Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
Conforme a la Constitución de Siria, aprobada en referéndum en 2012, «la religión del presidente de la República será el islam; la jurisprudencia islámica será la fuente principal de la legislación; el Estado respetará todas las religiones y garantizará la libertad de practicar todos los ritos siempre que no atenten contra el orden público; se protegerá y respetará el estatuto personal de las comunidades religiosas» (artículo 3). Se prohíbe «llevar a cabo cualquier actividad política o formar partidos o agrupaciones políticas basadas en principios religiosos, sectarios, tribales, regionales, de clase y profesionales, o en la discriminación por motivos de sexo, origen, raza o color» (artículo 8). Los ciudadanos «tendrán los mismos derechos y deberes sin discriminación entre ellos por motivos de sexo, origen, idioma, religión o credo» (artículo 33) y «la libertad de creencia se protegerá conforme a la ley» (artículo 42).
El Gobierno restringe el proselitismo y las conversiones. Prohíbe la conversión de los musulmanes a otras religiones. Aunque las conversiones del islam al cristianismo no están permitidas, el Gobierno reconoce las conversiones de cristianos al islam. El Código Penal de Siria prohíbe «provocar tensiones entre las comunidades religiosas» y en el artículo 462 de dicho código se dispone que se sancionará con hasta dos años de prisión a quien denigre públicamente la religión.
Todo el entorno político, incluida la aplicación de la justicia, sigue definido por los acontecimientos posteriores a la «primavera árabe». En marzo de 2011, terminadas las manifestaciones contra el Gobierno, se produjeron enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas gubernamentales del presidente Bashar al Ásad. Al llegar el verano, la espiral de violencia desembocó en una auténtica guerra civil y la oposición comenzó a armarse. Además, con la intervención de Irán, Turquía y Arabia Saudí, entre otros países, así como de Estados Unidos y Rusia, el conflicto se convirtió, según numerosos observadores, en una guerra indirecta. En la actualidad, el Gobierno del presidente Al Ásad ha mantenido o recuperado el control de la mayor parte del país, aunque todavía hay zonas en las que otros grupos, apoyados por intereses extranjeros de diversa procedencia, han establecido el control.
La mayor parte de los sirios son musulmanes suníes. Alauíes, cristianos y drusos también forman parte del mosaico religioso tradicional del país. Los kurdos constituyen el grupo étnico no árabe más importante; la mayoría de ellos profesan el islam suní y viven en el norte del país. El presidente Al Ásad pertenece a la comunidad alauí.
En 1974, en la época del presidente Hafez al Ásad, padre del actual presidente, el académico chií Musa al Sadr emitió una fetua en la que reconocía a los alauíes como rama del islam chií. Parte de la mayoría suní desprecia a los alauíes, a los que considera herejes.
En diciembre de 2020, el presidente Bashar al Ásad pronunció un discurso ante una asamblea de académicos musulmanes suníes. «Algunas personas creen que uno de los requisitos del laicismo, o la esencia del laicismo, es separar la religión del Estado. Se trata de un error: no hay ninguna relación entre el laicismo y la separación de la religión del Estado».
Incidentes y acontecimientos
En noviembre de 2020, un grupo opositor armado respaldado por Turquía fue acusado de haber saqueado la iglesia ortodoxa siria Mar Tuma en Ras al Ayn. En julio de 2021, el Ministerio de Defensa turco anunció la reparación de la iglesia y de otras estructuras religiosas afectadas por su operación de 2019 en la zona. Los críticos acusaron a Turquía de estar tratando únicamente de limpiar su imagen internacional.
En diciembre de 2020, Voice of America informó de que los miembros de la comunidad yazidí del noroeste de Siria estaban atemorizados porque los rebeldes islamistas respaldados por Turquía que controlan la zona habían lanzado una campaña de una semana de duración de bloqueo y arrestos contra esa minoría religiosa en la ciudad de Afrin.
