Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
En el Líbano, musulmanes suníes y chiíes cuentan con un número de fieles prácticamente igual que suma algo menos del 60% de la población (junto a un pequeño porcentaje de alawíes e ismailíes). Los cristianos representan algo más del 30% de la población, el porcentaje más elevado de cristianos del mundo árabe. Estos porcentajes solo se refieren a los ciudadanos libaneses, excluyendo la población palestina y siria, predominantemente suní.
Hay 18 comunidades oficialmente registradas: cinco grupos musulmanes (chiíes, suníes, drusos, alawíes e ismailíes), 12 grupos cristianos (maronitas, greco-ortodoxos, greco-católicos, católicos armenios, ortodoxos armenios, siro-ortodoxos, siro-católicos, asirios, caldeos, coptos, protestantes evangélicos y católicos romanos) y judíos. No están oficialmente reconocidos los bahaíes, budistas, hindúes, varios grupos protestantes, ni la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Los cambios demográficos tienen importantes implicaciones políticas; por este motivo, no se ha realizado ningún censo desde 1932. Los grupos confesionales que están menguando demográficamente, sobre todo los cristianos, temen lo que podría ocurrir con su representación política si se conociera la cifra real.
El Líbano es una república parlamentaria sin religión oficial, pero no es oficialmente un Estado laico. El sistema político es confesional y reparte los cargos políticos y los puestos de funcionario más altos entre las distintas comunidades conforme a criterios bien definidos: la Oficina de la Presidencia de la República corresponde a un cristiano maronita, la Oficina del Primer Ministro (la Presidencia del Consejo de Ministros) a un musulmán suní, y la Portavocía de la Asamblea Nacional a un musulmán chií. Las comunidades religiosas también están representadas en el Parlamento conforme a cuotas fijas.
La Constitución del Líbano establece la libertad de religión. Según ella, «todos los libaneses son iguales ante la ley» (artículo 7) y «la libertad de conciencia es absoluta» (artículo 9). «El Estado, al cumplir con las obligaciones de adoración a Dios Altísimo, respeta todas las religiones y ritos, y garantiza el libre ejercicio de los cultos religiosos bajo su protección, siempre que ello no perturbe el orden público. Asimismo, garantiza el respeto al régimen de estatutos personales y a los intereses religiosos de los individuos, con independencia de sus distintos credos» (ibid.).
La enseñanza es libre «mientras no vulnere el orden público, no transgreda las buenas costumbres ni atente contra la dignidad de ninguna religión o confesión. El derecho de las comunidades religiosas a fundar sus propios colegios es invulnerable, a condición de que se ajusten a las normas generales promulgadas por el Estado respecto de la educación pública» (artículo 10).
El 9 de marzo de 2020, el presidente Michel Aoun apoyó la creación de una ley unificada del estatuto personal que sustituya a las actuales leyes de estatuto personal basadas en la adscripción religiosa. Pero no se ha dado ningún paso al respecto.
El Código Penal libanés tipifica como delitos la blasfemia y las ofensas contra el nombre de Dios y la práctica de cualquier religión, que se sancionan con penas de hasta un año de prisión, pero se trata de conceptos que no están claramente definidos. La difamación y el desprecio a la religión se pueden castigar con una pena máxima de tres años de prisión.
La ley permite la conversión de una religión a otra. El cambio tiene que ser autorizado por un alto responsable de la religión a la que el individuo desea convertirse; esta persona podrá entonces registrar la nueva religión en la Dirección del Estatuto Personal del Ministerio del Interior. Los conversos se enfrentan a una fuerte resistencia social que en ocasiones llega a las amenazas personales.
Las distintas jurisdicciones de cada una de las 18 comunidades religiosas reconocidas por el Estado (12 cristianas, 5 musulmanas y 1 judía) se ocupan de las cuestiones de derecho privado relativas al estatuto personal (matrimonio, filiación, herencias).
Cada comunidad cuenta con su propia jurisdicción y gestiona sus propias organizaciones de beneficencia e instituciones educativas. Hay una serie de comunidades religiosas en el Líbano (yazidíes, bahaíes, budistas y testigos de Jehová) que no tienen reconocimiento legal y, por lo tanto, carecen de derechos institucionales. A estos se les obliga a declararse miembros de los grupos religiosos reconocidos en los registros gubernamentales para que sus matrimonios y otros documentos relacionados con el estatuto personal tengan validez. No obstante, se les permite celebrar sus ritos con total libertad.
