En enero de 2019, pocos días antes del asesinato del P. César Fernández, las religiosas de la congregación Sœurs Missionnaires des Campagnes (Hermanas Misioneras del Campo) tuvieron que partir apresuradamente de Kompienbiga, en el sudeste de Burkina Faso. Encontraron refugio entre los Frères Missionnaires des Campagnes, la rama masculina de su congregación en Pama. Hermana Thérèse, Madre Superiora de la congregación, y el P. Soubeiga, párroco de Pama, describen a Ayuda a la Iglesia Necesitada el estallido de violencia que se está extendiendo el país, a pesar de que Burkina Faso ha sido hasta ahora el más tranquilo que sus tumultuosos vecinos malienses y nigerinos.
“O nos das las medicinas o te volamos la cabeza”, así describe el P. F. Soubeiga el asalto a la Hna. Victorine, que también es miembro de la congregación Missionnaires des Campagnes en enero de 2019. Hermana Victorine era enfermera del Centro de Salud y Promoción Social de Kompienbiga y “estaba de servicio en la clínica, sola”. “Alrededor de las cuatro de la tarde, entre ocho y diez individuos encapuchados y armados le exigieron que prestara atención médica a sus combatientes heridos, pero la religiosa no tenía acceso a la farmacia. Entonces le hicieron comentarios insoportables y lo rompieron todo para abastecerse ellos mismos”. Esto fue el detonante final para las religiosas de Kompienbiga. La acumulación de actos violentos las llevó a huir y buscar refugio en el monasterio de los hermanos, a 15 km de distancia, para no seguir permaneciendo aisladas.
“La tensión aumenta y el miedo se apodera de la gente”
“En la noche del 14 de septiembre de 2018, se produjeron dos atentados terroristas en los pueblos de Diabiga y Kompienbiga (a 60 y 15 km de Pama, respectivamente), en la región oriental”, indica la Gobernación de la región. Según el P. Soubeiga, “en Pama, los desmanes comenzaron en marzo de 2017 y la detonación de minas contra agentes de la Policía han ido en aumento: ha habido al menos tres o cuatro desde agosto de 2018”. La Hna. Thérèse, Madre Superiora de las Sœurs Missionnaires des Campagnes precisa: “En Kompienbiga, la tensión ha aumentado especialmente a partir de agosto de 2018. Los atacantes entran periódicamente en las aldeas, reúnen a la población y les gritan instrucciones. El miedo se apodera de la gente”. Un poco más al norte, el P. César Fernández fue asesinado en febrero de 2019, y el 17 de marzo de 2019 otro sacerdote, el P. Joël Yougbaré, fue “probablemente secuestrado por individuos armados” según informaron fuentes de la Iglesia. Por ello, las religiosas han buscado protección entre sus Hermanos de Pama, que también viven en una calma muy relativa.
Las religiosas se han dispersado
“Es la primera vez que tenemos que dejar todo apresuradamente», dice la Hna. Thérèse, que llevaba viviendo en Kompienbiga desde 2001. “De las siete religiosas de la comunidad, cuatro se han refugiado en Pama y tres han abandonado el país para ir a Togo, donde están terminando su formación. No sabemos cuándo podrán volver. Es difícil”. Su convento se estableció en Kompienbiga hace 25 años, y en un parvulario abierto por ellas, se ocupaban de unos cuarenta niños de entre tres y seis años, a menudo abandonados. Además, acababan de abrir un centro de costura para enseñarles el oficio a cinco jóvenes. “Nuestro deseo es regresar lo antes posible para proseguir con lo que hemos puesto en marcha”, insiste la Hna. Thérèse. “Por favor, recen por nosotras”.
“Los católicos son los más expuestos”
Por el momento, incluso en Pama, “donde la situación es más tranquila”, se impone el toque de queda. “Vivimos en un ambiente pernicioso”, confirma el P. Soubeiga. “Como católicos, somos los más expuestos porque representamos una institución centralizada y fácilmente identificable. Atacar a un sacerdote significa castigar a todo un territorio. Las consecuencias no serían las mismas para los protestantes o los musulmanes, con comunidades más fragmentadas, lideradas por numerosos pastores e imanes locales”.
¿Cancelada la Vigilia Pascual?
Por lo tanto, la Policía impone estrictas normas de seguridad. “Algunas zonas me están vedadas”, se lamenta el párroco de Pama. “En enero tuve que evacuar en 15 días a los catequistas de Diabiga, Kompienbiga y de otro pueblo que está a 78 km de Pama. En cuanto al futuro próximo, es muy probable que no podamos celebrar la Vigilia Pascual”.
A la pregunta acerca de quién es el responsable de los desmanes de los últimos meses, el sacerdote es claro: “Es imposible de entender, porque ningún grupo reivindica los ataques. Se habla de mercenarios, pero algunos terroristas son claramente nativos de Burkina Faso, porque hablan perfectamente las lenguas locales”.