Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
La Constitución de Kenia garantiza la libertad de conciencia, religión, creencias y opinión (artículo 32). Todos los ciudadanos tienen permitido el culto, la práctica, la enseñanza y observancia de su credo, incluida la observancia de un día de culto semanal conforme a la propia fe. Está prohibida la discriminación personal o profesional, así como la coacción por motivos religiosos. El Estado no tiene una «religión de Estado» (artículo 8). El artículo 24.4 establece los tribunales de los cadíes «para las personas que profesan la religión musulmana, en las cuestiones relacionadas con el estatuto personal, el matrimonio, el divorcio y la herencia». Los artículos 27 y 32 establecen el derecho a la no discriminación por motivos religiosos y a la libertad de conciencia y religión.
Todos los grupos religiosos nuevos, incluidas las instituciones y lugares de culto, así como las ONG confesionales, están obligados a inscribirse en el Registro de Sociedades que depende directamente de la Fiscalía General; los grupos religiosos indígenas y tradicionales están exentos de este trámite. Desde 2014 el Registrador no ha inscrito a ninguna organización religiosa y seguirá sin hacerlo hasta que finalice la revisión del Reglamento de Sociedades Religiosas. Esto ha dado lugar a una acumulación de «miles de solicitudes de grupos religiosos no aprobados» y ha suscitado reiteradas críticas por parte de líderes religiosos que denuncian esta inactividad como una injerencia en la libertad de culto.
El Ministerio de Educación exige que la escuela pública ofrezca clases de formación religiosa pudiendo elegir entre enseñanza cristiana, musulmana, hindú, o ética. Las clases de religión son obligatorias para los alumnos de enseñanza primaria. El Ministerio permite que sean las comunidades locales y los colegios quienes decidan qué religiones ofrecer, lo que suele depender de la religión local predominante y/o del patrocinador de cada colegio.
En el Código Penal no hay una definición legal de blasfemia, aunque establece que es delito demoler, dañar o profanar cualquier lugar de culto u objeto considerado sagrado con el objetivo de ofender la fe de cualquier persona. El Ministerio de Información, Comunicaciones y Tecnología tiene la responsabilidad de aprobar las licencias regionales de radiodifusión y televisión, incluidas las que pertenecen a organizaciones religiosas.
Incidentes y acontecimientos
El 28 de agosto de 2022, Al Shabab hizo pública una declaración en la que amenazaba con aumentar los ataques contra Kenia: «Seguiremos concentrando nuestros ataques en pueblos y ciudades kenianas mientras las fuerzas kenianas sigan ocupando nuestras tierras musulmanas».
Continúan las acciones violentas de miembros del grupo Al Shabab, con base en Somalia, especialmente en el norte y el este del país, y siguen constituyendo una grave amenaza para la población en general, sobre todo para los extranjeros y no musulmanes que viven y trabajan en esas zonas.
Desde que el 5 de enero de 2020 entre 30 y 40 insurgentes vinculados a Al Qaeda perpetrasen un atrevido asalto contra la base militar estadounidense de Manda Bay, «parece haberse reducido [su capacidad para] reclutar, operar y llevar a cabo atentados en el país». El Centro de Derechos Humanos y Estudios Políticos registró un descenso en el número de atentados terroristas de 69 en 2020 a 51 en 2021. Según el Centro Internacional de Lucha contra el Terrorismo, el sistema de seguridad keniano «ha mejorado tanto en su coordinación como en sus respuestas, reconociendo que hacer frente a la amenaza de una organización extremista violenta no puede llevarse a cabo mediante operaciones convencionales, sino que requiere un enfoque de todo el Gobierno». A pesar de ello, el número de ataques contra «antenas de telecomunicaciones, infraestructuras e instalaciones educativas y sanitarias, así como contra el personal de seguridad, sigue siendo relativamente elevado a lo largo de la frontera entre Kenia y Somalia». En noviembre de 2021, la Unidad Antiterrorista de la Policía inició una investigación sobre Telegram cuando Al Shabab y el Estado Islámico (ISIS) empezaron a reclutar a jóvenes a través de las redes sociales y los grupos de WhatsApp.
