Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
Chad ha tenido varias constituciones desde su independencia en 1960. La última, aprobada en 2018, sigue el principio francés de «laicidad» y define el Estado como laico, consagrando la separación entre el Estado y la religión. En abril de 2021 se sustituyó la Constitución de 2018 por una Carta de Transición tras el golpe de Estado que se produjo a la muerte del presidente Idriss Déby a causa de las heridas sufridas en la batalla contra las fuerzas rebeldes poco después de haber sido reelegido presidente para un sexto mandato.
La Carta de Transición mantiene la laicidad del Estado (artículo 1) y contiene otras disposiciones que afectan a la libertad religiosa.
Conforme al artículo 8, «todo acto que atente contra la forma republicana y el laicismo del Estado, la soberanía, la independencia y la unidad nacional constituye un delito de alta traición y será castigado como tal». Se reconocen «los derechos y libertades fundamentales» y se garantiza su ejercicio «en las condiciones y formas previstas por la ley» (artículo 9). La Carta declara que «los chadianos de ambos sexos tienen los mismos derechos y los mismos deberes. Son iguales ante la ley sin distinción de raza, origen o religión» (artículo 10). Se garantiza «la libertad de opinión, de expresión, de conciencia y de culto» ejercida en las condiciones «definidas por la ley» (artículo 25). Se defiende la libertad de «asociación, reunión, prensa y publicación», mientras que «la ley determina las condiciones de su ejercicio» (artículo 36).
Según el artículo 113, la Carta estará en vigor durante 24 meses, pero el Presidente de Transición y el Consejo Nacional de Transición pueden modificarla simultáneamente, este último por «mayoría cualificada de 2/3» (artículo 114).
El artículo 117 declara: «Salvo derogación expresa, todas las leyes y reglamentos en vigor que no sean contrarios a la presente Carta seguirán siendo plenamente aplicables».
La Carta de Transición no menciona la educación, pero el artículo 38 de la Constitución de 2018 establecía la educación gratuita, obligatoria y laica en las escuelas públicas, permitiendo la educación religiosa en los centros privados. Así, varios grupos religiosos, entre ellos la Iglesia católica, gestionan centros privados de enseñanza por todo el país.
Según la legislación vigente, las asociaciones se tienen que registrar ante el Gobierno. La Oficina del Director de Asuntos Religiosos y Tradicionales del Ministerio de Administración Territorial, Seguridad Pública y Gobernanza Local es el departamento gubernamental responsable de las cuestiones religiosas y actúa como mediador en los «conflictos entre comunidades, informando sobre las prácticas religiosas, coordinando las peregrinaciones religiosas y garantizando la libertad de religión».
El Consejo Superior de Asuntos Islámicos de Chad tiene la responsabilidad de las actividades religiosas islámicas, entre ellas las academias de árabe y las instituciones de enseñanza superior. Sus miembros son aprobados por el Gobierno. A mediados de la década de 1990, Chad intentó adoptar una ley laica de familia, pero la propuesta fracasó porque los líderes musulmanes y cristianos del país no llegaron a ponerse de acuerdo sobre sus términos.
Tras la muerte del presidente Idriss Déby, el 20 de abril de 2021, la jefatura del Estado, el Parlamento y el Gobierno del país se disolvieron, y un Consejo Militar de Transición (Conseil militaire de transition, CMT) asumió el poder. Se nombró presidente provisional al hijo del presidente fallecido, el general Mahamat Déby, «violando la constitución, que exige que el presidente del Parlamento suceda al difunto expresidente».
En octubre de 2022, un Gobierno de la Transición (artículos 39 y 40 de la Carta de la Transición, revisada en octubre de 2022) sustituyó al Consejo Militar de Transición. El general Mahamat Déby se mantuvo como presidente.
El artículo 72 de la Carta de Transición creó un Consejo Nacional de la Transición (Conseil national de transition, CNT) que actúa como poder legislativo con 197 miembros nombrados por el presidente de Transición.
Los musulmanes, que residen principalmente en el norte, representan alrededor del 60% de la población, mientras que los cristianos (que conviven con los animistas en el sur) rondan el 35%. La mayor parte de la comunidad musulmana de Chad sigue a la tradición sufí Tiyaniya; una minoría sigue el wahabismo o el salafismo. El wahabismo está prohibido y los musulmanes wahabíes no tienen representación en el Alto Consejo de Asuntos Islámicos.
