Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
Guinea-Bisáu, antigua colonia portuguesa, posee una gran diversidad étnica y religiosa. Según el artículo 1 de su Constitución, es una «república soberana, democrática, laica y unitaria». Se prohíbe que los partidos políticos, por un lado, y los sindicatos, por otro, se identifiquen con una Iglesia, religión, culto o doctrina religiosa (artículos 4.5 y 45.3). Las mismas prohibiciones se aplican a la identificación de los partidos con el nombre de una zona del territorio nacional o con el nombre de una persona.
Aunque el texto constitucional afirma que la libertad de religión y de conciencia son inviolables, el artículo 30.2 permite al Estado suspender o limitar «derechos, libertades y garantías fundamentales» en caso de estado de emergencia, pero solo «para proteger otros derechos o intereses constitucionalmente protegidos, y no podrá tener carácter retroactivo, ni disminuir el contenido esencial de dichos derechos» (artículo 30.3). Todos los ciudadanos son iguales ante la ley, con los mismos derechos y deberes, sin distinción de ningún tipo, incluida la religión (artículo 24).
Se da la separación entre Iglesia y Estado (artículo 6.1) y el Estado debe respetar y proteger «todas las religiones legalmente reconocidas», mientras que las «actividades de estas religiones y la práctica de la fe están sujetas a la ley» (art. 6.2).
Los grupos religiosos tienen que contar con una licencia de asociaciones del Ministerio de Justicia para poder disfrutar de exenciones fiscales. Aunque los grupos religiosos pueden enseñar su fe, la enseñanza religiosa no está permitida en la escuela pública. No obstante, hay algunos colegios privados gestionados por grupos religiosos cuyos programas de estudios deben ajustarse a los establecidos por el Gobierno para poder conceder títulos reconocidos a nivel nacional.
La religiosidad de los gobernantes es un aspecto importante en la sociedad local y ha influido en la disposición que manifiesta la población hacia sus dirigentes.
A pesar de la inestabilidad política y de la pobreza generalizada, desde hace décadas casi no se aprecian tensiones religiosas.
Incidentes y acontecimientos
En abril de 2021, el presidente Umaro Sissoco Embalo se negó a financiar con fondos públicos la tradicional distribución de arroz y azúcar a los musulmanes durante el Ramadán. Un mes después, en Bafata, una región del país, jóvenes musulmanes de la zona se enfrentaron con la policía cuando los líderes religiosos de una ciudad se negaron a cumplir con un día de oración posterior al Ramadán según lo establecido por las autoridades. En julio, algunos clérigos musulmanes se opusieron a la decisión del Ministerio de Administración Pública de establecer la fecha para la recitación de las oraciones del Aíd al Adha, alegando que constituía una injerencia indebida por parte del Gobierno.
En octubre de 2021, algunos líderes religiosos denunciaron la falta de acción del Gobierno contra el extremismo, advirtiendo que algunas mezquitas y escuelas locales recibían fondos extranjeros de grupos islamistas radicales, lo que socavaba el islam moderado tradicional del país. También se criticó al Gobierno por no haber transformado los colegios exclusivamente árabes en escuelas normales, en las que se dieran asignaturas más laicas que permitieran a los alumnos integrarse mejor en la sociedad.
En agosto de 2021 falleció el imán Ustas Aladjil Bubacar Djalo de Mansoa. Su muerte afectó profundamente a los musulmanes, pero también a la Iglesia católica por su compromiso con el diálogo y la paz entre musulmanes y cristianos. El administrador apostólico de la diócesis de Bisáu, Mons. José Lampra Cà, y el administrador de la diócesis de Bafatá, el P. Lucio Brentagni, declararon que «la comunidad católica mantiene lazos muy estrechos con el imán Ustas» y se unieron al dolor que sentía «su familia y […] toda la comunidad islámica de Mansoa y de Guinea».
En octubre de 2021, una iglesia pentecostal independiente, la Iglesia Asamblea de Dios, recibió las críticas de numerosos dirigentes religiosos musulmanes y católicos por sus ataques sectarios que provocan división, en particular los difundidos a través de las emisiones de Radio Luz, afiliada a dicha Iglesia. Según los representantes religiosos, la programación intentaba provocar a los jóvenes y desestabilizar las relaciones tradicionalmente pacíficas.