Aunque se considera que Al Shabab es el principal agente terrorista en Kenia, los incidentes de violencia también son obra de bandidos y ladrones, principalmente de ganado de pastoreo. Este aumento de la violencia para robar ganado ha llevado a varios parlamentarios kenianos a intentar «enmendar la legislación antiterrorista del país para incluir a los bandidos en su ámbito de aplicación, ya que cientos de personas mueren cada año a manos de bandidos que buscan ganado, especialmente en la región del Rift Norte».
La violencia antiterrorista también se ha caracterizado por el aumento de las violaciones de los derechos humanos de los fieles musulmanes. Las razones son múltiples: como reacción a la presencia del grupo extremista Al Shabab en el país, el miedo social y la frustración política ante la violencia terrorista en curso, el hecho de que el mayor contingente de combatientes extranjeros de Al Shabab sean kenianos musulmanes, el hecho de que los objetivos son a menudo las instituciones del país, lo que provoca una reacción violenta por parte del Estado, y la reacción exagerada y los abusos de las fuerzas de seguridad. Se ha acusado a los servicios de seguridad, sobre todo a la Unidad Antiterrorista de la Policía, de «abusos y torturas generalizadas en el desarrollo de sus operaciones y políticas de detención». La reacción refuerza la idea de que el Gobierno maltrata a la comunidad.
Año 2021
Entre enero y noviembre de 2021, unas 43 familias denunciaron el secuestro de sus hijos. Según Haki Africa, organización defensora de los derechos humanos, esos secuestros se concentraron en las ciudades costeras de Kenia. La mayor parte de los incidentes ocurrieron cuando las víctimas regresaban de mezquitas. Debido a estos sucesos, los líderes musulmanes han exigido que el Gobierno tome medidas.
En septiembre de 2021, secuestraron al jeque Abdiwahab Abdisamad, erudito religioso y analista de seguridad regional, que reapareció 12 días después. A principios de octubre, Mohammed Abubakar Said, de 22 años, fue secuestrado en una mezquita. Sigue en paradero desconocido. El 28 de octubre, Hassan Nandwa, erudito islámico, académico y abogado, fue secuestrado después de asistir a las oraciones en la mezquita aljama de Nairobi. Fue liberado en Mwingi diez días después. Yasin Mohmud, conductor de ambulancia, y el empresario Hasan Dahir Osman llevan desaparecidos desde junio.
El 17 de noviembre de 2021, el jeque Hasan Ole Nado, presidente del Consejo Supremo de Musulmanes de Kenia, llamó la atención sobre el hecho de que «desde enero, asaltantes no identificados han secuestrado a 40 miembros de la comunidad musulmana, y solo 10 han regresado con sus familias». Según los líderes musulmanes, la campaña del Gobierno contra el terrorismo «se ha transformado en una guerra contra el islam y los musulmanes».
Líderes cristianos, como el obispo católico romano Wilybard Lagho, también han expresado su preocupación por la inusual persecución de eruditos y hombres de negocios musulmanes, declarando que creen que esto debería preocupar a todos los kenianos. Los líderes musulmanes también han acusado al Gobierno de interferir en la libertad de reunión y culto mediante la aplicación de medidas antiterroristas que incluyen ejecuciones extrajudiciales, tortura, desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias. El presidente del Foro Nacional de Líderes Musulmanes, el jeque Abdullahi Abdi, declaró: «Los musulmanes de este país están sitiados. Están en el punto de mira. Se cometen violaciones masivas de los derechos humanos. Vamos a movilizar a los musulmanes, hasta el último hombre, para garantizar que se protejan nuestros derechos».