Políticamente, los musulmanes «dominan el Gobierno y están sobrerrepresentados entre los funcionarios». Aunque oficialmente están reconocidas tanto fiestas musulmanas como cristianas y es frecuente el diálogo interreligioso entre líderes religiosos que predican la convivencia pacífica, «parece haber una creciente presión para que no se celebren los domingos y las fiestas cristianas».
Los cristianos utilizan el Código Civil francés de 1958, mientras que los musulmanes se basan en las prácticas islámicas y preferirían que cada comunidad tuviera su propio derecho de familia. Esto, sin embargo, violaría el carácter laico del Estado, las disposiciones constitucionales de igualdad entre hombres y mujeres y el compromiso de Chad con los tratados y convenios internacionales.
Incidentes y acontecimientos
Chad es uno de los países menos desarrollados, encontrándose en el puesto 187 de 189 países del mundo. La pobreza afecta en gran medida a las zonas rurales, «cuya población vive de la agricultura o la ganadería de subsistencia».
A diferencia de otros países del Sáhel, la religión ha desempeñado tradicionalmente un papel menor en la política chadiana. Tanto los líderes del Gobierno como los de la oposición, así como los sindicatos y los grupos de la sociedad civil, han evitado utilizar la religión para promover sus intereses.
Poco después de la toma del poder en 2021 por parte de los militares, los obispos católicos del país pidieron que el proceso de transición contara con apoyo internacional. También pidieron que se creara un comité ad hoc para elegir a los miembros del Consejo Nacional de Transición, acelerar el proceso de diálogo y garantizar que dicho Consejo diera los pasos necesarios para redactar una constitución basada en el consenso.
El 1 de agosto de 2022, el Consejo Militar de Transición y más de 40 grupos rebeldes firmaron un acuerdo en Doha (Catar) para celebrar un Diálogo Nacional Inclusivo y Soberano (Dialogue national inclusif et souvereign) a partir del 20 de agosto en la capital, Yamena, como paso previo al restablecimiento del gobierno civil. Para ello, el Consejo Militar de Transición acordó no llevar a cabo «ninguna operación militar o policial contra los grupos firmantes» en los países vecinos. Sin embargo, el principal grupo de la oposición, el Frente para el Cambio y la Concordia en Chad (Front pour l'alternance et la concorde au Tchad, FACT), no participó en el acuerdo.
El Diálogo Nacional Inclusivo y Soberano se había anunciado como la vía para alcanzar el consenso entre las distintas partes interesadas, pero empezó a desmoronarse en pocas semanas. En septiembre, los obispos católicos de Chad suspendieron su participación, y más tarde se retiraron formalmente, alegando falta de inclusión y de condiciones para un verdadero diálogo. Para el obispo de Doba, Martin Waingue Bani, este Diálogo Nacional estuvo viciado desde el principio: «Todo esto se adoptó de forma muy confusa y antidemocrática».
El Diálogo Nacional Inclusivo y Soberano, que finalizó en octubre, reunió a unos 1400 participantes procedentes tanto del Consejo Militar de Transición como de la oposición civil y militar, y con representantes de grupos de la sociedad. Aunque no fue totalmente inclusivo, abarcó un amplio espectro de opiniones. Sin embargo, en lugar de marcar el final de la transición, el resultado fue el aplazamiento de las elecciones hasta al menos octubre de 2024.
Poco más de una semana después del fin del Diálogo Nacional Inclusivo y Soberano, estallaron protestas que llevaron al Gobierno a imponer el toque de queda y prohibir siete partidos políticos. La represión posterior causó al menos 50 muertos, 300 heridos y decenas de desaparecidos. Para algunos observadores, esto anuló cualquier esperanza de una transición pacífica a un gobierno civil, lo que llevó a algunos líderes de la oposición a pedir a la Corte Penal Internacional que investigara lo que describieron como «crímenes contra la humanidad».
Ante las protestas y la violenta represión por parte de las autoridades, Mons. Samuel Mbairabé Tibingar, vicario general de la archidiócesis de Yamena, hizo un llamamiento a «la calma y la reconciliación». Asimismo, el jeque Abdadahim Abdulaye Usmane, secretario general del Consejo de Asuntos Islámicos de Chad (Conseil des affaires islamiques au Tchad), advirtió contra toda forma de manipulación. Subrayando que los problemas del país son de naturaleza política, no religiosa, ensalzó la «convivencia pacífica».
