Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
La Constitución de la República de Botsuana de 1966, modificada en 1994 y 1997, garantiza la «libertad de conciencia», en la que se incluyen «la libertad de pensamiento y religión, la de cambiar de religión o creencias y la libertad de manifestar y difundir, individual o colectivamente, en público o en privado, la propia religión o creencias por medio del culto, la enseñanza, la práctica y la observancia» (artículo 11.1).
En la sección 2 añade: «Toda comunidad religiosa tiene el derecho de fundar y mantener, a sus propias expensas, centros de educación y de gestionar cualquier institución educativa que mantenga de forma exclusiva; y no se impedirá a ninguna comunidad de esta índole impartir una enseñanza religiosa a sus miembros como parte de la educación ofrecida en los centros educativos que mantenga de forma exclusiva, o como parte de la educación que ofrezca de otro modo».
Finalmente, la Constitución declara en la sección 3 que «no se exigirá a ninguno de los que asisten a un centro educativo recibir formación religiosa sin su consentimiento personal (o el de su tutor en el caso de los menores de edad), ni participar o estar presente en ninguna ceremonia o culto si esa ceremonia o culto pertenece a una religión que no sea la propia».
Los grupos religiosos se tienen que inscribir en el Registro de Sociedades del Ministerio de Trabajo e Interior. El registro conlleva una serie de beneficios legales; por ejemplo, los grupos religiosos no registrados no pueden firmar contratos, hacer negocios ni abrir cuentas bancarias. El número mínimo de miembros con los que deben contar los nuevos grupos religiosos para poder registrarse asciende a 150.
Aunque el país solo reconoce las festividades cristianas, se permite a los miembros de otros grupos religiosos observar sus fiestas sin que el Gobierno intervenga.
Incidentes y acontecimientos
Durante el período estudiado en este informe no se han producido incidentes de naturaleza religiosa, ni actos de intolerancia, discriminación o persecución contra ninguna comunidad o entre distintos grupos religiosos.
Durante la COVID-19, el Gobierno declaró el estado de emergencia durante 18 meses, imponiendo fuertes restricciones como el toque de queda en todo el país entre las 20:00 y las 04:00, una mayor presencia de las fuerzas de seguridad con penas de multa o prisión para las infracciones de la normativa, y la prohibición temporal de viajar durante las fiestas religiosas.
Las celebraciones religiosas también estuvieron sometidas a un control estricto, quedando totalmente prohibidas en los períodos de «máximo distanciamiento social» y, posteriormente con limitaciones en los servicios religiosos (no más de dos veces por semana) y en el número de asistentes (no más de 50 personas).
Las Iglesias cristianas de Botsuana pueden llevar a cabo sus misiones con seguridad e incluso se las anima a que se pronuncien activamente sobre cuestiones sociales, como la violencia doméstica, así como a que presten apoyo a las víctimas de abusos y los denuncien a las autoridades competentes. También se espera que las Iglesias actúen como defensoras de los derechos de las personas vulnerables, como los ancianos, los jóvenes, las mujeres, los niños y el pueblo san (los bosquimanos).
El Gobierno presentó el plan Vision 2036 para fomentar el desarrollo económico y social de Botsuana. En el plan, se llama a los grupos religiosos a desempeñar un papel crucial. Tal y como se afirma en el documento: «En Botsuana, las organizaciones religiosas han desempeñado un papel decisivo en la construcción del país y seguirán haciéndolo en el futuro. Siguen prestando servicios como tratamiento médico, liderazgo, cuidado de huérfanos, educación, por nombrar solo algunos».
Además, el plan indica que los grupos religiosos desempeñarán un papel más importante en la defensa de los valores de la sociedad y el asesoramiento a las autoridades: «Las instituciones religiosas de Botsuana, en colaboración con el Gobierno, desempeñarán un papel cada vez más importante en la salvaguarda de la moralidad, la promoción de la tolerancia y la garantía de una gobernanza progresista».
Futuro de la libertad religiosa
En Botsuana, sigue existiendo diálogo y buenas relaciones interconfesionales, sobre todo a la hora de abordar cuestiones de interés común. Aunque las estrictas restricciones a causa de la COVID-19 fueron onerosas y afectaron a la práctica plena de la fe, la mayor parte de los grupos religiosos reconocen que las medidas fueron necesarias para la salud pública.
En Botsuana, las perspectivas para la libertad religiosa siguen siendo positivas y sin cambios.