Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
Desde 1991, Somalia carece de un Gobierno central cuyo mandato alcance a todo el territorio. Desde que se adoptara una Constitución provisional en agosto de 2012, el país se conoce internacionalmente como Gobierno Federal de Somalia.
El estatus de la religión y la vida religiosa se rige por la Constitución, aunque la legislación varía de una región y subregión del país a otra; por ejemplo, la Constitución del Gobierno Federal de Somalia reconoce la igualdad de «todos los ciudadanos, independientemente de su sexo, religión, estatus social o económico», etc., mientras que la constitución de Somalilandia no incluye la religión como motivo de igualdad entre sus ciudadanos.
En el territorio controlado por el Gobierno Federal de Somalia el islam es la religión del Estado (artículos 2.1 y 2.2). No puede difundirse en el país ninguna religión distinta del islam y el presidente debe ser musulmán. También según la Constitución de Somalilandia, el islam es la religión del Estado (artículo 5.1), pero allí deben ser musulmanes tanto el presidente como el vicepresidente (artículo 82.2).
La Constitución provisional del Gobierno Federal de Somalia garantiza la igualdad de derechos a todos los ciudadanos, con independencia de su religión. Sin embargo, al mismo tiempo, el artículo 2.3 estipula que la legislación tiene que ajustarse a la sharía (la ley islámica). Lo mismo ocurre en Somalilandia (artículo 5.2).
La constitución provisional del Gobierno Federal de Somalia se aplica a todos los ciudadanos, independientemente de su afiliación religiosa. Por lo tanto, incluso los no musulmanes están sometidos a una legislación que sigue los principios de la sharía. La conversión desde el islam a otra religión no está expresamente prohibida por la Constitución provisional del Gobierno Federal de Somalia, pero no está aceptada socialmente. En cambio, las constituciones de Somalilandia y Puntlandia prohíben expresamente la conversión. Los no musulmanes tienen prohibido profesar su fe en público.
Ni la Constitución Provisional de la República Federal de Somalia ni el Código Penal del país (que nominalmente es válido en todo el país) prohíben específicamente la conversión del islam a otras religiones. Sin embargo, la sharía se ha interpretado en el sentido de que prohíbe las conversiones a los musulmanes. De hecho, a nivel regional, la Constitución de Somalilandia estipula que «la sharía islámica no acepta que una persona musulmana pueda renunciar a sus creencias» (artículo 33.1), prohibiendo así las conversiones del islam a otras religiones. En la Constitución de Puntlandia también figura una disposición que prohíbe a los musulmanes renunciar a su fe. En general, las autoridades y la población de Somalia no muestran ninguna tolerancia hacia quienes abandonan el islam, que solo pueden quedarse allí si se hacen invisibles a los ojos de los demás.
La formación religiosa islámica es obligatoria en todos los colegios públicos e islámicos del país. Solo están exentos unos pocos colegios no islámicos. Todas las comunidades religiosas tienen que registrarse en el Ministerio de Asuntos Religiosos. Sin embargo, esta obligación es en la práctica bastante caprichosa, bien porque los criterios que hay que cumplir para el registro no están demasiado claros, bien porque las autoridades carecen de medios para hacer cumplir la ley, especialmente fuera de la capital.
En la mayor parte del país, los tribunales se basan en el xeer, es decir, el derecho consuetudinario tradicional, la sharía y el Código Penal. La regulación y el cumplimiento de las prácticas religiosas dependen de cada región, a menudo de forma incoherente. Sin embargo, tras la larga guerra civil de Somalia, la situación de los derechos humanos en el país es desastrosa y el Estado de derecho inexistente. Se ejecuta sumariamente a personas sin juicio previo, y a menudo se cometen ataques violentos contra grupos e individuos. En las zonas bajo influencia del grupo islamista Al Shabab se impone una forma más estricta de sharía con graves violaciones de los derechos humanos, entre ellas las ejecuciones por lapidación.
Incidentes y acontecimientos
Se cree que los musulmanes suníes constituyen casi el 100% de la población, aunque también hay unos pocos musulmanes chiíes. Los cristianos y otros grupos religiosos no musulmanes denuncian la imposibilidad de practicar su religión abiertamente; en el país no hay lugares de culto para los no musulmanes y no hay ni una sola iglesia en Somalia, aparte de la catedral de Mogadiscio, que ya no se utiliza para el culto cristiano por su estado ruinoso.
