Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
La Constitución de 2008 de Myanmar (también conocida como Birmania) protege la libertad de religión de los ciudadanos: «Todos los ciudadanos tienen el mismo derecho a la libertad de conciencia y el derecho a profesar y practicar libremente su religión, sujetos al orden, la moralidad o la salud públicos y al resto de las disposiciones de esta Constitución» (artículo 34). Sin embargo, aunque la Constitución reconoce el cristianismo, el islam, el hinduismo y el animismo como «religiones que existen en la Unión en el momento de entrar en vigor esta Constitución», distingue la «posición especial del budismo como fe profesada por la gran mayoría de los ciudadanos de la Unión» (artículo 361).
Se prohíbe «abusar de la religión con fines políticos» y se establece que «es contrario a la presente Constitución todo acto que tenga por objeto o pueda fomentar sentimientos de odio, enemistad o discordia entre comunidades o sectas raciales o religiosas. Se promulgará una ley que penalice dichos actos» (artículo 364).
Además de la Constitución, los artículos 295, 295A, 296, 297 y 298 del Código Penal se refieren a la religión y prohíben la ofensa o el insulto religioso de manera similar a las leyes sobre blasfemia de otros países. El artículo 295 se refiere a los actos que destruyen, dañan o profanan un lugar de culto; el artículo 295A, a los ultrajes a la religión; el artículo 296, a la perturbación de reuniones religiosas; el artículo 297, al allanamiento de lugares de culto; y el artículo 298 se refiere a las ofensas a los sentimientos religiosos de otra persona. Todos ellos conllevan penas de entre uno y dos años de prisión y multas.
En 2015, el anterior Gobierno de Myanmar introdujo un paquete de cuatro leyes conocidas como leyes de «Protección de la Raza y la Religión», que siguen en vigor en la actualidad. Incluyen legislación que establece los requisitos para registrar matrimonios entre hombres no budistas y mujeres budistas, estipulando las obligaciones que debe cumplir el marido no budista y las sanciones en caso de incumplimiento, así como la normativa sobre la conversión religiosa y los requisitos para que un organismo gubernamental apruebe las conversiones.
Se prohíbe a los miembros de las «órdenes religiosas» de todas las religiones —como sacerdotes, monjes y monjas—presentarse a cargos públicos (artículo 121.i), y tampoco se les permite votar (artículo 392.a). El Gobierno restringe por ley las actividades y expresiones políticas del clero budista (sangha). La Constitución prohíbe «el abuso de la religión con fines políticos».
El Departamento para la Perpetuación y Propagación de la Sasana (enseñanza budista), dependiente del Ministerio de Asuntos Religiosos, supervisa las relaciones del Gobierno con los monjes y las escuelas budistas, y el Comité Estatal de Coordinación de la Sangha de los Monjes Sangha supervisa las nueve órdenes religiosas aprobadas en el país. El Gobierno prohíbe cualquier organización de monjes budistas fuera de las nueve órdenes monásticas reconocidas por el Estado.
Incidentes y acontecimientos
Año 2021
El 1 de febrero de 2021, los militares de Myanmar derrocaron al Gobierno civil elegido democráticamente, declararon el estado de excepción y crearon un Consejo Administrativo Estatal, que es un régimen militar dirigido por el comandante en jefe de las fuerzas armadas, el general en jefe Min Aung Hlaing. El Gobierno dirigido por civiles, encabezado por Aung San Suu Kyi y su partido, la Liga Nacional para la Democracia, había sido reelegido para un segundo mandato en las elecciones de noviembre de 2020 con una mayoría abrumadora, pero fue derrocado mediante un golpe de Estado justo antes de formar el nuevo gobierno.
El golpe dio lugar a un nuevo período de intensa represión de los derechos humanos en todo el país. Según la Asociación de Asistencia a Presos Políticos, a 4 de noviembre de 2022 se habían producido al menos 16 089 detenciones desde el golpe de Estado, 12 879 personas permanecían recluidas y 2413 habían sido asesinadas. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), a 26 de septiembre de 2022 el número de desplazados internos ascendía a 1 347 400, de los cuales 1 017 000 se habían desplazado a partir del golpe de Estado militar. El relator especial de las Naciones Unidas para los derechos humanos en Myanmar, Thomas Andrews, ha descrito la situación de los derechos humanos en el país como «de mala a peor y a terrible». Mientras el régimen militar lleva a cabo una implacable y brutal represión contra los grupos prodemocráticos y una ofensiva cada vez más intensa contra las comunidades étnicas, se han destruido más de 28 000 hogares y 13 000 niños han muerto asesinados desde que se produjo el golpe de Estado.