Año 2022
El 4 de marzo de 2022, la Atheists in Kenya Society (Sociedad de Ateos de Kenia) escribió al catedrático George Magoha, ministro de Educación, solicitando que prohíba las oraciones obligatorias en la escuela. La Sociedad manifestó haber recibido quejas de estudiantes de colegios kenianos obligados a asistir a servicios religiosos dominicales. Según la carta, «la mayor parte de los kenianos ha pasado por un sistema educativo público en el que se daba la observancia religiosa organizada y obligatoria. Esta cultura sigue imperando en muchos colegios de educación primaria y secundaria. Es hora de replantearse la cuestión de la oración y la observancia religiosa obligatorias en nuestro sistema de enseñanza pública». El catedrático George Magoha rechazó la petición diciendo que es «creyente y que hay que fomentar la oración, si es posible, incluso antes de los exámenes».
En junio de 2022, el responsable de Educación, Julius Jwan, declaró que, en contra de la Constitución keniana, que reconoce la diversidad étnica, cultural y religiosa de Kenia, hay colegios que «utilizan la religión como factor para denegar la admisión o expulsar a alumnos». Como ejemplo de ello adujo que «prohibían a los alumnos llevar vestimenta religiosa como el hiyab y los turbantes, además de obligar a los alumnos a asistir a clases de formación religiosa islámica, cristiana o hindú».
Más tarde, en diciembre de 2022, el ministro de Defensa, Aden Duale, declaró ante el Comité de la mezquita aljama que «el Gobierno respetará la cultura musulmana asegurándose de que las musulmanas vistan decentemente», insistiendo en que las mujeres musulmanas lleven el hiyab cuando estén en público. El ministro afirmó, además, que «si alguien tiene problemas con el hiyab, que se vaya a vivir a otro país». No es la primera vez que se pronuncia sobre este asunto. En 2019, afirmó que el Ministerio de Educación debería tomar medidas disciplinarias contra los directores de los colegios que obligan a las niñas musulmanas a quitarse el hiyab. Esta controversia, debida a la incoherencia de las decisiones jurídicas del Gobierno al respecto, es un asunto pendiente que se remonta a septiembre de 2016, cuando el Tribunal de Apelación de Kenia dictó que las estudiantes musulmanas podían llevar el velo en los centros educativos (incluidos los centros cristianos). Esta sentencia anuló una decisión anterior del Tribunal Superior de marzo de 2015.
El 17 de julio de 2022, monseñor Mugambi publicó una declaración emitida por el arzobispo de Mombasa, Martin Kivuva Musonde, en nombre de los obispos de Kenia, en la que rogaba a las más altas instancias del Estado que actuasen con moderación ante la inminencia de las elecciones generales, y animaba a un traspaso de poderes sin sobresaltos. Los obispos también instaron a los políticos a abstenerse de incitar al odio por motivos políticos, tribales o religiosos.
Del 18 al 22 de julio, Nairobi acogió el segundo Congreso Católico Panafricano, cuyo objetivo era avanzar y defender las buenas prácticas en favor de la Iglesia y la sociedad.
El 9 de agosto de 2022 se celebraron elecciones presidenciales y parlamentarias. La Conferencia Episcopal de Kenia publicó una declaración y una oración en las que «instaba a los líderes políticos a comportarse civilizadamente y evitar un lenguaje que pudiera alimentar el odio étnico y la violencia» y declaraba que los adversarios políticos nunca debían ajustar cuentas mediante la violencia y las amenazas.
El 22 de diciembre de 2022, combatientes de Al Shabab reivindicaron un ataque con granadas propulsadas por cohetes y un tiroteo contra la policía en el este de Kenia en el que murieron dos agentes y un civil. Según fuentes periodísticas, las incursiones transfronterizas desde Somalia tienen como objetivo presionar al Gobierno keniano para que retire su apoyo a las fuerzas de mantenimiento de la paz de la Unión Africana en el país vecino.
Futuro de la libertad religiosa
Las tensiones en el país como consecuencia del terrorismo de Al Shabab son motivo de preocupación, no solo por este hecho, sino también por las violaciones de los derechos humanos que provocan contra fieles musulmanes.
Sin embargo, la libertad religiosa suele ser respetada por el Estado y vivida entre las distintas comunidades: las perspectivas para la libertad religiosa siguen siendo positivas.