Los miembros de las comunidades religiosas no reconocidas que desean contraer matrimonio, o quienes desean un matrimonio civil, tienen que hacerlo en el extranjero. En estos casos, se les aplica la legislación en materia de matrimonio y sus efectos del país donde lo hayan contraído. Actualmente se debate la cuestión de permitir contraer matrimonios civiles en el país y una serie de grupos de la sociedad civil y defensores de los derechos humanos han realizado repetidos intentos para impulsar su adopción oficial. Los matrimonios civiles son muy excepcionales debido a las trabas administrativas y las dificultades legales, hasta el punto de que, cuando se consigue, aparecen en las noticias.
El 10 de septiembre de 2021, el primer ministro Nayib Mikati dio a conocer la composición de un nuevo Gobierno. El gabinete ministerial iba a estar formado por 22 ministros: 5 maronitas, 2 greco-ortodoxos, 2 greco-católicos, un armenio apostólico, y un católico de rito latino.
El 15 de mayo de 2022 se celebraron elecciones legislativas. Aunque la situación general tiende a mantenerse igual, se han producido algunos cambios. En particular, aunque más del 80% de los 128 escaños parlamentarios siguen estando en manos de los partidos tradicionales, el grupo Hizbulá perdió su mayoría y los independientes aumentaron de uno a 13 escaños. En el momento de redactar este documento, aún no se ha formado el nuevo Gobierno. A finales de octubre de 2022, el presidente libanés Michel Aoun abandonó el cargo sin indicios de que vaya a haber un sucesor de forma inminente, dejando al país sin presidente y sin gabinete.
El Líbano tiene la mayor cantidad de refugiados sirios por habitante del mundo, se calcula que en torno a 1,5 millones de personas. Además, alberga más de 479 000 refugiados palestinos de los que se ocupa el Organismo de Obras Públicas y Socorro de Naciones Unidas (OOPS) (en conformidad con ACNUR). El elevado número de refugiados provoca tensiones y angustia entre las comunidades cristianas, que temen que su proporción se reduzca aún más respecto a la de los musulmanes.
Incidentes y acontecimientos
En un país en el que la política y la religión están estrechamente ligadas, el derecho a la libertad de religión está sometido a la política interna, que depende en gran medida de lo que hagan actores regionales e internacionales.
El 1 de julio de 2021, líderes cristianos de diversas Iglesias y comunidades cristianas del Líbano se reunieron en el Vaticano con el papa Francisco para celebrar una jornada de oración y reflexión sobre la situación del país.
El 14 de octubre de 2021 se produjeron violentos enfrentamientos en la zona cristiana de Tayune, en Beirut, donde se encuentra el Palacio de Justicia. Partidarios de Hizbulá y del movimiento Amal se manifestaron para exigir la dimisión de Tareq Bitar, el juez encargado de investigar la explosión del puerto de Beirut de agosto de 2020, al que acusaban de parcialidad y de politizar la investigación. Según los testigos, y tal como se vio en las redes sociales, cuando los partidarios chiíes llegaron a la zona cristiana, se dedicaron a provocar daños materiales al grito de «¡Shia! ¡Shia!» Los francotiradores comenzaron a disparar. En un informe del Carnegie Middle East Centre, Malcolm H. Kerr afirma: «No está claro si los disparos de los francotiradores fueron una reacción a la entrada de los jóvenes en el barrio o una acción premeditada para advertir a Hizbulá y Amal de que ya no entrarían en los barrios cristianos sin pagar un precio por ello. Muy probablemente, fue una mezcla de ambas cosas». Se dice que murieron al menos siete personas y más de 30 resultaron heridas.
Unos días antes, el 11 de octubre, el líder de Hizbulá, Hasán Nasralá, había pedido la destitución de Bitar. Al día siguiente, durante una reunión del gabinete, los ministros de Hizbulá y Amal volvieron a exigir la destitución de Bitar, amenazando con dimitir ellos mismos del Gobierno. Sin embargo, a finales de enero de 2022, volvieron al gabinete «para responder a las necesidades de los ciudadanos» y «evitar que los acusaran de obstrucción».
El 5 de noviembre de 2021, el embajador libanés en Francia organizó en París, por primera vez, una recepción con judíos libaneses. La iniciativa se presentó como una forma de «reconocer a la diáspora judía libanesa que constituye un símbolo del papel del Líbano como faro de civilización y tolerancia en el mundo árabe». Unos cincuenta judíos libaneses asistieron a esta «reunión familiar». Aunque muchos lo consideraron un gesto positivo de acercamiento a la comunidad, también hubo quien manifestó su desaprobación. Entre los artículos publicados sobre el acontecimiento, el historiador libanés Nagi Gerji Zeidan, autor del libro Juifs du Liban (Judíos del Líbano), aprovechó la ocasión para describir las continuas dificultades administrativas a las que se enfrentan los judíos libaneses (por ejemplo: cuando intentan renovar el pasaporte, expedir certificados de nacimiento, etc.).
