Siria: el infierno de Damasco

Los cristianos de Damasco desesperados por los constantes ataques a los barrios del Este de la capital siria.
La organización internacional Aid to the Church in Need (ACN) pide oraciones y el cese de la violencia.
Según un informe que la fundación ACN ha recibido de la organización ‘Caritas Internationalis’ la situación en la capital siria es dramática. La gente apenas se atreve a salir de sus casas.
En los últimos tres días Damasco y sus alrededores – incluida la Ghouta Oriental, la parte controlada por los rebeldes – han sufrido un repentino aumento de la violencia, con informes de más de 250 personas asesinadas.
Caritas lamenta en el reporte que en la opinión pública se “está descuidando una parte de la historia siria” y señala el hecho “de que la mayoría de las noticias se centran en los ataques aéreos rusos y sirios contra Ghouta Oriental, la situación humanitaria allí, las bajas y necesidades, pero apenas se informa sobre la situación dentro de la ciudad de Damasco, que ha estado bajo el ataque de proyectiles de mortero desde el comienzo de 2018”.
“Desde el 5 de febrero hasta ahora, más de 200 granadas de mortero impactaron en los barrios del este de Damasco, causando más de 28 muertos y 90 heridos”, explica el informe. “Especialmente en los barrios de Bab Touma, Abbassyin, Kassaa, Koussour y Jaramana se han visto afectados por granadas de mortero desde el 22 de enero”. En estos barrios se encuentra el área cristiana y la mayoría de las oficinas de Caritas y conventos de la ciudad.
Según otra fuente consultada por ACN los ataques continuaron durante todo el día de ayer miércoles y fueron especialmente violentos durante la noche, cuando según fuentes no confirmadas un total de 51 morteros cayeron en el barrio de Bab Touma y otras partes de la ciudad antigua de Damasco. El balance es de más de 42 personas gravemente heridas y doce muertos. Aunque las cifras de los fallecidos parecen ser mucho más altas.
Varios de los morteros cayeron muy cerca del convento de la hermana Annie Demerjian que en conversación telefónica con ACN confirmó que tanto ella como las demás residentes del convento escaparon por poco de la muerte,  ya que “gracias a Dios no explotaron” en otro caso ella y algunos estudiantes universitarios «habrían resultado heridos o muertos». Fue uno de los días más mortíferos del conflicto en la capital siria. La religiosa de la Congregación de Jesús y Maria describe: “Ayer fue el infierno. Ha habido tantos heridos… Las ventanas temblaban y en el cielo llovían bombas.”
La hermana Annie, con la que la fundación ACN desarrolla numerosos proyectos de pastoral y de ayuda emergencia en Siria, describió cómo otra hermana de su congregación, la hermana Manal, tuvo que correr por las calles para esquivar las bombas: «Tenía a la hermana al teléfono mientras ella corría. Yo le decía: ‘No cuelgues. Mantente al teléfono’. Manal me decía: ‘No se puede el cielo. Se ha vuelto negro'».  Finalmente la hermana Manal regresó ilesa al convento. «El Señor ha sido bueno con nosotros. Hasta el momento, ninguna de nosotras ha sido lastimada, pero muchas otras personas han sufrido.”
En su informe Caritas relata otro ataque el 8 de febrero en el que “alrededor de 70 proyectiles de mortero impactaron en muchos vecindarios en Damasco, dejando a más de 30 personas heridas, cinco muertos y enormes daños materiales en apartamentos, tiendas y automóviles”.
La misma oficina nacional de Caritas Siria se vio afectada el pasado 11 de febrero cuando “siete granadas de mortero golpearon el barrio Janayen Al-Wared, a pocos metros de la oficina. Afortunadamente, nuestra oficina estaba cerrada, ya que era el fin de semana”. Sin embargo los morteros causaron “muchas heridas entre los civiles”.
“La gente en Damasco está muy deprimida. Se sentían optimistas en los últimos meses, y pensaban que había llegado el final de la guerra; ahora es como si hubieran vuelto a cero. La mayoría de las familias que viven en la parte oriental de la ciudad no pueden enviar a sus hijos a las escuelas después de los ataques del 22 de enero. Las calles principales y las plazas que suelen estar muy concurridas durante el día están ahora casi vacías. Todas las personas son muy precavidas en sus movimientos”.
El aumento de violencia está en relación con una ofensiva a gran escala lanzada el 1 de enero de 2018 por grupos vinculados a Al-Qaida para capturar una base militar clave en el campo oriental de Damasco, «The Vehicle Base», que contiene un gran número de soldados y grandes depósitos de armas. Desde entonces, las fuerzas del gobierno intentan recuperar el control de la zona ocupada por los grupos rebeldes, como resultado la población civil de ambas partes sufres los continuos ataques entre grupos rebeldes armados y el ejercito sirio.
La autoridades de medicina forense del gobierno sirio notificó al menos 35,000 víctimas desde 2011 por morteros y disparos de francotiradores.
“Por favor, oren por nosotros en Siria y ayúdenos a hablar en voz alta sobre esta parte de la historia, que se descuida, y que está afectando gravemente nuestras vidas y las de nuestros seres queridos” concluye el reporte.
La hermana Annie también pide oraciones por su país: «Tenemos que seguir. La vida es más fuerte que la muerte. No sabemos por cuánto tiempo continuará esta violencia, pero no puede durar para siempre. Por favor, recen por nosotros. El único camino para nosotros es la oración».
Padre Andrzej Halemba, jefe de proyectos para Siria de la fundación internacional Aid to the Church se une encarecidamente a esta petición  “por los cristianos sirios que están viviendo momentos extremadamente difíciles en estos momentos”.  “Pedimos también el cese de las hostilidades y los bombardeos tanto en la ciudad de Damasco, donde viven muchos cristianos, como de Ghouta Oriental, donde también hay cientos de civiles. En ambos sitios las personas viven aterrorizadas días y noche por los incesantes ataques.”
Siria es un país prioritario para Ayuda a la Iglesia Necesitada y el año pasado la organización caritativa cumplió más de 140 proyectos allí, la mayoría de ellos de ayuda de emergencia, incluidos alimentos, refugio y medicinas, pero también ayuda a la labor pastoral, apoyo a las religiosas, estipendios de misa, y reparaciones de iglesias y conventos destruidos por la guerra.

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