Jóvenes sirios: “Necesitamos la compañía de la Iglesia para sentirnos cerca de Dios.”

“Cuando escuchamos a Papa Francisco pensamos que todavía hay esperanza para la paz en Siria”

La universalidad de la Iglesia se hace presente una vez en Roma por motivo del Sínodo de los Obispos que se está viviendo estos días, y que durará hasta el 28 de octubre, en el que participantes de cinco continentes tratan diferentes temas relacionados con la juventud, sus necesidades y retos, para encontrar soluciones a los diferentes desafíos a los que se enfrentan. En este contexto, la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) entrevista en Siria a diferentes jóvenes cristianos que explican qué significa para ellos ser cristianos y qué esperan de la Iglesia, en un país donde son una minoría, en ocasiones amenazada y que ha sufrido durante más de siete años una guerra fraticida.

Majd Jallhoum, dentista recién licenciada que colabora en el reparto de ayuda humanitaria junto con la Iglesia greco-católica en Marmarita, en la región conocida como el Valle de los Cristianos, pide a la Iglesia que esté cerca de ellos. “No hace falta que sea una Iglesia perfecta, porque nadie lo somos, sino que esté cerca de nosotros, conociendo cuáles son nuestros deseos y anhelos”. Majd desconocía la reunión de los obispos en Roma con el Papa pero le parece una buena oportunidad para dar a conocer las difíciles situaciones que viven muchos jóvenes en diferentes países del mundo. “Aquí los jóvenes cristianos tenemos un gran deseo de estar cerca de Dios. Vivimos momentos muy difíciles, hemos sufrido la muerte de amigos y familiares, y otros muchos se han marchado del país. Pero también hemos experimentado momentos de alegría y sin duda detrás de todos ellos está la mano de Dios”.

 

Majd Jalhoum, 28
Majd Jalhoum, 28

 

Majd conoce bien la situación de muchas familias que viven desplazadas en el Valle de los Cristianos. Les visita a menudo para conocer sus necesidades, acompañar a los enfermos al hospital o repartir las medicinas del proyecto de emergencia que está sosteniendo ACN junto con la Iglesia local. “Si sigo aquí es gracias a mi fe, aunque muchas veces vea que me falta la esperanza. Pero en este tiempo he entendido que mi destino es quedarme aquí y ayudar a estas personas. Mis padres y varios de mis hermanos se marcharon a Estados Unidos, pero yo decidí quedarme. Mi inspiración ha sido y es Jesús”.

Hanna Mallouhi es otro de los jóvenes desplazados en Marmarita que aporta su tiempo y esfuerzo para sostener la gran labor asistencial de la parroquia de San Pedro en el Valle de los Cristianos. Vino aquí hace 5 años, procedente de Homs huyendo de los bombardeos. Estudia en la universidad donde se prepara para ser médico: “Pese a la guerra, no he querido abandonar mis estudios. Ahora tengo que hacer las prácticas, he elegido de destino un hospital de Damasco. Cuando termine la carrera quiero quedarme aquí y ayudar a las personas a tener una vida mejor en Siria”.

En relación al sínodo explica: “Para mi es importante que los jóvenes estemos acompañados por sacerdotes y responsables que tengan una vida sencilla y que muestren con hechos que les importamos. Necesito sentirme acompañado por personas cercanas a Dios, para así sentirme también yo cerca de Él.”

 

From right to left, Hanna Mallouhi and his brother Raja Mallouhi
De derecha a izquierda, Hanna Mallouhi y su hermano Raja Mallouhi

 

También en Homs, la tercera ciudad más importante del país después de Damasco y Alepo, se mantiene una importante presencia cristiana concentrada en el Viejo Homs, el barrio más antiguo de la ciudad,  situado a los pies de la ciudadela antigua. Allí, unos 300 estudiantes universitarios se han reunido en la recién reconstruida catedral melquita de Nuestra Señora de la Paz, para celebrar la Eucaristía juntos.

Entre ellos Pascal Napki, que estudia Economía y sigue muy pendiente muchos de los mensajes que da el Santo Padre desde Roma: “No conozco en persona al Papa Francisco pero me parece una persona humilde por sus palabras y acciones. Siempre que le escuchamos, pensamos que hay esperanza para la paz en Siria. Especialmente me conmueve cada vez que pide oraciones por nuestro país”. Cerca de Pascal se encuentra Halil, estudiante de Farmacia quien piensa durante unos segundos en silencio la respuesta a la pregunta “¿Qué le pido yo a la Iglesia?”, y responde con seguridad: “Que nos entienda, nos anime y nos dé la oportunidad de creer también en nosotros mismos. Sé que no es fácil, pero eso es caminar juntos, confiar los unos en los otros y apoyarnos mutuamente”.

Después del encuentro un grupo sale de paseo por las estrechas calles del barrio, entre los edificios antiguos construidos con la piedra gris característica de la arquitectura popular de Homs. Anaghem Tannous comenta que con lo que se ha sufrido en Siria, algunas personas se han alejado de Dios, “pero las bombas, la emergencia humanitaria y el duro golpe de la violencia no han borrado aún las ganas de vivir y las ilusiones propias de la juventud, así que lo primero que debemos hacer como Iglesia es animar a los jóvenes a acercarse de nuevo a Él”. Durante el paseo pasan a hacer una oración juntos a una iglesia cercana, en este caso la Iglesia del Sagrado Cinturón de María, de la Iglesia sirio-ortodoxa. “Aquí convivimos católicos y ortodoxos con normalidad, somos muy cercanos, es parte de nuestra cultura”.

 

Syria: Medication prescriptions and renting houses.
Siria: prescripciones de medicamentos y alquiler de casas.

 

Antes de pasar al templo Wissam da un último mensaje: “rezamos por el Papa y por la Iglesia en todo el mundo. Aquí la fe es fundamental porque forma parte de lo que somos. Y además en estos últimos años hemos superado muchas dificultades, en nuestras familias, en nuestros estudios y trabajos, todo gracias a que no hemos perdido la fe y la esperanza”.

El testimonio de estos jóvenes de la comunidad cristiana de Siria, una minoría que se ha visto muy vulnerada en el conflicto del país puede ser inspirador para otros. Según cifras de la Iglesia siria, antes de la guerra había 1,5 millones de cristianos en el país y actualmente quedan unos 500.000. La falta de seguridad, la violencia y las amenazas reales de grupos yihadistas como el Daesh, han provocado un éxodo sin precedentes en un país que era bastante tolerable con la fe cristiana. La fundación ACN apoya decenas de proyectos dedicados a jóvenes y niños en diferentes ciudades de Siria.

Majd Jallhoum (first from the right), secretary of the Saint Peter Relief Centre, with the gruop of volunteers of the Saint Peter Relief Centre.
Majd Jallhoum (primero desde la derecha), secretario del Saint Peter Relief Center, con el grupo de voluntarios del Saint Peter Relief Center.
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