Decenas de muertos en una nueva ola de ataques contra comunidades en región central de Nigeria

Una serie de brutales ataques contra comunidades en el Middle Belt (Cinturón Medio) de Nigeria ha dejado al menos 36 personas muertas, además de varios heridos y secuestrados, según informes recibidos por la organización católica Aid to the Church in Need (ACN) de la diócesis de Makurdi.

La ola de violencia, atribuida por fuentes locales a miembros militantes de la comunidad de pastores fulani, tuvo lugar entre el 24 y el 26 de mayo en varias aldeas del estado de Benue. Entre las víctimas hay un agente de policía y civiles que han sido objeto de lo que parecen ser ataques coordinados contra asentamientos agrícolas.

El primer incidente ocurrió el 24 de mayo en Tse Orbiam, en el área de gobierno local (LGA) de Gwer West, donde el padre Solomon Atongo, de la parroquia de Jimba, recibió un disparo en la pierna cuando regresaba de una celebración para rememorar a dos sacerdotes asesinados en 2018.

Ori Hope Emmanuel, de la Fundación para la Justicia, el Desarrollo y la Paz de la Diócesis, dijo a ACN: «En la noche de su regreso de un servicio conmemorativo celebrado en honor de dos sacerdotes católicos asesinados en 2018, el padre Solomon Atongo, de la parroquia de Jimba,  recibió un disparo en la pierna izquierda por parte de asaltantes armados identificados como yihadistas fulani. Los dos pasajeros que lo acompañaban fueron secuestrados por los atacantes. El padre Atongo está recibiendo tratamiento médico».

Al mismo tiempo, un agricultor local que acababa de concluir su jornada laboral fue asesinado a tiros en su granja.

En un comunicado, el padre Oliver Ortese, presidente del Consejo Consultivo Internacional de la diócesis de Makurdi, criticó a las fuerzas de seguridad por no haber intervenido durante el ataque: «Hay un puesto militar donde están alojados soldados del ejército nigeriano administrado por el gobierno y fue ahí donde ocurrió este incidente. Esto ha dejado muchas preguntas abiertas. ¿Estaban los soldados dormidos durante los tiroteos?”

La violencia se intensificó al día siguiente, cuando 20 personas fueron asesinadas en Aondona, también en Gwer West LGA. Aondona es la aldea natal del obispo de la diócesis de Makurdi, Mons. Wilfred Chikpa Anagbe. Los atacantes, fuertemente armados, «abrieron fuego indiscriminadamente, causando víctimas civiles y provocando pánico y confusión generalizados», dijo Ori Hope Emmanuel. «Muchos residentes huyeron de sus hogares en busca de seguridad». Los sacerdotes y religiosas que viven en Aondona lograron escapar a Taraku, una aldea cercana donde muchos de los supervivientes de la tragedia han encontrado asilo en la iglesia católica de san Patrick.

El mismo día, tres miembros de una familia —un padre, su hijo adolescente y un niño de dos años— fueron asesinados en la aldea de Yelewata, en la región de Guma. La esposa sufrió heridas graves. El ataque se produjo tras la brutal golpiza a un agricultor de 67 años y la destrucción de su cultivo de yuca.

El 26 de mayo se produjeron otros cinco ataques en Tse Orbiam y otras seis en Ahume, en la región de Gwer Occidental. Ori Hope Emmanuel informó que los asaltantes «dispararon indiscriminadamente a las personas, lo que resultó en múltiples muertes, incluida la muerte de un oficial de policía móvil en una misión especial en el área».

Ese día se produjo el último ataque registrado en el cual hombres armados abrieron fuego contra residentes y viajeros, hiriendo a seis personas y matando a una en la carretera Naka-Adoka, en Gwer Oeste.

El padre Ortese condenó el impacto más amplio de estos repetidos ataques en las comunidades locales: «Están creando crisis humanitarias, ya que los que sobreviven son trasladados a campamentos donde se convierten en mendigos para buscarse la vida. No te puedes imaginar la realidad en la que vivimos aquí. Esto es horror. Esto es terror».

Los conflictos entre los pastores nómadas y las comunidades agrícolas sedentarias han sido un problema persistente en el Cinturón Medio de Nigeria, con causas complejas que incluyen la competencia por la tierra y el agua, y tensiones étnicas, políticas y religiosas enredadas. De este brebaje tóxico emergen los terroristas fulani, una minoría entre los 12 a 16 millones de personas de la etnia fulani en Nigeria.

ACN pide oraciones por el descanso eterno de aquellos que perdieron la vida en los ataques, por las familias afectadas por la violencia, por la recuperación del padre Atongo y por la liberación segura de las personas secuestradas.

La fundación pontificia, que apoya a la Diócesis con ayuda de emergencia, iniciativas de curación de traumas y proyectos pastorales, pide una mayor protección de las comunidades vulnerables e insta a la comunidad internacional a solidarizarse con las víctimas de la violencia.

 

Por Maria Lozano.

Our Task Areas
Our Regional Activities
Press contact

Latest News

Los desplazados atraviesan una situación muy precaria y difícil. A menudo, carecen de lo esencial para vivir...
Cuando llegamos, los refugiados no tenían ropa, estaban sucios y carecían de productos de higiene y comida. No teníamos una casa...
El ataque del viernes 13 por la noche se produce en medio de un aumento de ataques en el Estado de Benue, que se centran en la región de Makurdi, donde el 95% de la población son católicos...