En este contexto, la libertad de religión o creencia se ha visto directamente afectada de dos maneras: en primer lugar, los militares llevan mucho tiempo implicados en una agenda nacionalista budista birmana extremista que es intolerante con los grupos étnicos no birmanos y con los grupos religiosos no budistas; y en segundo lugar, se apunta contra los lugares de culto porque son centros comunitarios clave, así como contra los líderes religiosos porque son líderes comprometidos con la sociedad civil, la ayuda humanitaria y los grupos de resistencia.
Durante el período que abarca este informe, se han producido numerosos ataques a iglesias cristianas. Según Radio Free Asia, al menos 132 edificios religiosos han sido destruidos en Myanmar desde el golpe de Estado, entre ellos más de 66 iglesias en el estado de Chin y 21 en el estado de Kayah. A menudo, el pretexto aducido por el ejército para tales ataques ha sido que las iglesias albergaban a combatientes de la resistencia o estaban relacionadas de algún modo con ellos. Un líder cristiano de Kayah ha declarado que el régimen atacaba deliberadamente edificios religiosos fuera de las zonas de combate: «Están atacando las iglesias intencionadamente para suprimir el espíritu del pueblo cristiano arremetiendo contra sus iglesias sagradas».
Los ataques selectivos no son nuevos. Antes de que la Administración encabezada por Aung San Suu Kyi asumiera el poder, la junta gobernante había puesto en marcha una campaña centrada en someter a las tribus étnicas no birmanas. Esto contenía un elemento religioso, ya que el cristianismo era más frecuente en las zonas tribales, e incluso entonces hubo informes de que el ejército incendiaba iglesias. El Estado de Kayah, donde el 75% de los habitantes pertenecen a minorías étnicas, tiene el mayor porcentaje de cristianos. El número de católicos kayah supera los 90 000, más de una cuarta parte de los 355 000 habitantes del Estado, además de reunir una cifra significativa de baptistas.
El 8 de marzo de 2021, la hermana Ann Nu Tawng se arrodilló ante la policía armada, rogándoles que no dispararan a los jóvenes manifestantes refugiados en el recinto de la catedral de San Colombán de Myitkyina, capital del estado de Kachin. Las imágenes de la religiosa de la congregación de San Francisco Javier de la diócesis de Myitkyina dieron la vuelta al mundo. Pero, mientras se arrodillaba, la policía abrió fuego contra los manifestantes desarmados que se encontraban detrás de ella. Dos murieron y otros siete resultaron heridos. La hermana Tawng ya había hecho una petición de clemencia similar el 28 de febrero.
El 14 de marzo, el mismo día en que se informó de que hasta 50 personas habían muerto cuando las fuerzas gubernamentales abrieron fuego contra manifestantes desarmados, el cardenal Charles Maung Bo, representante de los católicos del país, hizo un nuevo llamamiento a la paz: «Las matanzas deben cesar de inmediato. Han muerto muchas personas».
El 24 de mayo, fuerzas militares bombardearon la iglesia del Sagrado Corazón de Kayan Tharyar, estado de Kayah, matando a cuatro personas que se habían refugiado allí. Tras este ataque, el cardenal Charles Bo, arzobispo de Yangón, hizo pública una declaración en la que pedía a la junta que no atacara los lugares de culto. Cuatro días después, el 28 de mayo, tropas del ejército de Myanmar dispararon contra la iglesia de San José en Demoso, en el estado de Kayah, y mataron a dos hombres que recogían alimentos para los desplazados internos.
En junio, atacaron la iglesia de María Reina de la Paz en Daw Ngan Kha, también en Kayah, que quedó gravemente dañada por el fuego de artillería. Ese mismo mes, detuvieron a tres pastores cristianos en el estado de Kachin por organizar un servicio de oración por «la paz en Myanmar». Finalmente, en octubre fueron puestos en libertad.
El 3 de agosto, soldados birmanos ocuparon y profanaron dos iglesias en el pueblo de Chat, estado de Chin. En la iglesia de San Juan, los soldados abrieron el sagrario y arrojaron las hostias consagradas al suelo pare después pisotearlas. Destruyeron armarios y otros muebles, y en la iglesia baptista de Chat produjeron daños similares.
En septiembre, un pastor baptista, Cung Biak Hum, murió por disparos de soldados del ejército de Myanmar cuando intentaba apagar un incendio provocado por fuego de artillería.