El 20 de diciembre de 2021, el cardenal Bëchara Raï, el patriarca ortodoxo griego Juan X Yazigi, el catolicós apostólico armenio Aram de Cilicia y representantes de las comunidades suní, chií y drusa se reunieron con el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, durante su visita al Líbano. En una declaración conjunta, afirmaron el «compromiso con la apertura, la tolerancia y la convivencia como esencia de la identidad y la estabilidad del Líbano». Destacaron, asimismo, la importancia de «centrarse en lo que cohesiona al Líbano y une a su pueblo», animando a sus comunidades «a hacer lo mismo y a adoptar el diálogo como medio para resolver las diferencias en un espíritu de consenso y unión».
Durante su visita al Líbano del 31 de enero al 4 de febrero de 2022, el arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados, manifestó que la Santa Sede ya estaba «estudiando la posibilidad de una visita [papal], tal vez incluso a finales de año». Aunque en un principio estaba prevista para junio de 2022, por motivos de salud, la visita se pospuso.
En medio de la extraordinaria crisis económica, el arzobispo Gallagher criticó a los políticos libaneses y pidió que se pusiera fin a la situación actual en la que «unos pocos se benefician del sufrimiento de muchos». Condenando la injerencia exterior en los asuntos del Líbano, hizo un llamamiento además a «dejar de utilizar el Líbano y Oriente Medio en interés y beneficio del exterior». Aunque no mencionó explícitamente a Hizbulá, que recibe el apoyo de Irán, el arzobispo realizó estas declaraciones en un momento en el que los países del Golfo se están retirando del Líbano debido a la influencia que Hizbulá ejerce en el país (hasta hace poco tenía la mayoría en el Parlamento, controlaba una milicia considerada más poderosa que el ejército e intentaba influir en la política interior y exterior). Gallagher añadió que la Santa Sede estaría dispuesta a organizar unas conversaciones entre diferentes actores si todas las partes están de acuerdo.
El 21 de marzo de 2022, durante una visita de tres días a Italia, el presidente Michel Aoun se reunió con el papa Francisco. A su llegada a Roma, declaró que «el cristianismo en el Líbano no está en peligro».
Tras las elecciones parlamentarias del 15 de mayo de 2022, tres diputados suníes recién elegidos, Halime Kakur, Ibrahim Mneimne y Wadah Sadek, declararon en televisión que apoyan el matrimonio civil. El jeque Hasán Merheb, inspector general adjunto de la Dar al Fatwa, máxima autoridad suní del país, los acusó de «no representar a los suníes» y llegó a pedir a los creyentes «escupirles a la cara» si no cambian de opinión en esta cuestión. El 10 de julio de 2022, una pareja libanesa druso-chií celebró un matrimonio civil «online».
En junio de 2022, el patriarca Raï pidió ayuda a la comunidad internacional para encontrar una solución al problema de los refugiados palestinos y de los sirios desplazados en Líbano. Apeló a los «sentimientos humanos y fraternales que tenemos por estos dos pueblos hermanos», añadiendo que estos sentimientos «no anulan que se piense desde una óptica nacional en interés del Líbano». Estas declaraciones provocaron las críticas de algunos grupos.
El 18 de julio de 2022, Musa al Hage, arzobispo maronita de Haifa y Jerusalén, que reside en Jerusalén, fue detenido por la Dirección de Seguridad General de Líbano por orden del juez del tribunal militar Fadi Akiki. Fue puesto en libertad tras interrogarle durante doce horas, obligándole a entregar su pasaporte y su teléfono móvil, además de 460 000 dólares estadounidenses y unos medicamentos. El dinero y los medicamentos habían sido enviados por familias de origen libanés residentes en Israel a sus parientes en el Líbano. Representantes de la Dirección de Seguridad General afirmaron que las medidas tomadas contra el arzobispo eran legales y respondían a «instrucciones de la justicia, en relación con [...] todos los pasajeros que viajan entre los dos países, sin excepciones». Pero los responsables de la Iglesia declararon que el incidente crea un grave precedente. «Ni los principios, ni las leyes, ni las costumbres permiten un arresto así», y añadieron que un arzobispo no puede ser detenido sin consultar a su autoridad jerárquica. Al Hage declaró posteriormente en una entrevista que su detención claramente pretendía «enviar un mensaje contundente al Patriarca», que ha aumentado sus críticas contra Hizbulá y sigue reclamando la afirmación de la neutralidad del Líbano. La Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa (AOCTS) emitió un comunicado en el que lamentaba la detención de Al Hage. También expresó su solidaridad con Al Hage «en la obra de caridad que realiza generosamente, desde hace mucho tiempo, llevando con regularidad ayuda material y medicamentos recogidos por los benefactores para familias libanesas pobres de todas las religiones, cristianas, musulmanas y drusas». También apoyaron una declaración del patriarca maronita, firmada por el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa y por el P. Marcelo Gallardo, Secretario General de la AOCTS, que terminaba diciendo: «Deseamos, y pedimos, que se permita a la Iglesia de Tierra Santa continuar su labor de comunión, que no está dictada en absoluto por consideraciones políticas, y que es necesaria para mantener la presencia de los cristianos en Tierra Santa al propiciar su solidaridad con los cristianos de Oriente Medio, [y que se le permita] seguir realizando libremente, sin injerencias, su labor humanitaria en favor de los pobres».
