Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
En la actualidad, la sociedad yibutiana y el islam están aún más estrechamente ligados desde el punto de vista político e institucional que lo que estipula la Constitución de 1992. En la primera frase del artículo 1 de la citada Constitución de 1992, Yibuti se declara como «república democrática». Esta versión de la ley fundamental fue revisada en 2010. Ahora el preámbulo comienza con las palabras «En el nombre de Dios, Todopoderoso», y el artículo 1 proclama que «el islam es la religión del Estado». No obstante, garantiza a otras religiones algunas libertades fundamentales. Según este mismo artículo 1, todos los ciudadanos son iguales, «sin distinción de lengua, origen, raza, sexo o religión». En ambas versiones de la Constitución, en su artículo 6, se afirma que «está prohibido [que los partidos políticos] se identifiquen con una raza, una etnia, uno de los sexos, una religión, una secta, un idioma o una región». El artículo 11 garantiza a toda persona «el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, de culto y de opinión, sujetos al orden establecido por la ley y las normas». En teoría, la Constitución no prohíbe explícitamente el proselitismo. Las leyes tampoco disponen sanciones para quienes no siguen las normas islámicas o profesan otras religiones.Una ley aprobada en octubre de 2012 concedía al Ministerio de Asuntos Islámicos amplios poderes sobre las mezquitas del país y sobre el contenido de las oraciones públicas. Así, la autoridad del Ministerio se impone sobre todos los asuntos islámicos, empezando por las mezquitas, pasando por los colegios privados confesionales (también sometidos a la jurisdicción del Ministerio de Educación), hasta los mismos actos religiosos. Según declaraciones de funcionarios del Gobierno, de esta manera se pretende evitar que se lleven a cabo actividades políticas en el seno de las comunidades de las mezquitas, otorgar al Gobierno un mayor control y limitar la influencia extranjera. Además del sistema de escuela pública y laica del país, en Yibuti hay unos 40 colegios musulmanes privados.Sin embargo, la aplicación de la ley ha sido lenta. Menos de la mitad de las mezquitas de Yibuti tienen imanes designados por el Estado, tal como exige la ley.Los grupos religiosos no musulmanes, tanto los nacionales como los extranjeros, deben solicitar la inscripción en un registro estatal. Tras presentarse la solicitud, el Ministerio del Interior inicia una larga investigación. No se conceden permisos provisionales durante el tiempo que dura esta investigación. A los grupos musulmanes solo se les exige que notifiquen su existencia al Ministerio de Asuntos Religiosos y Culturales; no se les obliga a registrarse ni son investigados por el Ministerio del Interior. Para trabajar en Yibuti, los grupos extranjeros, tanto musulmanes como no musulmanes, necesitan, además, licencia del Ministerio de Asuntos Exteriores.El jefe de Estado accede al cargo prestando un juramento religioso.Los códigos legales de Yibuti también contienen elementos de la ley islámica o sharía. Los tribunales islámicos resuelven las cuestiones relacionadas con la ley civil y familiar para los musulmanes. Estos tribunales aplican la ley islámica, además de la civil.Los asuntos familiares de los no musulmanes se remiten a tribunales civiles dependientes del Estado, por lo que estos individuos pueden contraer matrimonio civil, igual que los extranjeros. El Gobierno reconoce el matrimonio religioso no musulmán mediante la presentación de un documento emitido por la organización celebrante de la boda.Incidentes
Aunque las normas y las costumbres sociales yibutianas no contemplan la renuncia al islam, se producen conversiones. Así, por ejemplo, se ha sabido que un residente convertido al cristianismo en el campo de refugiados de Markazi, poblado por refugiados yemeníes, ha sufrido intimidación e insultos por parte de otros residentes del campo.Los conversos denuncian de forma recurrente que a veces su decisión tiene consecuencias negativas, entre ellas, la discriminación en el puesto de trabajo. Los representantes de las confesiones cristianas también denuncian actos vandálicos esporádicos contra templos por parte de algunos individuos, así como casos de destrucción intencionada de las propiedades de las Iglesias.En algunos casos, comunidades religiosas no registradas, como los protestantes etíopes o algunas congregaciones musulmanas, trabajan unidas a otras que sí lo están. Las comunidades más pequeñas, tal es el caso de los testigos de Jehová o de los bahaíes, han llevado a cabo su labor en secreto sin registrarse.En los últimos años, Yibuti se ha ido convirtiendo en un cobijo para los refugiados que huyen de la guerra en el Yemen, situado entre unos 20 y 30 km al otro lado del estrecho de Bab el Mandeb. Con sus muy limitados medios, la Iglesia católica de Yibuti intenta apoyar a los pocos creyentes del Yemen. La Iglesia también trata de colaborar en el desarrollo local, por ejemplo, en el campo de la atención médica.Futuro de la libertad religiosa
Las potencias del mundo comparan la estabilidad de Yibuti con la problemática situación de los países circundantes. No obstante, en Yibuti muchas personas sufren la falta de libertad política. La familia del actual presidente, Ismail Omar Guelleh, lleva en el poder desde que el país alcanzó la independencia de Francia en 1977. En las elecciones de abril de 2016, Guelleh resultó elegido para un cuarto mandato. Los candidatos de la oposición tenían pocas posibilidades de cambiar el orden establecido. La situación de la libertad de prensa es también terrible. La organización no gubernamental Reporteros Sin Fronteras acusó al Gobierno de arrestar a periodistas de la BBC y expulsarlos del país. Yibuti ocupa uno de los peores puestos en el índice de libertad de prensa de la ONG: de los 180 países, se halla en el número 170. El trato restrictivo, y en algunos aspectos discriminatorio, que se da a las comunidades religiosas no musulmanas limita enormemente sus posibilidades de proclamar su fe.Según todos los indicios, el Gobierno quiere mantener al país alejado de conflictos de cualquier tipo, incluidos los religiosos. Se ha hecho fácilmente asequible como base militar internacional, con lo que el Gobierno ha incrementado sus ingresos. China abrió su primera base militar en el país en julio de 2017, reconociendo la situación estratégica de Yibuti en el golfo de Adén; los términos del alquiler permiten concentrar hasta 10 000 soldados chinos en este lugar. Estados Unidos lleva presente en Yibuti desde hace mucho tiempo, pues allí tiene su única base militar en África. Francia, su antigua metrópoli, e Italia también cuentan con bases en el país. Alemania y España han enviado tropas a Yibuti. En la actualidad, Arabia Saudí está construyendo una base militar en territorio yibutiano.El alquiler de estas instalaciones aporta cientos de millones de dólares a Yibuti. Hay motivos para suponer que la importancia internacional del país como base militar y los ingresos obtenidos por ello pueden servir de contrapeso al extremismo, lo que garantizaría la libertad religiosa, al menos en algún grado.