El 7 de septiembre, la junta militar excarceló a Ashin Wirathu. Controvertido monje budista «fundador de una organización nacionalista acusada de incitar a la violencia contra los musulmanes», Wirathu defiende un punto de vista militante que «justifica el uso de la fuerza contra quienes tienen una religión o cultura diferente, y apoya los regímenes autoritarios». Aunque significativa, su liberación no debe exagerarse. La sangha budista de Myanmar no cuenta con posturas uniformes. Hubo monjes, por ejemplo, que protestaron en las calles tras la toma del poder por los militares, y algunos fueron detenidos por actividades antijunta. Pero para «los nacionalistas budistas que han apoyado al ejército y su represión, el golpe ha supuesto una oportunidad». En la campaña de las elecciones nacionales de noviembre de 2020, «el Partido de la Solidaridad y el Desarrollo de la Unión, apoyado por los militares, adoptó explícitamente temas nacionalistas en sus lemas electorales, incluido el de “proteger la religión”».
El 16 de septiembre, en Mandalay, hombres armados vestidos de civiles acompañados de soldados uniformados detuvieron al reverendo Thian Lian Sang, pastor de etnia chin, y registraron su domicilio, donde confiscaron dinero y teléfonos móviles pertenecientes a la Iglesia y a su familia.
En octubre, fueron detenidos siete cooperantes humanitarios de la agencia católica Cáritas (Karuna) que realizaban una misión de ayuda a desplazados internos en el estado de Kayah.
Del 29 al 31 de octubre, un ataque con cohetes incendiarios del ejército de Myanmar contra la ciudad de Thantlang, en el estado de Chin, prendió fuego a varios edificios. Destruyeron varias iglesias, un orfanato que albergaba a más de 20 niños y a sus cuidadores, las oficinas de dos organizaciones no gubernamentales (Save the Children y Chin Human Rights Organization) y más de 100 viviendas. El ataque comenzó el 29 de octubre, cuando miembros del ejército incendiaron un edificio anexo a la iglesia baptista de Thantlang, la mayor congregación de la ciudad y el primer edificio atacado, así como la casa del pastor y las oficinas del Sínodo de la Iglesia presbiteriana. El ejército de Myanmar también quemó la iglesia pentecostal de la Roca.
La víspera de Navidad, el 24 de diciembre de 2021, el ejército de Myanmar quemó vivos al menos a 35 civiles en la aldea de Mo So, cerca de la localidad de Hpruso, estado de Kayah. Las fuentes también informaron de que los soldados habían utilizado a civiles como escudos humanos y habían colocado minas terrestres alrededor de la aldea. Los cadáveres de las víctimas, entre las que había ancianos y niños, fueron descubiertos el día de Navidad. El cardenal Bo emitió una sentida declaración el 26 de diciembre: «Hago un llamamiento a los militares para que dejen de bombardear, atacar con artillería y matar. Hago un llamamiento al movimiento democrático y a los grupos étnicos armados para que se esfuercen seriamente por la paz. Y rezo desde lo más profundo de mi corazón para que se ponga fin a las tragedias que hemos presenciado en los últimos días y semanas y durante demasiados años y décadas». Rezó por un nuevo amanecer para Myanmar y por «las almas de aquellos tan brutalmente asesinados».
Año 2022
En febrero de 2022, unos soldados detuvieron a dos sacerdotes católicos, el padre John Paul Lwel y el padre John Bosco, que transportaban suministros de ayuda a la aldea de Le Htun, en el estado de Shan. No se dio ninguna razón para su detención.
El 8 de marzo, militares birmanos atacaron una iglesia y un convento en las afueras de Demoso, estado de Kayah. La iglesia de Nuestra Señora de Fátima, en el pueblo de Saun Du La, sufrió daños por un ataque aéreo. Pocos días después, bombardearon el convento de las Hermanas de la Reparación, que cuenta con una casa de reposo y un hospital.
El 8 de abril, unos 40 soldados irrumpieron en la catedral del Sagrado Corazón de Mandalay durante una misa de Cuaresma, poniendo bajo arresto domiciliario al arzobispo Marco Win Tin, a sacerdotes diocesanos y al personal de la catedral. Las tropas retuvieron a los fieles durante unas tres horas. Los soldados permanecieron en la catedral durante toda la noche, diciendo que buscaban armas. No se encontraron.
En julio, una iglesia católica, la iglesia de la Madre de Dios de Mobye, en el sur del estado de Shan, fue profanada cuando unos 50 soldados ocuparon el edificio, lo utilizaron como cocina y colocaron minas terrestres alrededor de ella.
