Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
La Constitución de la República de Togo garantiza a toda persona «la igualdad ante la ley» sin distinción de origen, raza, sexo, condición social o religión y «respeta todas las [opiniones] políticas y filosóficas, así como todas las creencias religiosas» (artículo 2). Prohíbe a los partidos políticos identificarse «con una región, etnia o religión» (artículo 7). Conforme al artículo 11, «nadie puede ser favorecido o perjudicado por razón de su origen familiar, étnico o regional, de su situación económica o social, de sus convicciones políticas, religiosas, filosóficas o de otra índole». Se protege la libertad de pensamiento, conciencia, religión, creencia, opinión y expresión «ejercida libremente» dentro de la ley y del respeto al carácter laico del Estado (artículo 25). Las confesiones religiosas «tienen derecho a organizarse y realizar sus actividades libremente». En general, las autoridades respetan la libertad de religión.
Los ciudadanos musulmanes se concentran en el norte del país, mientras que el sur es predominantemente cristiano. Hasta hace poco, católicos, protestantes y musulmanes no tenían que registrarse ante las autoridades, pero ahora todos los grupos religiosos, incluidos los etno-regionales, tienen la obligación de registrarse como asociaciones religiosas en la Dirección de Asuntos Religiosos, que forma parte del Ministerio de Asuntos Territoriales. Esto les permite abrir lugares de culto y recibir una serie de exenciones fiscales, subvenciones a los colegios privados y asistencia cuando se producen desastres naturales.
Registrarse como asociación religiosa supone el pago de una tasa y la presentación de información sobre los estatutos del grupo, sus enseñanzas, sus líderes y las credenciales de estos, sus lugares de culto y sus finanzas. Este proceso puede tardar varios años en completarse. A finales de 2021, seguían pendientes las solicitudes de unos 900 grupos religiosos, cantidad similar a la de años anteriores. A pesar de ello, los grupos no registrados pueden operar de manera informal.
Las celebraciones públicas susceptibles de ocasionar molestias, como las celebraciones nocturnas ruidosas, requieren un permiso especial de la Dirección de Asuntos Religiosos. En la escuela pública no se ofrece ninguna formación religiosa reglada, pero los grupos religiosos registrados pueden fundar centros educativos propios si cumplen las normas de acreditación, y pueden contratar profesores y personal de apoyo pagados con fondos públicos.
Incidentes y acontecimientos
Togo lleva bajo el control de la misma familia desde mediados de la década de 1960. En 2005, a la muerte de su padre, Faure Gnassingbe Eyadema, el presidente actual, Faure Gnassingbe, le sustituyó en el cargo. Aunque se han celebrado unas elecciones y estas se han desarrollado pacíficamente, se critica al régimen por debilitar deliberadamente a las fuerzas de la oposición y por la represión que ejerce.
Pese al elevado potencial de conflicto, las relaciones entre los distintos grupos étnicos y religiosos del país se han mantenido cordiales. De hecho, la Iglesia católica tiene un papel protagonista en la divulgación ecuménica e interreligiosa. Además, diversas misiones cristianas trabajan en los ámbitos de la educación y de los servicios sanitarios en las zonas rurales y los suburbios más pobres de la capital, Lomé. En 2021, el Consejo Mundial de Iglesias celebró una reunión en Togo para desarrollar programas para niños contra la violencia de género.
Sin embargo, las relaciones entre los grupos religiosos y las autoridades no siempre han sido positivas. En 2020, los medios de comunicación denunciaron que el Gobierno de Togo vigilaba con programas espía a algunos de sus críticos, entre ellos a miembros del clero católico, como el obispo Benoît Alowonou de Kpalimé.
En 2021, durante la pandemia de la COVID-19, al aumentar el número de casos de infección, las autoridades impusieron medidas más estrictas, cerrando los lugares de culto y suspendiendo los principales servicios religiosos. Esto provocó la reacción de los representantes religiosos, entre ellos los obispos católicos.
A finales de 2021, se produjo en Togo el primer atentado islamista desde que se unió a un grupo de países de África Occidental en la iniciativa de Accra, acuerdo dirigido a reforzar la cooperación regional en materia de seguridad para prevenir el terrorismo transfronterizo, el extremismo violento y la delincuencia transnacional organizada, especialmente en el Sahel. Existe una relación directa entre el atentado de Sanloaga y el aumento de las actividades de combatientes en la provincia de Kompienga, en Burkina Faso: varios combatientes de Ansar al Islam, organización supuestamente relacionada con Yamaat Nasr al Islam wal Muslimin (Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes), se infiltraron en la región de Savanes, en Togo, y atacaron un puesto militar en el pueblo de Sanloaga. Se cree que este grupo salafí yihadista está vinculado con Al Qaeda y pretende sustituir la autoridad estatal establecida por un régimen islamista basado en la aplicación estricta de la ley islámica.
Futuro de la libertad religiosa
La situación en Togo es ambivalente. Por un lado, los grupos terroristas islamistas han extendido su campaña a Togo, entrando desde Burkina Faso, con el objetivo de imponer una rígida versión salafí yihadista del islam, lo que ha generado tensiones religiosas en el país. Por otro lado, Togo tiene una larga tradición de convivencia pacífica entre los grupos religiosos, y los líderes religiosos locales se implican directamente en el diálogo interreligioso y la tolerancia mutua, lo que ofrece esperanzas para el futuro. Por lo tanto, las perspectivas actualmente son estables, aunque preocupa que en el futuro se produzcan incursiones de grupos terroristas yihadistas.