitamos una ayuda extra contra el coronavirus a las religiosas para que pudieran comprar los materiales de protección e higiene necesarios durante la pandemia. Además, ACN financia ejercicios espirituales para que los sacerdotes y religiosos puedan recuperar energías internamente, y fomenta la formación de futuros sacerdotes.