Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
Camboya es una monarquía constitucional situada en el corazón de la península de Indochina. Su Constitución, adoptada el 21 de septiembre de 1993, garantiza el derecho a la libertad religiosa. Conforme al artículo 43: «Los ciudadanos jemeres (camboyanos) de cualquier sexo tendrán derecho a la libertad de creencia. La libertad de creencia religiosa y culto estará garantizada por el Estado, y sujeta a la condición de que dicha libertad no afecte a las creencias religiosas de los demás o viole el orden y la seguridad públicos».
La población camboyana es fundamentalmente budista. La mayor parte practica el budismo theravada, religión que ocupa un lugar central y dominante en la vida de la nación. Este hecho está reconocido por la Constitución: «El budismo será la religión del Estado» (art. 43). La ley fundamental del reino especifica, además, que el Estado apoyará la enseñanza del budismo (art. 68). No obstante, también prohíbe la discriminación a causa de la filiación religiosa y se proclama el principio de igualdad: «Todo ciudadano jemer será igual ante la ley, disfrutando de los mismos derechos y libertades, y cumpliendo las mismas obligaciones con independencia de su raza, color, sexo, idioma, creencia religiosa, tendencia política, nacimiento, origen, estatus social, riqueza o cualquier otra condición» (art. 31).
No está permitido que los grupos religiosos desacrediten abiertamente a otros grupos religiosos, aunque no se persigue. Los grupos religiosos tampoco tienen permitido implicarse en actividades políticas de ningún tipo.
Las organizaciones religiosas tienen que registrarse ante el Ministerio de Cultos y Religiones y aportar información sobre los objetivos de su organización. Anualmente deben entregar una relación de sus actividades. Si no se registran, no pueden solicitar exenciones fiscales al Ministerio de Economía y Finanzas. Los lugares de culto y los colegios confesionales se tienen que registrar con independencia unos de otros, pero tampoco se persigue esto de forma activa.
Está prohibido que se imparta formación religiosa no budista en la escuela pública, pero se permite en los colegios privados. Los alumnos no budistas de la escuela pública pueden quedar exentos de la formación religiosa porque no forma parte del plan de estudios obligatorio.
Los grupos no budistas no pueden realizar proselitismo en público, aunque sí pueden distribuir su literatura dentro de sus propias instituciones religiosas.
A la luz de estas disposiciones constitucionales y legislativas, puede parecer que los camboyanos disfrutan de un grado de libertad religiosa elevado. Esto contrasta con la situación de otras libertades y derechos fundamentales que el primer ministro del país, Hun Sen, ha estado limitando; su régimen autoritario ha aprobado recientemente una serie de leyes duras, por ejemplo, el subdecreto sobre la creación del portal nacional de internet de febrero de 2022, que permite al Gobierno interferir en toda la actividad relacionada con internet y desconectarla. Para evitar la propagación de la COVID-19 y otras enfermedades graves, peligrosas y contagiosas, en marzo de 2022 el Gobierno aprobó una serie de medidas a través de una ley que impone a los infractores penas de hasta 20 años de prisión. Esta ley discriminará aún más a los grupos marginados a los que, aun careciendo de alimentos y atención sanitaria, las autoridades ya les habían impedido recibir ayuda de Naciones Unidas o de cualquier otra organización durante los confinamientos por la COVID-19.
El budismo que se practica en Camboya contiene en ocasiones elementos de la religión tradicional y de sus rituales que involucran a las fuerzas sobrenaturales. El Gobierno tiene una política de tolerancia cero contra las personas declaradas culpables de practicar magia negra o brujería, a las que aplica duras sanciones en forma de hostigamiento, palizas, expulsión e incluso la muerte.
Camboya forma parte del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas.
Incidentes y acontecimientos
Un motivo de preocupación en este período es el fortalecimiento de los lazos entre Camboya y China, especialmente desde enero de 2022 en que Camboya asumió el liderazgo de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) por un período de un año. Se teme que la mayor relación entre Camboya y China aliente un incremento de las violaciones de los derechos humanos y la promulgación de estrictas leyes discriminatorias.
