La religiosa franciscana Gloria Narváez Argoti (57), secuestrada en 2017 en Karangasso, Mali, envió a través de la Cruz Roja Internacional un mensaje a su hermano Edgar Narváez Argoti. La nota de once líneas, a la que ha tenido acceso la fundación pontificia ACN, está fechada el 3 de febrero de este año y redactada en castellano de su puño y letra con tinta de bolígrafo azul y en mayúsculas. La familia recibió la carta en el mes de mayo.
“Reciban mis saludos fraternales. Que el buen Dios los bendiga y les dé salud. Yo estoy cuatro años secuestrada y ahora estoy en un nuevo grupo”, escribe. La hermana Gloria identifica al grupo terrorista que la mantiene cautiva como el GSIM (Groupe de soutien à l’islam et aux musulmans).
Se trata, según todos los indicios, del “Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes”, una alianza yihadista del Sahel vinculada a Al Qaeda. En la nota, la Hna. Gloria pide las oraciones de todos para obtener la tan ansiada libertad. “Oren mucho por mí. Que Dios los bendiga. Espero que Dios me ayude a conseguir la libertad. Fraternalmente, Gloria”.
LA MUERTE DE LA MADRE
El destinatario de la nota es su hermano, Edgar Narváez, maestro de escuela en Pasto, la ciudad natal de la religiosa colombiana. En una entrevista con la fundación pontificia ACN desde Colombia, el maestro ha recordado que en su primera carta le comunicó a su hermana que su madre, Rosita Argoty de Narváez, había fallecido en septiembre de 2020 a los 87 años, incapaz de “soportar más la tristeza y la desesperación”. Su hermana respondió meses después: “Envió saludos a la familia, dijo que estaba bien de salud y que, por favor, pidiésemos a las autoridades, aquí en Colombia, que tomaran medidas para que pudiera ser liberada y regresar a Colombia”.
Sobre el estado de salud de su hermana, basada en la última información que ha podido obtener a través de la Cruz Roja, Narváez dice que su hermana se encuentra bien, aunque la liberación en octubre de la doctora francesa Sophie Petronin, otra rehén con la que compartía cautiverio, le afectara mucho: “Esa separación le hizo psicológica y mentalmente daño a mi hermana, porque fueron cuatro años de amistad. Congeniaban mucho y se hicieron muy buenas amigas…”.
LA VIDA EN CAUTIVIDAD
Narváez afirma que las dos mujeres pasaban la mayor parte del tiempo juntas en el campamento de los yihadistas: “Estuvieron juntas durante cuatro años, vivían juntas, comían juntas, dormían en la misma tienda y estaban vigiladas, pero gozaban de cierta libertad. Hasta cierto punto podían salir a contar las estrellas, los guijarros y los animales que pasaban por allí para matar el rato, porque no tenían nada que hacer. Recibían desayuno, comida y cena, había medicinas y un médico, las trataban bien porque eran mujeres y por el hábito religioso de mi hermana la respetaban mucho”.
Tras la liberación de Petronin, “la trasladaron a un grupo llamado “Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes” a un lugar más remoto. Pero, poco a poco, se recuperó mentalmente y ahora está bien”, añade Edgar Narváez. “Está acabada físicamente, muy delgada, su rostro está curtido por el sol, por el clima de la región de Malí, pero, gracias a Dios, está sana. Es muy fuerte”.
MISIÓN SIN RESCATE
Sin embargo, una misión internacional encabezada por Colombia que había ido a África con el propósito de rescatarla suspendió anticipadamente la misión en junio. “Se fueron en marzo y regresaron después de tres meses, aunque la idea era quedarse hasta agosto de 2021”, explica Narváez desolado a la fundación pontificia ACN. Se suspendió la misión de rescate por el empeoramiento de la situación después del golpe de Estado en Mali. Pero Edgar Narváez ha confesado a la fundación pontificia ACN que está “un poco triste y desconcertado” por esta noticia, “porque el grupo colombiano que fue en su busca ha regresado y mi hermana está sola. Aunque esperemos que puedan volver pronto a Mali”.
Lograr su liberación es lo que más desea: “Eso es lo que todos deseamos. Eso es lo que quería mi madre: verla libre y morir en paz. No ha sido posible…”.