Marco legal sobre la libertad religiosa y su aplicación efectiva
La Constitución de Burundi de 2018 garantiza el derecho a la libertad de expresión, religión, pensamiento, conciencia y opinión (artículo 31), así como los derechos de reunión y asociación, y de fundar organizaciones conforme a la ley (artículo 32). Todos los burundeses son iguales «en valor y dignidad», tienen «los mismos derechos y [...] protección por parte de la ley», y a nadie se le puede «excluir de la vida social, política o económica a causa de su raza, lengua, religión, sexo u origen étnico» (artículo 13).
El marco legal relativo a la libertad religiosa se basa en las mismas leyes que regulan las asociaciones sin ánimo de lucro (registro y funcionamiento), especificando que todos los grupos religiosos se tienen que inscribir en el Registro del Ministerio del Interior, presentando sus estatutos y una lista con el nombre y la información personal de los miembros del órgano directivo. Una vez que reciben la aprobación del Ministerio, pueden llevar a cabo sus actividades libremente.
Burundi es un país predominantemente cristiano. Hay una minoría musulmana, mayoritariamente suní, concentrada en zonas urbanas.
Incidentes y acontecimientos
En junio de 2021, la Comunidad Musulmana de Burundi (COMIBU) desautorizó oficialmente a uno de sus miembros más destacados por los comentarios ofensivos que había hecho contra el ministro del Interior, Gervais Ndirakobuca, después de que este advirtiera de que el alto volumen de la llamada a la oración perturbaba el sueño de los vecinos.
En mayo de 2021, durante el Ramadán, los musulmanes pidieron al Gobierno que abriera las fronteras del país porque la pobreza y la falta de recursos complicaban su celebración. La fiesta de Aíd el Fitr, que marca el final del Ramadán, no pudo celebrarse en la provincia de Rumonge por la escasez de algunos productos.
En julio de 2021, el Presidente tendió la mano a la comunidad musulmana y celebró la fiesta de Aíd al Adha, que marca la finalización del hach (peregrinación anual a La Meca). También se refirió a la comunidad como «símbolo de convivencia fraternal entre las distintas confesiones religiosas». Sin embargo, las medidas adoptadas contra la COVID-19 impidieron las celebraciones adecuadas, ya que no se permitía rezar en común ni compartir las comidas.
Los cristianos también sufrieron las medidas contra la COVID-19 durante las celebraciones navideñas de 2021. Las restricciones a la asistencia a la iglesia se consideraron discriminatorias en comparación con las impuestas a otras actividades sociales.
Durante el período estudiado en este informe, los obispos católicos de Burundi aplaudieron los importantes progresos realizados bajo el liderazgo del presidente Evariste Ndayishimiye y acogieron con satisfacción la acción del Gobierno para mejorar el desarrollo socioeconómico y la reconciliación nacional.
En marzo de 2022, el Presidente visitó al papa Francisco en el Vaticano. Durante las conversaciones mantenidas con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, el diálogo se centró en los lazos cordiales que hay entre la Santa Sede y Burundi. Se elogió la implicación y el trabajo de la Iglesia católica en el país en diversos ámbitos de la vida social.
En febrero de 2022, el Santo Padre aceptó la dimisión del arzobispo Simon Ntamwana como arzobispo metropolitano de Gitega. El Papa nombró sucesor a monseñor Bonaventure Nahiamana, obispo de Rutana.
En octubre de 2022, la embajada estadounidense difundió un aviso sobre restricciones en los viajes de los estadounidenses, indicando los riesgos de viajar a la región fronteriza de Burundi con la República Democrática del Congo y con Ruanda, que podría cerrarse en cualquier momento ante la actividad de las milicias armadas.
Futuro de la libertad religiosa
Por lo general, en Burundi se respeta la libertad de religión. Durante el período estudiado en este informe, se ha producido un acercamiento entre la Iglesia católica y el Gobierno dirigido por el presidente Evariste Ndayishimiye. La Iglesia ha trabajado, entre otras cosas, para fomentar la reconciliación y la paz entre los burundeses, pero se asiste a una creciente amenaza de violencia en la región de los Grandes Lagos, procedente, sobre todo, de las vecinas República Democrática del Congo y Ruanda. Las perspectivas para la libertad religiosa siguen siendo las mismas, pero las circunstancias externas, entre ellas un posible conflicto, pueden acabar afectando a todos los derechos humanos.