La turbulenta historia reciente de Somalia, que ha pasado de ser un Estado fallido tras una prolongada guerra civil a un Estado en recuperación en la actualidad, ha afectado enormemente a la libertad religiosa de su población, así como al resto de los aspectos de la vida somalí. El islam sufí tolerante, antaño muy extendido, había permitido mantener buenas relaciones con otras religiones. Sin embargo, el vacío de poder de las últimas décadas ha dado lugar al extremismo islamista, permitiendo que en el territorio estén activos un número creciente de grupos salafistas y otros grupos yihadistas islamistas violentos.
En la actualidad, los militantes armados que causan más sufrimiento a los ciudadanos somalíes son el grupo extremista islamista Al Shabab. Al Shabab, que significa «La Juventud» en árabe, es «la mayor organización militante que lucha por expulsar al Gobierno somalí y a la presencia militar extranjera que lo apoya. El grupo pretende controlar el territorio de Somalia para establecer una sociedad basada en su rígida interpretación de la sharía». En las zonas que controla, Al Shabab mantiene prohibidos todos los medios de comunicación, el ocio, fumar y cualquier comportamiento considerado no islámico, como afeitarse la barba. También se obliga a las mujeres a cubrirse la cabeza.
Al Shabab fue expulsado de Mogadiscio en 2011 con ayuda internacional; sin embargo, sigue perpetrando numerosos atentados en la ciudad, en el resto del país y en las naciones vecinas. Operando aparentemente sin apenas oposición, consideran a los cristianos objetivos «de alto valor» para asesinarlos.
El 23 de octubre de 2021, al menos 20 personas murieron y más de 40 resultaron heridas cuando un grupo islamista moderado se enfrentó a las tropas del Gobierno somalí por el control de una ciudad del centro de Somalia. Mogadiscio había denegado a este grupo su solicitud de gobernar como entidad islámica, alegando que sus miembros debían buscar el poder pacíficamente a través de sus respectivos clanes. También pedía que las milicias del grupo se integraran en las fuerzas nacionales.
El 25 de noviembre de 2021, un grupo islamista de Al Shabab bombardeó Mogadiscio, la capital de Somalia, causando ocho muertos y 17 heridos.
El 12 de enero de 2022, al menos ocho personas murieron en la capital, al estallar un coche bomba contra un convoy. El atentado fue reivindicado por Al Shabab. En un breve comunicado, el grupo afirmó que su objetivo eran los «oficiales extranjeros». Los testigos declararon a la agencia de noticias AFP que cuando se produjo la explosión pasaba por la zona un convoy de varios vehículos de seguridad privada que escoltaba a extranjeros.
El 16 de enero, el portavoz del primer ministro, Mohamed Ibrahim Moalimu, resultó herido en Mogadiscio, y el 18 de enero cuatro personas murieron por la explosión de coches bomba.
El 10 de febrero, una explosión a bordo de un minibús que transportaba delegados a las elecciones legislativas somalíes causó al menos seis muertos y doce heridos. El grupo Al Shabab reivindicó la autoría del atentado. Debido a esta escalada de tensiones y a la agitación política, las elecciones previstas para el 25 de febrero volvieron a aplazarse.
El 16 de febrero, al menos cinco personas murieron y otras 16 resultaron heridas cuando el grupo extremista Al Shabab atacó un puesto de control policial en la capital, Mogadiscio.
En una entrevista concedida a la Agencia Fides el 19 de febrero, Mons. Giorgio Bertin, administrador apostólico de Mogadiscio y obispo de Yibuti, declaró: «Está claro que al Shabab, viendo las disputas de la clase política a nivel estatal y regional, ha decidido reanudar sus actividades. Aprovecha el vacío para enviar un mensaje a la población: “Este Gobierno federal no es capaz de mantener el orden y la estabilidad, si estás a nuestro lado estarás a salvo”. El mensaje se dirige principalmente a la población de las zonas rurales, pero no se olvida de la de las ciudades. La respuesta correcta a estos mensajes serían unas elecciones y el inicio de un proceso político de gobierno estable».
El 29 de marzo, Al Shabab lanzó un ataque contra la base militar de Af Urur, en el norte del país, en el que murieron cuatro soldados. Esta emboscada se produjo apenas una semana después de dos atentados mortales perpetrados el 23 de marzo: uno contra la base de Halane, cerca del aeropuerto de la capital, Mogadiscio, y dos explosiones gemelas en la ciudad de Beledweyne, en el centro de Somalia, que causaron 48 muertos y más de 100 heridos. Entre las víctimas mortales se encontraba Amina Mohamed Abdi, destacada política de la oposición y abierta crítica al Gobierno. Al Shabab afirmó que había perpetrado los atentados para atacar a los políticos que se presentaban a las elecciones de Somalia, que ya llevaban más de un año de retraso.
