Mons. Najeeb Michaeel es dominico y arzobispo católico caldeo de Mosul-Akra. Aquí responde a las preguntas de la fundación internacional ACN sobre la situación de los cristianos en Iraq, en relación con las manifestaciones antigubernamentales que ya se estaban llevando a cabo en el país antes de la llegada del coronavirus. Entrevista realizada por Amélie de La Hougue.
ACN: Monseñor, ¿cuál es la situación actual en Iraq a la luz del coronavirus?
Mons. Najeeb: La situación sanitaria en Iraq sigue siendo precaria, hay falta de material para detectar esta epidemia. Se han tomado medidas draconianas para evitar lo peor ante el coronavirus. Se ha impuesto un confinamiento obligatorio en la mayor parte del país.
La región autónoma kurda es la más firme y ejemplar en el cumplimiento de las medidas promulgadas por el Gobierno regional. Las carreteras están completamente cortadas entre ciudades y pueblos, incluso entre barrios. El Ejército y la Policía están en las esquinas de las calles, impidiendo todo el tráfico excepto en caso de emergencia. Es por eso que hoy en todo Iraq solo hay 316 casos de contagio, de los cuales unos veinte están en el Kurdistán y unos diez en Mosul. Unas 20 personas han muerto en el país como resultado de la epidemia.
¿Ha tomado la Iglesia medidas específicas?
Las iglesias han cerrado sus puertas como medida de precaución. Las misas y las actividades litúrgicas y espirituales, así como el rezo del rosario, se siguen retransmitiendo entera y diariamente a través de Internet y Facebook, en vivo o en diferido. El confinamiento proporciona una oportunidad para revalorizar y unir a la familia. Mientras las iglesias están cerradas, cada familia se ha convertido en una iglesia doméstica viva.
En este contexto, ¿continúan las manifestaciones contra el Gobierno?
Las manifestaciones populares en Bagdad, en la plaza Tahrir, contra el desempleo,la corrupción y para pedir la caída del régimen, se están ralentizando por precaución. Se está respetando el confinamiento y las directrices sanitarias del Ministerio de Salud. La situación en Mosul y en la Llanura de Nínive es relativamente tranquila, pero el regreso de los cristianos a Mosul sigue siendo lento y vacilante. La salida forzada de los cristianos y las masacres de los yazidíes, desde junio de 2014, han empujado a algunos a huir de su país de origen. La ideología fanática todavía reina en ciertas mentes, hay quienes todavía sueñan con expulsar a los cristianos de sus lugares históricos. Hoy, tras la derrota militar del Daesh, la población iraquí está más deseosa que nunca de solidaridad, derechos y libertad. Las manifestaciones populares de los últimos cinco meses y el levantamiento masivo contra la corrupción que domina el país desde 2003, son los mejores ejemplos de la unidad y la buena voluntad del pueblo iraquí.
¿Cómo encaja la comunidad cristiana en este movimiento?
La comunidad cristiana desea un cambio real y profundo en el sistema político y un Gobierno presidencial competente, secular, no adherido a un clan (por las tribus) ni confesional. Los cristianos estuvieron presentes en las manifestaciones de la plaza Tahrir, en Bagdad, y también entre ellos ha habido mártires por estas mismas causas. En las regiones del norte, las ciudades de Mosul, Kirkuk y el Kurdistán iraquí prefirieron prohibir este levantamiento popular en sus zonas debido a la delicada situación que atravesaban. Invitaron a los que querían manifestarse a ir a Bagdad, un lugar simbólico, para manifestar su solidaridad.
¿Cuáles son las esperanzas de los cristianos para los próximos meses y años?
La esperanza de los cristianos es poder vivir en paz en su propio país, con los mismos derechos y deberes, en igualdad de condiciones con los demás iraquíes y no como ciudadanos de segunda clase o como dhimmis (estatus discriminatorio para los no musulmanes). Siguen reclamando sus derechos para cambiar algunas leyes injustas como, por ejemplo, la conversión forzada al islam de niñas menores de edad si uno de los padres se convierte en musulmán. Los cristianos también reclaman el derecho a la igualdad de género en materia de herencia, matrimonio, libertad religiosa, etc. Y es que la religión de Estado en Iraq es el islam. Además, los cristianos no tienen las mismas oportunidades en el mercado laboral y no pueden acceder a ciertas categorías de empleos. La desaparición de la mentalidad salafista es la única esperanza para los cristianos y para otras religiones autóctonas como los yazidíes, los mandeos, los zoroástricos y los kakais. Lamentablemente, esta mentalidad sectaria sigue imponiendo la sharía en la legislación iraquí. Los libros de texto y las predicaciones sectarias en las mezquitas son una fuente de conflicto social y político. La separación entre la religión y la política sería una bendición, y podría, ciertamente, aliviar el calvario que los cristianos vienen sufriendo desde el siglo VII.
¿Cuál es actualmente el mayor temor de los cristianos?
El mayor temor, que impide a los cristianos regresar a sus casas de Mosul, es que vuelva a brotar el fundamentalismo.
Y usted, ¿cómo ve el porvenir de los cristianos en Iraq?
Personalmente, soy optimista respecto al futuro de los cristianos en Nínive e Irak. A través de la educación y la cultura podemos vencer el oscurantismo y la violencia. A nuestras puertas, el Kurdistán demuestra que los ciudadanos pueden convivir en paz, más allá de sus diferencias religiosas. El movimiento popular y las manifestaciones pacíficas en Bagdad son una gran oportunidad para el cambio en Iraq. Tarde o temprano, la última palabra la tendrá la paz y no la espada.
Ayuda a la Iglesia Necesitada ha prestado un enorme apoyo a los cristianos perseguidos por el ISIS en Iraq. La ayuda de emergencia proporcionada por la Fundación Pontificia en los últimos años asciende a más de 47 millones de euros. Con el fin de apoyar el retorno de la población desplazada a los pueblos destruidos por el ISIS, Ayuda a la Iglesia Necesitada lanzó la campaña “Vuelta a las raíces”.
El proyecto más reciente puesto en marcha por la fundación prevé la restauración de la iglesia parroquial de San Ciriaco en Batnaya, un pueblo católico caldeo del norte de Iraq, así como la reparación de la Capilla de la Inmaculada Concepción, la biblioteca, el salón y la casa parroquial. Incluidas en el proyecto están también la reconstrucción del convento dominicano de San Oraha (totalmente destruido) y la guardería infantil dirigida por las religiosas, que podrá acoger a 125 niños.