Secuestros en Nigeria: “Nuestros sacerdotes, religiosas y catequistas no están a la venta”

Una serie de secuestros y actos de violencia contra sacerdotes y religiosos en Nigeria preocupa especialmente a los católicos del país.

Por primera vez en la historia de la Iglesia católica nigeriana, un obispo -Mons. Moses Chikwe de la archidiócesis de Owerri- fue secuestrado por bandidos armados el 27 de diciembre y retenido durante varios días. Anteriormente, el 15 de diciembre, el P. Valentine Ezeagu, sacerdote de la congregación de los Hijos de María Madre de la Misericordia, fue secuestrado por desconocidos armados y liberado 36 horas más tarde. En noviembre, el P. Matthew Dajo, sacerdote de la archidiócesis de Abuya, fue secuestrado y puesto en libertad tras diez días de cautiverio. Hace dos semanas, el 15 de enero, un sacerdote de la diócesis de Minna, el P. John Gbakaan, fue secuestrado y asesinado al día siguiente.

En una entrevista con Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), Mons. Ignacio Ayau Kaigama, arzobispo de Abuya, la capital de Nigeria, califica esta situación de “enfermedad que se extiende sin que se haga ningún esfuerzo significativo para detenerla”.

En sus declaraciones a la fundación ACN, el arzobispo explica: “Los secuestros se producen desde hace mucho tiempo en Nigeria, la gente pensaba que no les ocurriría a los líderes religiosos. Por eso, cuando ocurre, es una noticia destacada”. Kaigama subraya que, si bien es un hecho muy triste que los líderes religiosos del país sean secuestrados y asesinados, también hay otros nigerianos que corren la misma suerte: “Son lo que yo llamaría víctimas silenciosas, y son muchas”, afirma.

Mons. Ignacio Ayau Kaigama, arzobispo de Abuya, la capital de Nigeria.
Mons. Ignacio Ayau Kaigama, arzobispo de Abuya, la capital de Nigeria.

Hablando sobre los autores de los crímenes, Mons. Kaigama explica que “las palabras “terroristas”, “bandidos” y “hombres armados” se han utilizado indistintamente para calificar a quienes están detrás de estos secuestros, pero no se conoce a ciencia cierta su identidad.”

El arzobispo lamenta que se esté matando a cientos y miles de personas en diferentes partes del país y que no se haga nada concreto al respecto.

“El hecho de que nuestras fuerzas de seguridad sean incapaces de identificar a estas personas resulta desconcertante y da a entender que no se esfuerzan mucho por garantizar la seguridad”, afirma Mons. Kaigama. “Esto sigue y sigue, y a nosotros nos cuentan siempre la misma historia”, denuncia.

Mons. Kaigama cree que hay varios móviles tras estos secuestros. Hay secuestros por motivos económicos perpetrados por delincuentes que “solo buscan dinero rápido, que retienen a personas como rehenes y piden rescates de millones de nairas”, pero también hay fundamentalistas religiosos que buscan la expansión territorial “para conquistar a los que consideran infieles, y los cristianos son el número uno en su lista. También atacan y matan a musulmanes que no profesan el mismo culto que ellos”, señala.

Según el arzobispo, también hay quienes son simplemente fanáticos religiosos: “Se han olvidado de lo que quieren, pero redoblan sus esfuerzos en matar y destruir”, dice.

La Iglesia católica nigeriana se distingue por ser una Iglesia visible, muy respetada y reconocida en el país, “por lo que los criminales, bandidos o como quiera que los llamen son conscientes de que cuando tocan a un sacerdote o a una religiosa católica se convierte muy rápidamente en noticia,  creen que eso obliga al Gobierno a tomárselo en serio”, añade.

“Es una estrategia de los terroristas”, sostiene. “Atacan donde la repercusión es más fuerte,  eso es lo que consiguen atacando a sacerdotes y religiosos católicos”.

Respecto a los rescates exigidos, a veces de millones de nairas, Kaigama explica la postura de la Iglesia al respecto: “Nosotros, los obispos de Nigeria, hemos acordado por unanimidad en nuestra Conferencia Episcopal y hemos dejado muy claro que no pagamos rescates. Cuando un sacerdote es secuestrado, este deja claro que su Iglesia no paga rescates”.

“Pagar un rescate significa poner en venta y en peligro a todos los sacerdotes, religiosas y colaboradores de la Iglesia que se desplazan continuamente entre las aldeas, sin disfrutar de ningún tipo de comodidad pero siempre dispuestos a sacrificarse por amor a Dios y a su pueblo, los pondría en peligro porque así se fomenta la criminalidad y se invita a los secuestradores a ocasionar más daño”, asegura Kaigama.

Mon. Kaigama manifiesta la urgente necesidad de que el Gobierno nigeriano aborde esta situación capacitando a los agentes de seguridad para que actúen con mayor eficacia. “A estas alturas cabría esperar que, con todo el dinero que gestionan los políticos, el Gobierno invirtiera más en la compra de equipamiento sofisticado para perseguir a los criminales”, señala. “Por desgracia, los agentes de seguridad ganan muy poco y tienen que enfrentarse a criminales que tienen armas más sofisticadas y que acaban derrotándolos y matándolos”, explica.

Leah Sharibu.
Leah Sharibu.

“La gente permanece secuestrada durante años, por ejemplo las niñas de Chibok, entre ellas Leah Sharibu, y muchos más, y aquí lo vemos como algo normal”.

Por eso pide “un cambio de actitud”, ya que hay que superar muchos obstáculos a la hora de encontrar una solución duradera al problema.

“No hacemos buen uso de lo que tenemos: incluso si se destina dinero a comprar equipos de seguridad, el dinero se pierde en el proceso,  cuando se compran, estos resultan defectuosos. El Gobierno debe utilizar bien el dinero y ocuparse de los agentes de seguridad que están en primera línea frente a estos criminales,  juntos debemos hacer un esfuerzo más decidido por combatirlos”, concluye.

Nigeria es un país prioritario para ACN. En 2019 se financiaron allí 121 proyectos, entre otros, para formación de sacerdotes, construcción de iglesias y ayuda de emergencia.

 

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