El 3 de mayo de 2022, diez miembros de las fuerzas de paz de la Unión Africana (UA) murieron en un asalto a la base de la UA en El Baraf, Somalia, situada a 150 km al norte de Mogadiscio. Al Shabab reivindicó la autoría del ataque. Veinticinco soldados de la UA resultaron heridos; además murieron veinte miembros del grupo terrorista. Burundi es uno de los países que más contribuye enviando tropas a la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM).
El 15 de mayo de 2022 se celebraron elecciones presidenciales en Somalia. Tras ser aplazadas en repetidas ocasiones, el vencedor fue Hasán Sheij Mohamud. Los resultados de las elecciones infundieron optimismo a la nación. Una delegación de la que formaba parte el obispo Giorgio Bertin viajó a Mogadiscio para reanudar los lazos con las autoridades somalíes y reunirse con los nuevos cargos electos, entre ellos el nuevo presidente de la Cámara.
El 14 de agosto de 2022, el papa Francisco expresó su preocupación y ofreció sus oraciones por los países, entre ellos Somalia, que sufren graves crisis humanitarias agravadas por la sequía. El Pontífice afirmó que «la población de esta región, que ya vive en condiciones muy precarias, corre ahora el peligro de morir a causa de la sequía. Por desgracia, la guerra desvía la atención y los recursos, pero estos son los objetivos que requieren un mayor compromiso: la lucha contra el hambre, la salud, la educación».
Para los cristianos, especialmente los que se han convertido del islam y viven en riesgo incluso en el seno de sus propias familias, la vida cotidiana está plagada de peligros. La opresión es intensa sobre todo en las regiones controladas por Al Shabab, donde no ser musulmán puede acarrear la muerte. A pesar del ligero descenso del número de ataques violentos contra los cristianos en el período estudiado en este informe, la persecución sigue siendo extrema. La fe se oculta y las oraciones se hacen en secreto.
En Somalilandia solo reside un sacerdote católico, y celebra misas a domicilio. La presencia cristiana en Somalia se reduce básicamente a los miembros de las tropas del ejército italiano, burundés y ugandés desplegadas como parte de AMISOM, así como a trabajadores de la ONU y de ONG, todos ellos atendidos principalmente por capellanes castrenses.
El pequeño número de creyentes no musulmanes de Somalia son en su mayoría cristianos convertidos desde el islam. La conversión se considera una traición a la familia y a la comunidad; una persona de la que se sospeche siquiera que se ha convertido es susceptible de sufrir acoso, intimidación o incluso de ser asesinada. En el caso de los conversos varones a los que se haya perdonado la vida, por ser cristianos se les niega la herencia cuando son adultos y la educación si son niños. Las mujeres convertidas al cristianismo sufren castigos aún mayores; una mujer somalí de la que se sospeche que es cristiana puede ser violada y humillada en público, sometida a un estricto arresto domiciliario, secuestrada, casada a la fuerza o incluso asesinada.
Futuro de la libertad religiosa
La elección de Hamza Abdi Barre como próximo primer ministro del Gobierno Federal de Somalia ofrece a los somalíes algunos motivos de esperanza. Más allá de esto, la situación sigue siendo calamitosa. La violencia en el país ha seguido imparable durante el período estudiado en este informe, perpetrada por grupos como el Estado Islámico y sus afiliados, así como por Al Qaeda y Al Shabab.
La continua inestabilidad política y los desacuerdos entre las comunidades musulmanas locales también han permitido a Al Shabab insertarse como una forma de autoridad sustituta. Según un informe reciente de Al Yazira, el grupo está empezando a prestar servicios esenciales y a crear un sistema judicial independiente para tratar asuntos legales como parte de una campaña dirigida a ganarse el apoyo local. Para algunos, el sistema jurídico paralelo es un sustituto rápido y asequible del sistema judicial somalí, en el que los casos pueden prolongarse durante años y en el que los elevados costes legales impiden a menudo que los litigios sean siquiera admitidos a trámite. Los acontecimientos revelan el objetivo malintencionado de crear un Estado dentro del Estado.
Las perspectivas para el futuro de los derechos humanos, incluida la libertad de religión, son sustancialmente negativas. De momento, no hay indicios de que la situación vaya a mejorar.