En febrero de 2021, las incursiones aéreas turcas y los continuos ataques de grupos extremistas respaldados por Turquía cerca de Alepo afectaron a miles de yazidíes que en 2018, cuando Turquía invadió el norte de Siria, habían huido a esa zona desde Afrin. Se calcula que, en aquel momento, alrededor de 160 000 kurdos y miembros de otras minorías étnicas y religiosas fueron objeto de una limpieza étnica.
En febrero de 2021, el Ministerio de Justicia sirio dictó que las leyes del estatuto personal islámico se aplicarían a los miembros de la comunidad yazidí. Defensores de los derechos humanos respondieron que esa decisión era equiparable a una persecución religiosa, y que era un error considerar la fe yazidí como parte del islam. Según las estimaciones, ahora quedan menos de 5000 yazidíes en Siria, frente a los 80 000 que había antes de la guerra.
En marzo de 2021, un artículo de Foreign Policy aseguraba que Irán estaba tratando de aumentar el número de chiíes en Siria. Según el artículo, los combatientes extranjeros de la milicia chií llevaban a sus familias a Siria para que se establecieran allí. El artículo afirmaba, además, que Irán también intenta que los suníes se conviertan al chiismo a través de incentivos materiales.
Medios de comunicación locales denunciaron que los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán se han embarcado en una iniciativa sistemática para aumentar el número de santuarios y lugares religiosos chiíes en la provincia de Deir al Zur, tanto apropiándose de los existentes como construyendo otros nuevos. El objetivo es conseguir que Irán pueda reclamar el poder político en nombre de los chiíes sirios y justificar su presencia para proteger los santuarios (los principales santuarios chiíes de Siria suelen contar con una fuerte presencia de seguridad iraní).
En junio de 2021, detuvieron a tres cristianos ortodoxos en su pueblo, a las afueras de la ciudad de Ras al Ain, al norte de Siria. Posteriormente fueron deportados a Turquía, donde un tribunal los condenó a cadena perpetua acusados de terrorismo. Se ha criticado tanto el veredicto como el secuestro, calificándolos de ilegales.
En agosto de 2021, aviones turcos causaron daños en casas de Tell Tawil (Bnay Rumta), pueblo cristiano de la gobernación de Al Hasaka, actualmente casi deshabitado. Según los informes, otras ciudades cristianas —Qamishli, Tal Gerebet y Ain Isa—, también en la región cristiana asiria que discurre a lo largo de la ribera del río Jabur, han sido atacadas por aviones turcos. Voice of America menciona la preocupación manifestada por los líderes cristianos sirios ante la escalada de ataques turcos en el noreste de Siria; afirma que la reciente actividad militar ha expulsado a muchos cristianos y miembros de otros grupos minoritarios de sus hogares. Los cristianos de la gobernación de Al Hasaka denuncian que los disturbios militares entre las milicias turcas y kurdas, además de ponerlos en la línea de fuego, han desplazado a un gran número de kurdos que ahora se han reasentado ilegalmente en casas de cristianos.
En noviembre de 2021, el presidente sirio Al Ásad suprimió el cargo de Gran Muftí, despidiendo así a Ahmad Hasun, máxima autoridad islámica en Siria. El poder del muftí se ha repartido entre los miembros de un consejo de jurisprudencia, el Maylis al Ilm al Fiqhi.
En enero de 2022, la organización no gubernamental Red Siria para los Derechos Humanos publicó unas cifras según las cuales las fuerzas gubernamentales sirias perpetraron 14 ataques contra lugares de culto en 2021. En enero de 2022, bombardeos turcos provocaron daños en la iglesia asiria de Mar Sawa al Hakim en Tel Tamr, al noreste de Siria. Esta iglesia ya había sufrido ataques del Estado Islámico en 2015.
En enero de 2022, se celebró una conferencia interreligiosa de académicos musulmanes, cristianos, yazidíes y alauíes en Amuda, ciudad de la llamada Administración Autónoma del Norte y Este de Siria, gobernada por las Fuerzas Democráticas Sirias dirigidas por los kurdos. El miembro del comité organizador, Abdul Rahman Badrajan, declaró que «los participantes en la conferencia debatieron sobre las decisiones que hay que tomar para recorrer el camino hacia la convivencia pacífica. Asimismo, trataron sobre la contribución que pueden hacer las comunidades religiosas a los procesos necesarios para garantizar la paz y consolidar los principios de democracia y convivencia pacífica en la sociedad».