El 3 de noviembre, bombardearon una escuela bíblica dirigida por cristianos kachin en Kutkai, estado de Shan, y cuatro personas resultaron heridas.
Mientras que las agresiones contra iglesias, clérigos, laicos y organizaciones cristianas han aumentado significativamente desde el golpe, continúan las graves violaciones de la libertad de religión o creencia contra los musulmanes. El 21 de marzo de 2022, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, reconoció oficialmente que el ejército de Myanmar estaba cometiendo genocidio contra los rohinyás, mayoritariamente musulmanes. Según ACNUR, más de 153 000 rohinyás están desplazados dentro de Myanmar, la mayoría viviendo en campos controlados por el régimen. Tras las atrocidades de 2017, otros 700 000 huyeron a Bangladés, donde se calcula que hay casi un millón de refugiados.
Los budistas que disienten del Gobierno militar o del programa nacionalista budista extremista también son objeto de persecución. Se han llevado a cabo redadas en monasterios budistas asociados a actividades prodemocráticas, y varios monjes están en prisión. Según Radio Free Asia, cerca de 40 monjes budistas han sido asesinados y cerca de otros 40 encarcelados desde el golpe. En noviembre de 2021, por ejemplo, un tribunal prorrogó dos años la condena de prisión del destacado monje budista Ashin Thawbita, acusado de violar una cláusula relativa a la difamación de la ley de telecomunicaciones por unos comentarios en las redes sociales sobre el ejército. En octubre de 2022, Ashin Ariya Wun Tha Bhiwun Sa, más conocido como Myawaddy Sayadaw, destacado monje budista de Mandalay, murió en Tailandia; había sido una voz muy activa contra el régimen y contra la agenda nacionalista budista extremista. Le detuvieron y encarcelaron pocos días después del golpe de Estado del 1 de febrero de 2021, pero tras su liberación en agosto de 2021 huyó a Tailandia.
El papa Francisco ha mostrado un interés y una preocupación constantes por la situación en Myanmar. El 16 de mayo de 2021 celebró una misa especial en la basílica de San Pedro de Roma por la comunidad de Myanmar, y en el primer aniversario del golpe dedicó oraciones por Myanmar. También ha hablado de la situación en otras ocasiones, y en 2017 se convirtió en el primer pontífice que visitaba el país. Además, recibió en el Vaticano a la líder prodemocrática y jefa de Gobierno electa de Myanmar, Aung San Suu Kyi, y estableció relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Myanmar. En octubre de 2022, el papa Francisco condenó el bombardeo de una escuela en la región de Sagaing en el que murieron 11 niños. Dijo: «Esta semana escuché el grito de dolor por la muerte de niños en una escuela bombardeada. Se ve que hoy en el mundo está de moda bombardear escuelas. ¡Que el grito de estos pequeños no caiga en el olvido! ¡Estas tragedias no tienen que suceder!»
Futuro de la libertad religiosa
El golpe militar del 1 de febrero de 2021 supuso un duro revés para las perspectivas para la libertad de religión o creencia en Myanmar. Incluso durante el período previo de liberalización política y cuasi democracia de 2012 a 2022, la intolerancia religiosa se convirtió en una amenaza creciente para la paz y la seguridad del país. Los prejuicios y las tensiones sociales también arraigaron más y se intensificaron, como demuestra el aumento de la incitación al odio contra los musulmanes, la violencia esporádica contra los musulmanes en todo el país y, finalmente, el genocidio de los rohinyás.
No obstante, el período de apertura política, en comparación con el resto, creó un espacio para una combinación de iniciativas de diálogo interconfesional, campañas contra la incitación al odio, actividades de la sociedad civil y defensa de reformas de la legislación discriminatoria que, con el tiempo, podrían haber contribuido a contrarrestar la intolerancia religiosa y fomentar la libertad de religión o creencia. Bajo el régimen militar, ese espacio se ha cerrado y esto, combinado con una dictadura alimentada en parte por una ideología nacionalista etnorreligiosa, significa que la libertad de religión seguirá gravemente amenazada. Mientras no se respeten los derechos humanos, entre ellos la igualdad de derechos de las diversas comunidades étnicas y tradiciones religiosas de Myanmar, las perspectivas para la libertad religiosa en Myanmar son nefastas; se prevé que la persecución continúe y se intensifique, con nuevas atrocidades y futuras crisis humanitarias.