Los cristianos de Tierra Santa sufren un «inquietante aumento» de agresiones: son escupidos, acosados físicamente, sus propiedades y cementerios dañados y sus celebraciones religiosas interrumpidas.
Así lo recoge un informe del Rossing Center, con sede en Jerusalén, titulado Attacks on Christians in Israel and East Jerusalem (Ataques a cristianos en Israel y Jerusalén Este), en el que se examina el incremento de las hostilidades contra las Iglesias y sus miembros en 2023. Ello incluye “un preocupante aumento de graves agresiones físicas y ataques contra la propiedad” que afectan a las comunidades de la ciudad vieja de Jerusalén.
En declaraciones a Aid to the Church in Need (ACN), Hana Bendcowsky, del Rossing Center, divide los problemas que afrontan los cristianos en la región en dos: los que son producto del “aplastar” y los ocasionados por el “estrujar”, dos términos que los observadores de los derechos humanos utilizan en inglés: smash y squeeze.
Bendcowsky explica: «Con “aplastar” me refiero a incidentes como el ataque a la iglesia de la Flagelación, donde una imagen fue destrozada con un martillo». Añade que estos ataques violentos los llevan a cabo sobre todo jóvenes judíos ultraortodoxos marginados con ideas nacionalistas extremas, pero también subraya que “incluso entre los ultraortodoxos este comportamiento no es lo normal; la mayoría de ellos nunca entraría en una iglesia para destrozar una imagen de Jesús”.
“Y el “estrujamiento” aleja a los miembros de la comunidad: me refiero a incidentes como escupir a los sacerdotes o indicar a una religiosa que se quite el crucifijo cuando acude al hospital. Esto altera la comunidad está alterada y la hace sentir incómoda”, explica. “Tienen la sensación de que nadie los quiere allí. Eso los laicos no lo perciben tan claramente como el clero, pero forman parte de Israel y deberían sentirse cómodos en su patria, y nosotros debemos asegurarnos de que así sea”.
Bendcowsky precisa que, a diferencia de los incidentes de violencia física arriba mencionados, los casos de agresiones verbales o con escupitajos son obra de “miembros normales de la comunidad ultraortodoxa, hombres y mujeres, jóvenes y mayores. Podrían ser tus vecinos, a los que ves jugando con tus hijos”.
El padre Nikodemus Schnabel, de la abadía benedictina de la Dormición en Jerusalén Este, asegura que los incidentes con escupitajos se han convertido en algo cotidiano: “Por desgracia, recibir escupitajos forma parte de mi vida cotidiana; cuando salgo del monasterio forma parte de mi realidad. Son un grupo minúsculo que yo llamo los hooligans de la religión. Por supuesto que también hay muchos judíos que son gente realmente maravillosa, que nos apoyan y que están muy contentos de tenernos aquí, pero la triste realidad es que soportamos este fenómeno, y no de forma excepcional. Como monasterio también hemos sufrido incendios provocados, pintadas de odio y ventanas rotas, y cada vez va a más”.
Bendcowsky indica que los escupitajos siempre han sido un problema, pero que la tecnología moderna permite grabarlo, por lo que ahora hay más evidencias de ello. No obstante, también cree que los 30 incidentes registrados el año pasado probablemente sólo sean la punta del iceberg.
“Tenemos que educar a la gente: los demás no tienen que gustarte, pero no puedes escupirles cuando los ves por la calle. La Iglesia tiene la fuerza para mantenerse en pie y sobrevivir -como ha hecho en los últimos dos milenios-, pero estos incidentes pueden empujar a los laicos a marcharse”.
En el informe Ataques a cristianos en Israel y Jerusalén Este se señala que “cuando se produjo la intervención policial, esta fue útil”. La presencia policial resultó eficaz para poner fin a los piquetes formados por seguidores del controvertido rabino Eliezer Berland frente al monasterio carmelita de Stella Maris, en Haifa. Cuando grupos de hombres empezaron a rezar en voz alta a las puertas del Carmelo, dos meses de presencia policial pusieron fin al problema.
Bendcowsky reconoce la labor de los agentes policiales, pero también señala que se podría hacer más: “La policía está dispuesta a colaborar con la Iglesia y a ayudar a la comunidad, pero necesitan una mejor preparación en lo relativo al cristianismo y los cristianos”. Y añade: “La Iglesia necesita valor para denunciar estos incidentes y acudir a la policía cuando ocurren, ya que se trata de situaciones complicadas y no siempre confían en que denunciar estos hechos no les afecte negativamente”.
El informe del Rossing Center señala también que hay rabinos que se han pronunciado contra los ataques a cristianos. Tras los incidentes de agresiones con escupitajos a los peregrinos en octubre de 2023, el rabino jefe sefardí Yitzhak Yosef insistió en que tales acciones no tienen cabida en el judaísmo, y el rabino jefe asquenazí David Lau hizo hincapié en que escupir a los cristianos va en contra de la ley judía. «Las declaraciones oficiales de los rabinos son muy importantes y significan mucho para las Iglesias», asegura Hana Bendcowsky.
El patriarca latino de Jerusalén, cardenal Pierbattista Pizzaballa, coincide con ella: “Tenemos que hablar con las instituciones religiosas, pero debemos hacerlo con cuidado. Cuanto más hablemos de ello, más fuertes se sentirán”. El patriarca ha elogiado al Rossing Center por documentar estos casos. “Necesitamos saber qué está pasando, el número de ataques y sus autores, para informar a las autoridades. Así, aunque no tomen medidas, no podrán decir que esto no está ocurriendo”.
A lo largo de más de una década, ACN ha venido apoyando al Rossing Center con diferentes proyectos, por ejemplo con el programa: “Promover el perdón, superar el odio”, que reúne a jóvenes judíos, cristianos y musulmanes para ayudarlos a aprender a convivir.
Por Amy Balog.