El 12 de agosto de 2022, el escritor Salman Rushdie fue apuñalado por Hadi Matar, libano-estadounidense de 24 años. El joven, criado en Estados Unidos, había visitado en 2018 a su padre, que vive en el sur del Líbano, en la aldea de Yarun, controlada por Hizbulá. El atentado provocó reacciones encontradas en la población chií del Líbano. Se volvió a difundir un vídeo antiguo del líder de Hizbulá, Hasán Nasralá, en el que afirmaba que «nadie se atrevería a volver a atacar al profeta del islam, Mahoma» si hubieran asesinado a Rushdie inmediatamente después de la fetua de Jomeini de 1989. Aunque no se produjeron reacciones oficiales de los movimientos Hizbulá o Amal, la mayoría de sus partidarios celebraron el ataque en las redes sociales. Por otra parte, algunas voces chiíes condenaron la agresión contra Rushdie. Dima Sadek, reconocida periodista chií, recibió amenazas de violación y muerte en las redes sociales después de publicar en su cuenta de Twitter una foto de Jomeini y el general Qasim Suleimani (un alto general iraní abatido en un ataque de Estados Unidos en 2020), con la leyenda «versos satánicos» a pie de foto.
También el periodista chií Mohamad Barakat sufrió una agresión tras escribir que, al apuñalar a Rushdie, Hadi Matar «apuñaló a los chiíes que viven en Europa y Estados Unidos». Por otra parte, Radwan Akil, periodista del diario An Nahar, declaró que entendía la fetua contra Rushdie, pero que condenaba el asesinato de cualquier persona. An Nahar también publicó una declaración en la que afirmaba que un llamamiento al asesinato contradice su política. Aunque los líderes políticos no han comentado el ataque a Rushdie, Mohamad Mortada, ministro de Cultura chií cercano al movimiento Amal, criticó la representación del profeta por parte de Rushdie y declaró en su cuenta de Twitter que «la libertad de expresión debería ser respetuosa».
Futuro de la libertad religiosa
Líbano sigue siendo un país con numerosas crisis sin resolver. Las sombras siempre presentes de la guerra civil de 1975-1990, la agitación social y política de octubre de 2019, la crisis bancaria y la pérdida de la mayor parte de los ahorros de los inversores libaneses, la extrema devaluación de la moneda local con su consiguiente destrucción de la clase media, la crisis de la COVID-19 y la devastadora explosión del puerto el 4 de agosto de 2020, que afectó principalmente a los barrios y comunidades cristianas, han dejado profundas cicatrices y una inmensa desilusión, especialmente entre los jóvenes.
A finales de octubre de 2022, el presidente maronita Michel Aoun abandonó el cargo sin designar un sucesor, dejando un vacío en la presidencia. El país carece ahora de liderazgo político: no hay gabinete (solo interinos), ni presidente, ni perspectivas de acometer las reformas exigidas por el FMI necesarias para un rescate.
Actualmente, la mayoría de los graduados cristianos abandonan Líbano al terminar la universidad, robando al país su talento y alterando el delicado equilibrio demográfico. La emigración (y las desiguales tasas de natalidad entre las distintas comunidades religiosas) está provocando un desequilibrio en la composición confesional, hasta ahora relativamente equilibrada, en la que se basa el acuerdo de reparto del poder. La preocupación de los dirigentes es que el descenso de la población cristiana, que hasta ahora ha garantizado que todas las comunidades religiosas dentro del panorama político libanés tengan voz, unido al creciente poder político de Hizbulá y a la influencia de Irán, está amenazando la posición de Líbano como sociedad relativamente libre y democrática en la región. A medida que estas condiciones se deterioran, también lo hacen las perspectivas del disfrute pleno del derecho fundamental a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.