En diciembre de 2021, tras el arresto de un monje budista que denunciaba cuestiones sociales y medioambientales, el Gobierno promulgó un decreto que «restringe la participación de los monjes en las manifestaciones políticas y les exige ser políticamente neutrales».
Después de este suceso, el Ministerio de Cultos y Religiones, consultando con varios dirigentes religiosos, inició un proceso de reelaboración de la ley de religión de Camboya que penalizará a las «personas religiosas» que participen en actos políticos o en «actividades organizadas contra cualquier partido político».
Con una extensión de 13 capítulos y 54 artículos, uno de los anteproyectos filtrados en internet establecía lo siguiente: «Los monjes budistas que participen de forma intencionada en manifestaciones políticas, huelgas, disturbios o actividades organizadas contra cualquier partido político serán condenados a penas de prisión de hasta 15 años, sin contar con cualquier otra pena aplicable según está establecido en el Código Penal». El portavoz del Ministerio de Cultos y Religiones, Seng Somony, declaró que el contenido de los artículos filtrados «no era más que un borrador que probablemente sufrirá cambios antes de que la ley se someta al poder legislativo».
Pa Chanroeun, presidente del Instituto Camboyano para la Democracia, denunció la proposición de ley señalando que la Constitución de 1993 «establece que el Reino es una democracia multipartidista que respeta los derechos humanos en conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, y todo lo dicho garantiza que todos los camboyanos tengan derechos civiles y políticos inalienables, incluidos los monjes».
Respondiendo a las objeciones planteadas por grupos de la sociedad civil y partidos políticos, Seng Somony afirmó que «el propósito de esta ley es proteger todas las religiones de Camboya y armonizarlas para reforzar y ampliar la efectividad de las prácticas religiosas, especialmente del budismo, que es la religión del Estado tal y como está establecido en la Constitución».
Los expertos que han estudiado el proyecto de ley afirman que el término «personas religiosas» se utiliza habitualmente para referirse a los monjes; como en el proyecto de ley no lo define con mayor precisión, no queda claro si la ley propuesta se aplicaría a los no budistas.
El 30 de abril de 2022, dirigentes budistas rindieron homenaje al obispo católico francés Olivier Michel Marie Schmitthaeusler como «amigo de los budistas». El obispo Schmitthaeusler expresó su gratitud declarando que la comunidad católica local está enraizada en la cultura camboyana y que ambas religiones pueden convivir de forma pacífica.
En febrero de 2022 se informó de que la relación entre los budistas y la pequeña comunidad minoritaria musulmana había mejorado significativamente en los últimos años. «Según cálculos gubernamentales, aproximadamente el 2,1% de la población es musulmana, aunque algunas organizaciones no gubernamentales calculan que los musulmanes constituyen entre el 4 y el 5% de la población». Como muestra de este avance positivo, el primer ministro Hun Sen manifestó su deseo de designar como vicegobernador al menos a un jemer musulmán en cada provincia, ciudad y distrito.
No se han producido cambios significativos en la situación de la comunidad perseguida montagnard, que huyó de Vietnam a Camboya. No obstante, tras reunirse con ministros y funcionarios del Gobierno, el embajador de Estados Unidos en Camboya ha planteado en varias ocasiones el asunto de su reubicación permanente.
Futuro de la libertad religiosa
En general, Camboya disfruta de un alto grado de libertad religiosa y de armonía interreligiosa. A pesar de la preocupación que suscita el proyecto de ley de religión de Camboya, acontecimientos recientes, como el homenaje rendido al obispo Schmitthaeusler y las declaraciones del primer ministro Sen comprometiéndose a designar musulmanes para ocupar puestos políticos clave, ofrecen motivos para un prudente optimismo a corto plazo. Sin embargo, a medio y largo plazo, el fortalecimiento de las relaciones entre China y Camboya puede suponer un gran problema para la protección de los derechos humanos básicos en el país, entre ellos el de la libertad religiosa.