Los 26 sacerdotes dela Diócesis de Wabag están agradecidos por los 2.025 estipendios de Misa de nuestros benefactores. El Obispo, Mons. Arnold Orowae, nos pidió ayuda porque la diócesis es pobre y porque sus sacerdotes se ven obligados a trabajar en el campo para ganarse el sustento. Estos sacerdotes atienden parroquias gigantescas con numerosas filiales en un territorio montañoso de difícil acceso, y los largos trayectos entre estas últimas son extremadamente dificultosos. No obstante, no cesan en su empeño de atender a los 75.000 creyentes de la diócesis, visitar enfermos, aconsejar y acompañar a familias, visitar las filiales para administrar los Sacramentos, impartir Religión, celebrar la Misa en las escuelas, y organizar jornadas de retiro para jóvenes, niños, acólitos y catequistas. Desde el Año de la Misericordia ha aumentado el número de creyentes que quieren recibir el sacramento de la penitencia, por lo que los sacerdotes también destinan mucho tiempo a escuchar la confesión, y también la Adoración Eucarística es ahora más intensa en muchos lugares. Los días festivos se celebran con gran entusiasmo: así, la fiesta del Patrono de cada parroquia se prepara con una Novena. En octubre, mes del Rosario, hay procesiones en muchos de los lugares que cuentan con una capilla. Todo ello implica que los sacerdotes estén constantemente de camino de un lugar a otro.
Las intenciones de Misas de nuestros benefactores son una gran ayuda. Si bien es cierto que no se puede “pagar” por una Misa, en la Iglesia existe la antigua tradición de entregar un donativo a los sacerdotes por la celebración de una Santa Misa por una determinada intención, por ejemplo, por un difunto. Dicho donativo no es una “remuneración”, sino un signo de amor y gratitud por parte de los creyentes. Mons. Orowae nos escribe: “Todos mis sacerdotes están felices con las intenciones de Misas que han obtenido y celebran la Santa Misa con alegría por las intenciones de la persona que la ha encargado”. Los estipendios de Misas no solo sirven para garantizarles el sustento a los sacerdotes, sino también para financiar algunos de los gastos de las parroquias. Así, por ejemplo, pueden comprar con ellos hostias y vino de Misa, u ocuparse de que las capillas de los pueblos remotos ofrezcan un aspecto digno y estén mejor conservadas.
¡Dios se lo pague a todos los que contribuyen a ello!