Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
La República Islámica de Mauritania, ubicada en la costa occidental de África, es prácticamente un desierto escasamente poblado y es uno de los países más pobres del mundo. Es una república islámica desde su independencia en 1960. Su Constitución reconoce el islam como la religión oficial del Estado y de sus ciudadanos (artículo 5).
Mauritania es el único Estado islámico que queda en África desde que Gambia volvió a ser una república laica. Este hecho, y la realidad de que prácticamente toda su población sea musulmana, tiene profundas repercusiones sobre la vida cotidiana del país.
Un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, reveló que la libertad de conciencia y de religión no está oficialmente garantizada en Mauritania, ni siquiera para los musulmanes; de hecho, ninguna de estas libertades se menciona en la Constitución. Tampoco se menciona la no discriminación por motivos de religión. El cambio de religión se trata como apostasía y conlleva pena de muerte. El artículo 23 establece que el presidente del país tiene que ser musulmán.
El Ministerio de Asuntos Islámicos y Educación Tradicional es el órgano responsable de «emitir y difundir fetuas, combatir el “extremismo”, fomentar la investigación en los estudios islámicos, organizar las peregrinaciones del hach y la umra, y supervisar las mezquitas».
El Código Penal de Mauritania se modificó en 2018 y se impuso la obligatoriedad de la pena de muerte para los casos de blasfemia, sin excepciones. Antes de esta enmienda, el artículo 306 del Código Penal solo imponía la pena de muerte cuando el acusado se negaba a mostrar arrepentimiento o a pedir perdón; ahora esto ya no se aplica. La ley también contempla penas de hasta dos años de prisión y multas de hasta 600 000 uguiyas (15 940 dólares estadounidenses) por «ofensas a la moral pública y a los valores islámicos» y por «incumplimiento de las prohibiciones de Alá» o colaboración en su incumplimiento.
Estos cambios se hicieron a raíz del caso de Mohamed Cheij Uld Mjaïtir, bloguero mauritano que en 2014 escribió un artículo crítico contra el islam. Inicialmente fue condenado a muerte, pero el 9 de noviembre de 2017 un tribunal de apelación de Nuadibú redujo la pena a dos años de prisión y una multa. Devotos musulmanes de muchas ciudades de Mauritania salieron a las calles para protestar contra la decisión del tribunal y exigir que se le impusiera la pena de muerte. La última vez que se aplicó la pena capital en el país fue en 1987.
Respecto a la educación, tanto los colegios públicos como los privados tienen obligación de impartir formación islámica durante cuatro horas a la semana. Los colegios internacionales son la excepción, ya que no se les obliga a enseñar religión islámica.
Oficialmente, el 100% de la población tradicionalmente nómada de Mauritania es musulmana, casi exclusivamente suní, y está organizada mayoritariamente en hermandades sufíes como la qadiriya, la tiyaniya, y la hamawiya.
No está claro el número exacto de cristianos mauritanos, ya que, al tratarse de una cultura tribal, «abandonar el islam no se considera solo una traición religiosa, sino también una traición a la tribu y a la familia». Por ello, los pocos no musulmanes de Mauritania no tienen ninguna posibilidad real de practicar su fe, al menos en público.
La sharía (ley islámica) se aplica en las cuestiones civiles, especialmente en materia de familia. Algunas infracciones y ciertas violaciones de la sharía se castigan con gran dureza, mediante flagelación, lapidación y amputación.
Incidentes y acontecimientos
En Mauritania no está reconocido el derecho humano a la libertad religiosa. Los extranjeros pueden asistir libremente a los servicios religiosos, pero a los ciudadanos locales se les impide participar en ellos. «La acción no oficial del Gobierno limita de hecho el culto cristiano a la Iglesia católica romana y a unas pocas confesiones más. A estas Iglesias se les impide hacer proselitismo». Los templos se encuentran principalmente en las grandes ciudades de Nuakchot, Kaédi, Atar, Nuadibú y Rosso.
Mauritania ha acogido en este período varios simposios y foros internacionales sobre la paz; el primero tuvo lugar en enero de 2021, y el presidente Ghazouani presidió la ceremonia de apertura sobre el papel del islam en África. Al final se publicó una declaración conjunta en la que se reforzaban las enseñanzas de tolerancia del islam. En esencia, «el foro exploró áreas de cooperación entre países islámicos y publicó una declaración destacando la importancia de la tolerancia y la moderación en el islam en África».
Durante el informe del Examen periódico universal de Mauritania ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que examina cada 5 años el respeto a los derechos humanos en los 193 Estados miembros de la ONU, el jeque Uld Mohammed Mjaitir «denunció continuas violaciones de derechos, incluida la práctica de la esclavitud y la persecución de activistas contra la esclavitud en su país natal, Mauritania». Los delegados mauritanos rechazaron las recomendaciones de «despenalizar las leyes sobre apostasía y blasfemia e incluso la de poner fin a la aplicación de la pena capital» a los nacionales, y se limitaron a afirmar: «Los extranjeros en Mauritania son libres de practicar sus propias religiones».
El último foro de paz tuvo lugar en febrero de 2022 y se tituló «Construir la paz en el mundo». Durante este foro, Rashad Hussain, embajador itinerante de Estados Unidos para la libertad religiosa internacional, afirmó que la paz es posible cuando se garantiza la libertad religiosa. Observó: «La defensa más fuerte contra la amenaza del extremismo violento y la inestabilidad es proteger la libertad de religión o creencia para todos. Para contribuir plenamente al desarrollo de sus propias sociedades, todo el mundo debe poder pensar libremente, seguir su conciencia, cambiar sus creencias si su corazón y su mente le llevan a hacerlo, y expresar esas creencias en público y en privado».
Futuro de la libertad religiosa
La vida religiosa y la libertad de culto han cambiado poco en Mauritania. Cualquier desviación de las creencias islámicas es objeto de una fuerte oposición social y legal en todo el país, y de hecho se vive así en el seno de las comunidades y a través de la presión familiar. Mauritania se ha resistido hasta la fecha a la difusión de otras formas de islamismo extremista y de todas las formas de yihadismo. Los grupos terroristas vinculados a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y al Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO) son especialmente activos en las regiones fronterizas del este de Mauritania, pero todavía no han penetrado en el país.
Las perspectivas para la libertad religiosa son negativas, ya que no se respeta dicha libertad.