En marzo de 2022, Regina Lynch, directora internacional de proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada, afirmó que en una situación en la que el 90% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza «la desesperación está muy extendida entre los cristianos sirios». Añadió que «muchos cristianos tienen poca esperanza, pero la que aún albergan proviene de las iniciativas de la Iglesia», gracias a su compromiso de proporcionar ayuda de emergencia.
En junio de 2022, el monasterio de Deir Mar Musa Al Habashi, fundado por el padre jesuita Paolo dall’Oglio, volvió a abrir sus puertas a los peregrinos después de haber estado cerrado varios años a causa de la guerra y la pandemia. Este monasterio es un lugar de encuentro interreligioso.
En julio de 2022, se publicaron informes sobre la expropiación ilegal a propietarios cristianos en la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria dirigida por los kurdos. Los casos de expropiación y venta fraudulenta de propiedades pertenecientes a ciudadanos cristianos, según la Agencia AINA, se registraron en los centros urbanos de Qamishli, Hasakè, Derek y Tal Tamr.
En julio de 2022, durante la ceremonia de inauguración de la iglesia ortodoxa griega de Santa Sofía, situada en la localidad de al Suqaylabiya, cerca de la ciudad de Hama, atacantes no identificados lanzaron cohetes contra ella. Murieron dos personas y otras doce resultaron heridas. La construcción de la iglesia había recibido financiación de Rusia. Según la información publicada en la prensa, «fuentes cercanas al Gobierno de Damasco presentaron la mini-Hagia Sophia siria como una especie de respuesta ruso-siria a la decisión turca de reabrir Santa Sofía al culto islámico».
En agosto de 2022, el grupo islamista Hayat Tahrir al Sham, rama de Al Qaeda, permitió la reapertura de la iglesia apostólica armenia de Santa Ana de Yaqubia, en la región de Idlib, que llevaba diez años cerrada. La apertura se produjo tras una reunión del líder de esta organización, Abu Mohamed al Golani, con la comunidad cristiana de la zona, en lo que, según Al Monitor, muchos consideran un intento de presentarse como moderado para obtener apoyo exterior. La medida suscitó las críticas de otros grupos islamistas. Se dice que Hayat Tahrir al Sham empujó a las minorías bajo su control, como los cristianos y los drusos, a plantearse la emigración o el desplazamiento prohibiendo sus prácticas religiosas o confiscando sus propiedades. También se han difundido noticias sobre propiedades cristianas que han sido convertidas en mezquitas.
En julio de 2022, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan reiteró sus amenazas de lanzar nuevas incursiones en el norte de Siria contra los grupos kurdos. Turquía también prevé repatriar a sirios desplazados a una supuesta «zona segura» que el país está creando en el norte de Siria.
Se tienen noticias de que en agosto de 2022 las milicias turcas intensificaron los ataques contra las regiones controladas por los kurdos en el norte y el nordeste de Siria, que afectaron también a las minorías religiosas. Tel Tamr, donde vive una minoría de cristianos asirios, y sus alrededores sufrieron 25 ataques en los que murieron seis personas. Turquía afirma que se defiende de los ataques de las fuerzas dirigidas por los kurdos.
En septiembre de 2022, fue hallada una fosa común en Azaz, cerca de Alepo, donde estaban enterrados los cadáveres de cinco personas presuntamente asesinadas por el ISIS.
En septiembre de 2022, la Iglesia ortodoxa siria eligió a Butros Kasis como arzobispo de Alepo, que sustituye oficialmente al arzobispo Yohana Ibrahim, secuestrado en 2013 junto con el arzobispo greco-ortodoxo Bulos Yazigi. Hasta hoy siguen en paradero desconocido. En octubre de 2021 el arzobispo Yazigi fue sustituido por Ephraim Maluli.
