Con gran tristeza se despidieron en junio los creyentes greco-católicos ucranianos del que fuera la cabeza de su Iglesia, Mons. Lubomyr Husar, fallecido el 31 de mayo de 2017 a los 84 años de edad. Durante diez años fue el Arzobispo Mayor de la Iglesia uniata Greco-Católica Ucraniana, que fue duramente perseguida bajo los soviéticos. También la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) llora la muerte del Cardenal que durante muchos años colaboró con la Fundación y que fue un estrecho amigo del Padre Werenfried van Straaten, fundador de ACN. Y es que Ayuda a la Iglesia Necesitada ya apoyaba a la Iglesia en tiempos soviéticos, cuando el culto solo era posible en la clandestinidad. En una carta al Padre Werenfried van Straaten, el Cardenal Husar escribió cuando ya era Arzobispo Mayor: “Hoy podemos decir abiertamente que ustedes fueron hasta la caída del Telón de Acero la única organización eclesial que ayudó a la Iglesia ucraniana, y que hasta hoy siguen siendo el principal benefactor de esta”.
El Cardenal Husar mantuvo un estrecho contacto con el Padre Werenfried y alabó el valor de este último de lanzar, tras la guerra, un llamamiento a la reconciliación a todos los hombres, incluso también a los que habían sido enemigos. En su último encuentro con representantes de ACN en mayo de 2015, Mons. Husar hizo hincapié en que el Padre Werenfried había sido “un sacerdote cuya memoria debe ser preservada”, y también dijo que el Padre Werenfried fue “más grande que Adenauer y otras personalidades de la posguerra”.
En este último encuentro, el Cardenal Husar bendijo a cada uno de los miembros de la delegación de ACN. El presidente ejecutivo de ACN, Johannes Heereman, lo recuerda así: “Fue realmente emocionante recibir su bendición cuando nos despedimos. Cada miembro de nuestra delegación percibió en aquel momento que se trataba del último encuentro en esta tierra. Pese a su delicado estado de salud, el Cardenal pronunció con una profunda claridad mental palabras sabias sobre la misión de nuestra Fundación, sobre la figura de nuestro fundador y sobre su preocupación acerca del futuro de la juventud. Esta voz, escuchada con atención por innumerables personas en Ucrania y en todo el mundo –y no solo por católicos–, no podrá ni siquiera extinguirla la muerte física”.
Las religiosas de la congregación de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, presentes en Ivano-Frankivsk, se dedican sobre todo a los jóvenes, cuyo porvenir preocupaba tanto al Cardenal fallecido. Concretamente, imparten la catequesis y clases de Religión, organizan jornadas de retiro y ayudan a los jóvenes a encontrar su vocación. Además, se ocupan de huérfanos y también de ancianos y enfermos, que a menudo sufren una gran necesidad en Ucrania. Y su trabajo cae en tierra fértil en muchos corazones, por lo que cuentan con jóvenes vocaciones. Mientras que en Occidente muchas órdenes sufren de una carencia de vocaciones, en Ucrania los rostros de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará son jóvenes. Actualmente, 16 jóvenes novicias se preparan para ponerse al servicio de Dios y de los hombres.