El Padre jesuita Samir Khalil Samir, experto en Islam y profesor del Pontificio Instituto Oriental de Roma, se encontraba de paso en Canadá y aprovechó para visitar la oficina canadiense de ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’ el jueves pasado, 20 de abril de 2017. Este egipcio nacido en El Cairo respondió a nuestras preguntas acerca de qué piensa de la visita del Papa a Egipto, de la importancia del diálogo entre el Islam y el Cristianismo, y del temor de que Oriente Próximo se quede sin cristianos. A continuación, algunos extractos de dicho encuentro.
Sus declaraciones fueron recogidas por Mario Bard de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) en Canadá.
ACN: ¿Qué le diría usted al Papa Francisco con motivo de su viaje a Egipto? ¿Le aconsejaría que permaneciera en Roma o que realizara el viaje?
P. Samir: Creo que, tal como es él, es preciso que vaya. El Papa no es una persona que tenga miedo. Por otro lado, si tenemos en cuenta la posibilidad de un atentado, creo que Egipto, aunque solo sea por una cuestión de honor, hará lo imposible por protegerlo y por asegurarse de que no haya ningún elemento peligroso en los alrededores. Desde este punto de vista, creo que todo se desarrollará con normalidad.
Además, ahí está el carácter del Papa Francisco, que podría decir: “No temo a nada y estoy en medio del pueblo. Y si debo morir, pues bien, yo soy como cualquier otra persona, me puede ocurrir simplemente porque me encuentro en ese lugar [donde tiene lugar un atentado]”. Así pues, esto podría explicar por qué no ha renunciado a su viaje.
Especialmente, porque hace mucho tiempo que quiere volver a estrechar los vínculos entre el Vaticano y el Islam. Y esto me lo dijo él personalmente con ocasión en una entrevista de media hora de duración mantenida hace algunos meses. Concretamente, me dijo: “¿Por qué insisto en el hecho de que el Islam es una religión de paz? Porque debemos ante todo renovar los vínculos de amistad con los musulmanes y con Al Azhar”.
¿Por qué es necesario “volver a estrechar los vínculos”? ¿Qué ha pasado?
Recordemos el contexto: hace seis años, en la Navidad, hubo un atentado en Alejandría contra una iglesia copta, perpetrado por un terrorista suicida, que se saldó con decenas de muertes. Pocos días después, el Papa Benedicto XVI, que recibió a los embajadores acreditados ante la Santa Sede, dijo: “Pido al presidente de la República de Egipto que proteja a los cristianos”. En ese momento, el Imán Ahmed el-Tayeb, rector de la Universidad de Al Azhar, dijo que era inaceptable que el Papa se entrometiera en la política egipcia y rompió relaciones con Roma. Hoy, tras varios intentos infructuosos, se han retomado las relaciones. Y este era el objetivo principal del Papa Francisco: el de restablecer las relaciones con el Islam y, principalmente, con Al Azhar, que es quien representa a la mayoría de los musulmanes del mundo, a saber, al 80% de ellos. Por tanto, se trata de una autoridad moral e intelectual ineludible.
Padre Samir, ¿por qué es importante que haya un diálogo interreligioso con el Islam?
En primer lugar, porque el Islam es la segunda religión más grande del mundo: hay más de 1,5 mil millones de musulmanes repartidos por casi todos los países del mundo. No es posible ignorar este hecho. Después, porque el Islam es una religión monoteísta, junto con el Judaísmo y el Cristianismo, por lo que es preciso que se pueda dialogar con ellas. Creo que eso es lo esencial, y no es objetivo político. Es decir, intentemos comprendernos mutuamente, al igual que mantenemos un diálogo con los judíos.
Se dice que Oriente Próximo se está quedando sin cristianos. ¿Qué se puede hacer para que cambie esta tendencia? Incluso los musulmanes no quieren que se dé esta situación.
La mayoría de los musulmanes dice: “Necesitamos a los cristianos”. Recientemente, una emisión radiofónica ha impresionado a todo el mundo: durante ocho minutos se abordó el tema de las escuelas cristianas, que formaron a la élite intelectual de Egipto en los siglos XIX y XX.
También está el caso del Líbano, que es el único país del mundo árabe en el que hay cierta paridad, precisamente porque son los cristianos los que lo han construido, aunque hoy no representen a más del 35% de la población. En el Parlamento, los musulmanes quieren que haya 64 musulmanes y 64 cristianos porque lo consideran esencial. Esto lo reconocen todos los musulmanes que reflexionan.
Por otro lado, está la desaparición de los cristianos de Oriente Próximo. En Egipto son ellos los que, por así decir, son autóctonos. Allí se sabe que si se quiere preservar la conciencia nacional, no se puede eliminar a los cristianos. Por desgracia y por motivos político-económico-religiosos, cada vez más cristianos se van. Y lo que pasa en estos momentos es lo que quiere el ISIS (Estado Islámico/Daesh). Pero estos son fanáticos, mientras que, globalmente, los musulmanes no lo son. Pero les falta valentía para decir: hay que pararles los pies. En lugar de decir esto, dicen: esto no tiene nada que ver con el Islam, con lo que no resuelven nada. Pero, en el fondo de sus corazones, la mayoría de los musulmanes dicen: ¡esto es una vergüenza!
Actualmente, para que los cristianos se queden, hay que ayudarlos a permanecer en sus casas. En Egipto, esto no supone un gran problema debido al gran número de cristianos (casi 10 millones). Pero en Iraq y en Siria, donde han destruido las casas de los cristianos, para permanecer en el país se necesita un valor enorme. Esto es lo que hacen los Patriarcas, entre ellos, el Patriarca Sako de los Caldeos de Babilonia, que lucha con todas sus fuerzas para que los cristianos no emigren, para que se queden, para salvar a la Iglesia local. Y lo mismo ocurre en Siria.
Hay que ayudarlos a quedarse. Ayudarlos económicamente si se puede, pero también moralmente, apoyándolos e intentando frenar ese crimen que es el ISIS.
ACN va a apoyar a los 3.000 jóvenes provenientes de todos los lugares de Egipto que peregrinarán a El Cairo para participar en la visita del Papa Francisco los días 28 y 29 de abril. Su peregrinación, iniciada el 25 de abril, incluye celebraciones litúrgicas en diferentes santuarios en el camino hacia El Cairo, la celebración de Misas, confesiones, y la visita a los hospitales de El Cairo un día antes de la llegada del Santo Padre. En este grupo hay 250 representantes de cada una de las diócesis católicas egipcias y más de 1.000 participantes oriundos de la capital.