En este contexto de agitación política se encuentra la compleja realidad de los conflictos violentos. Los habitantes locales se enfrentan a una miríada de factores de conflicto, como la continuada violencia entre comunidades basadas en grupos étnicos de agricultores y pastores, los llamados grupos «político-militares» (antiguos aliados del presidente Idriss Déby) que, operando «principalmente desde el sur de Libia o Sudán», atacan a las fuerzas gubernamentales buscando hacerse con el poder; combates entre «grupos locales de autodefensa y fuerzas de seguridad del Estado» en el «contexto de la extracción de oro»; el «reasentamiento en zonas del sur del país de quienes llegan desde el norte» que genera violencia «entre las comunidades indígenas y no indígenas» por los derechos sobre la tierra; y grupos yihadistas como Boko Haram y el Estado Islámico que atacan sobre todo en torno al lago Chad. En la región suroccidental de Chad se producen regularmente secuestros para pedir rescate (a menudo de niños).
En julio de 2021, la ONU publicó un informe sobre los conflictos comunitarios en Chad. La violencia entre comunidades en los seis primeros meses del año «mató a 309 personas, hirió a 182, desplazó a más de 6500, provocó la destrucción de bienes y medios de subsistencia, y dio lugar a tensiones muy fuertes entre las comunidades».
El 4 de agosto de 2021, al menos 26 soldados chadianos murieron en una emboscada mientras patrullaban cerca de la región del lago Chad. El 21 de septiembre, nueve personas murieron en un atentado terrorista contra un pueblo de la misma zona. En ambos casos, aún no está claro si los atentados fueron cometidos por Boko Haram o por la Provincia de África Occidental del Estado Islámico (ISWAP).
El 3 de noviembre de 2021, el arzobispo de Yamena, monseñor Djitangar, lamentó que «hombres con uniforme militar», que decían ser miembros del ejército chadiano, entraran por la fuerza en el patio de la iglesia parroquial del Beato Isidoro Bakanja, en Yamena. Para el prelado, este caso es muy preocupante porque confirma el desprecio que sienten por las personas y los lugares de culto quienes precisamente deberían protegerlos.
El 23 de febrero de 2022, Boko Haram mató a cinco soldados chadianos e hirió a muchos otros en un atentado terrorista en la región del lago Chad.
El 13 de septiembre de 2022 estalló la violencia a raíz de una disputa «entre un granjero y un pastor al que acusaron de apacentar su rebaño en el campo del primero». A raíz de este problema, según la fiscalía provincial, los enfrentamientos en varios pueblos «dejaron 19 muertos, 22 heridos y 18 detenidos en ambos bandos».
Para la comunidad católica chadiana se produjeron algunos acontecimientos positivos. En 2022 se volvió a abrir la catedral de Nuestra Señora de la Paz de Yamena, que había sufrido graves daños debido a un incendio durante la segunda guerra civil del país en 1980. También en la capital, la emisora de radio diocesana, La Voix du Paysan (La Voz del Campesino), volvió a emitir tras haber sido suspendida por el organismo gubernamental de control de los medios de comunicación por «malas prácticas».
La Iglesia católica se ha manifestado abiertamente a favor de la paz. El 26 de noviembre de 2022, la Conferencia Episcopal de Chad denunció la «“violencia endémica” en la nación norte-centroafricana [...] instando a las autoridades a convocar “un verdadero diálogo nacional inclusivo”».
En un mensaje navideño del 21 de diciembre de 2022, la Conferencia Episcopal de Chad se dirigió a los jóvenes afirmando: «Nunca utilicéis la violencia para resolver vuestros problemas. Buscad el camino de la no violencia. Cultivad los valores de la fraternidad, la unidad, la verdad, el valor, el trabajo duro y el progreso. [...] Como nos enseña la Palabra de Dios, no os dejéis vencer por el mal, sino venced al mal con el bien».
Futuro de la libertad religiosa
Chad atraviesa un período de gran agitación. Los conflictos internos relacionados con la tierra, así como la violencia intercomunitaria entre agricultores y pastores, y grupos árabes y no árabes, se han complicado por la presencia de militantes yihadistas extranjeros como Boko Haram e ISWAP, que han asesinado a cientos de personas y desplazado a miles.
Aunque las relaciones entre los líderes religiosos musulmanes y cristianos son en general positivas, y ambos desempeñan un papel importante en la defensa de la paz y la estabilidad, la combinación de todos los factores mencionados pesa mucho sobre la libertad de religión, por lo que las perspectivas para este derecho humano en el futuro son negativas.