A finales de diciembre de 2021, tras una reunión entre el primer ministro Nuno Gomes Nabiam y otros dirigentes religiosos, el recién nombrado obispo de Bisáu, José Lampra Cà, hizo un llamamiento al entendimiento entre los líderes políticos, señalando que Guinea-Bisáu pertenece a todo su pueblo. El presidente Umaro Sissoco Embalo desdeñó las palabras del obispo manifestando que los clérigos no tienen ningún papel en la política. En respuesta a la declaración del presidente, un clérigo católico, el padre Mutna Tambá, preguntó por qué un imán se sienta en el Consejo de Estado si no hay lugar para los clérigos en el ámbito político. Finalmente, en enero de 2022, el presidente asistió a la consagración del obispo Lampra Cà y afirmó que no existía ninguna rivalidad entre el prelado y él.
El 1 de febrero de 2022, el presidente Embalo sobrevivió a un intento de golpe de Estado dirigido por un grupo armado. Se calcula que durante el ataque a los edificios gubernamentales, que el presidente atribuyó a narcotraficantes, murieron 11 personas. Se dice que, tras los disturbios, las autoridades reprimieron a grupos que cuestionaban la versión de los hechos ofrecida por el Gobierno. En consecuencia, las organizaciones locales defensoras de los derechos humanos y los medios de comunicación independientes denunciaron el deterioro de la situación de seguridad, la intimidación contra los defensores de los derechos humanos y la amenaza a la libertad de prensa.
En julio de 2022, en el este de Guinea-Bisáu, la parroquia católica de Santa Isabel sufrió un ataque. Los agresores destruyeron imágenes religiosas y un crucifijo, además de destrozar la imagen de Nuestra Señora de Gebra. Especialmente después de que se publicaran imágenes en las redes sociales, el país quedó conmocionado al tratarse del primer ataque de este tipo. Para el párroco, el padre Paulo de Pina Araújo, el motivo del ataque había sido el odio, ya sea religioso o político.
El presidente de la Confederación de la Juventud Islámica, Hamza Seidi, denunció el atentado declarando: «Condenamos enérgicamente este acto, porque nada justifica el ataque. Guinea-Bisáu es un país laico y no podemos permitir que un acto así ocurra en este país. Por tanto, exigimos que las autoridades competentes investiguen y hagan rendir cuentas a las personas implicadas en este acto, que consideramos terrorista».
Por su parte, el presidente Embalo restó importancia al incidente, declarando: «¿Cuántas veces han robado aquí en las mezquitas? Si han robado en una iglesia, hay que dejar que la policía haga su trabajo. Si una iglesia ha sufrido un acto de vandalismo, ¿es para tanto? ¿Con qué frecuencia han robado relojes, ventiladores eléctricos o aires acondicionados en las mezquitas? Incluso en el Vaticano, o en La Meca, hay casos de robo, ¿es tan grave?»
Futuro de la libertad religiosa
La situación de los derechos humanos ha empeorado en Guinea-Bisáu como consecuencia del deterioro de la seguridad y de las actividades de los cárteles de traficantes, mucho más después del intento de golpe de Estado. No obstante, estos problemas de seguridad no han afectado directamente a ninguna institución o grupo religioso. Esto se debe probablemente a la fuerza de las prácticas religiosas tradicionales en el país, así como al interés de los políticos por garantizar la seguridad de los grupos religiosos, ya que la religión se utiliza para obtener réditos políticos.
Sin embargo, los vínculos entre los grupos armados de Guinea-Bisáu y los grupos terroristas AQMI, MUJAO y Ansar al Din son preocupantes para la libertad religiosa. Esto se refleja internamente en los signos de crecimiento del extremismo entre algunos musulmanes guineanos, y especialmente en el apoyo económico de grupos radicales a las mezquitas y escuelas locales. Junto con el ataque a la parroquia de Gabu el 2 de julio de 2022 (el primer caso de un ataque de este tipo cometido contra un lugar de culto en Guinea-Bisáu), estos factores indican una amenaza para el islam moderado de Guinea-Bisáu y para las relaciones positivas que mantienen las principales tradiciones religiosas del país. La agresividad ocasional de algunos grupos pentecostales independientes, entre los que destaca la Iglesia Asamblea de Dios, tampoco ayuda a aliviar esta preocupación. Las perspectivas para la libertad religiosa son, pues, negativas.