En septiembre de 2022, Israel atacó la pista del aeropuerto de Alepo, meses después de haber llevado a cabo un ataque similar en Damasco. Al parecer, estos ataques, que han causado bajas en el ejército sirio y entre los miembros de las milicias, tienen como objetivo paralizar las actividades militares de Irán en Siria.
En octubre de 2022, en Dewier, al este de Deir al Zur, un ataque del ISIS se cobró la vida de tres soldados del Gobierno sirio y de un combatiente.
En octubre de 2022, una niña yazidí fue rescatada en el campamento de Al Hol, en la provincia de Hasaka, que alberga a familiares de combatientes del Estado Islámico (ISIS). Según la prensa, esta joven de 15 años fue secuestrada por el ISIS cuando tenía diez años. Anteriormente fueron rescatadas otras dos mujeres yazidíes en estas instalaciones. En septiembre de 2022, las fuerzas de seguridad kurdas frustraron dos atentados con coche bomba que iban a perpetrarse en el mismo campamento por el ISIS. Este logro es posterior a una operación contra el ISIS que se había llevado a cabo en las mismas instalaciones en agosto y que se había saldado con cientos de detenciones.
Futuro de la libertad religiosa
El país sigue sufriendo terriblemente los efectos de la guerra que se inició hace más de once años. Aunque los combates han disminuido considerablemente y se ha expulsado al ISIS como fuerza territorial, Siria sigue estando muy dividida a nivel regional, lo que afecta enormemente a la libertad religiosa.
El Gobierno encabezado por el presidente Bashar al Ásad ha recuperado el control del 70% del territorio de la República Árabe Siria. Las minorías de las comunidades tradicionales pueden practicar su culto libremente si demuestran su lealtad al régimen, a pesar de sus vulneraciones de los derechos humanos y su carácter autoritario. Sin embargo, las leyes y una sociedad musulmana conservadora siguen limitando las actividades de evangelización. Por ejemplo, las escuelas cristianas pueden enseñar religión, pero no exhibir cruces en las clases ni tener una capilla. Muchos cristianos han huido del país a causa de la guerra y de las consiguientes dificultades económicas; antes de que empezase, los cristianos constituían alrededor del 10% de la población. Según el cardenal Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria, hasta dos tercios de los cristianos han abandonado el país desde el comienzo de la guerra. AIN calcula que actualmente quedan entre 300 000 y 500 000 cristianos en el país. Durante el período estudiado en este informe, el Gobierno intervino en la estructura del islam suní en Siria aboliendo el cargo de Gran Muftí y sustituyéndolo por un consejo controlado por el propio Gobierno. Asimismo, la aplicación de las leyes islámicas sobre el estatuto personal a los yazidíes que quedan en el país está afectando gravemente a la libertad religiosa de la comunidad.
En la región nororiental de Idlib, ejercen el control diferentes facciones islamistas, sobre todo la rama de Al Qaeda denominada Hayat Tahrir al Sham, que imponen su versión radical del islam a la población musulmana. Los cristianos que quedan y otros grupos minoritarios como los drusos sufren enormemente bajo el gobierno islamista.
Las minorías religiosas de las zonas ocupadas por Turquía también se ven afectadas por los ataques contra las fuerzas kurdas a lo largo de su frontera. Sufren tanto los inconvenientes que provocan directamente las fuerzas de ocupación turcas como los ocasionados por los grupos de la oposición armada siria que reciben el apoyo de Turquía. El ISIS, derrotado militarmente en 2019 cuando una coalición liderada por Estados Unidos capturó su último bastión, sigue muy activo en Siria como grupo terrorista que también pone la mira de sus ataques sobre las minorías religiosas.
Aunque posiblemente los delitos contra la libertad religiosa en Siria alcanzaron su cima en el período anterior al estudiado en este informe, dicha libertad sigue bajo presión y Siria sigue siendo un país preocupante. Dadas las circunstancias sociales y económicas desfavorables, es probable que continúe el éxodo de las minorías religiosas, entre ellas los cristianos, y que las perspectivas negativas para el ejercicio de la libertad religiosa, en distintos niveles y formas de presión, no cambien para los que se queden.