Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
Marruecos es una monarquía hereditaria gobernada por una dinastía suní que lleva reinando varios siglos. Al monarca actual, el rey Mohammed VI, se le considera descendiente del profeta Mahoma. Más del 99% de la población es musulmana suní de la escuela malikí asharí. El resto de los grupos religiosos constituyen menos del 1% de la población.
La comunidad judía del país es muy antigua; la mayor parte de ella se marchó cuando se creó el Estado de Israel. En 1948 había 265 000 judíos en Marruecos, actualmente el número estimado es de 2281, establecidos en su mayoría en Casablanca. Sin embargo, Marruecos decidió no revocar la nacionalidad a los judíos marroquíes que emigraron a Israel, creando una comunidad de aproximadamente un millón de personas (más del 10% de la población israelí) de judíos marroquíes y judíos de ascendencia marroquí. Los judíos de Marruecos tienen tribunales rabínicos que supervisan sus asuntos relacionados con el estatuto personal, como el matrimonio o la herencia.
En Marruecos hay unos 31 550 cristianos de todas las confesiones (18 500 católicos y 4800 protestantes), la inmensa mayoría de los cuales son extranjeros que utilizan iglesias construidas durante la época del protectorado francés (1912-1956). Hay una presencia cada vez mayor de evangélicos subsaharianos que se reúnen para celebrar el culto en pisos o casas particulares. No está claro cuántos ciudadanos marroquíes musulmanes se han convertido al cristianismo; algunos sitúan la cifra de cristianos autóctonos entre 8000 y 31 500. En el país también hay unas cuantas comunidades chiíes y bahaíes pequeñas no reconocidas (166 098 y 37 662 habitantes respectivamente). Ninguna Iglesia cuenta con autorización para admitir a marroquíes convertidos al cristianismo, por lo que se ven obligados a practicar su fe en privado. El Gobierno no reconoce legalmente los matrimonios cristianos.
El país es un Estado soberano musulmán (Preámbulo), y «se apoya para su vida colectiva [...] en la religión musulmana moderada [...]» (artículo 1.3). Declara que el islam «es la religión del Estado, que garantiza a todos el libre ejercicio de las creencias» (artículo 3). Se prohíbe que los partidos políticos, los parlamentarios o las enmiendas constitucionales sean contrarios al islam. Salvo el islam y el judaísmo, ninguna religión está reconocida en la Constitución ni en las leyes.
Según la Constitución, el rey, como «comendador de los creyentes [...], vela por el respeto al islam», es el «garante del libre ejercicio de las creencias» y preside el Consejo Superior de Ulemas. Este Consejo es el único facultado para pronunciarse y acordar oficialmente las consultas religiosas (fetuas) conforme a los «preceptos y designios del islam» (artículo 4). En abril de 2004 se creó el Consejo Marroquí de Ulemas para Europa dedicado, entre otras cosas, a «asegurar el buen cumplimiento de los deberes religiosos y el culto del islam y la preservación de sus preceptos para todos los marroquíes, hombres y mujeres, residentes en Europa, en un marco de tranquilidad y seguridad espiritual según el dogma asharí y el rito malíkí», así como a «orientar a la comunidad musulmana marroquí residente en Europa difundiendo los preceptos ideales del islam de tolerancia, virtud y valores verdaderos y emitiendo consultas religiosas (fetuas) basadas en el Corán, la Sunna y la unicidad del rito malikí».
El Código Penal marroquí castiga con penas de seis meses a tres años de prisión y multa de 200 a 500 dinares (18 a 45 euros) «a quien, mediante violencia o amenazas, haya obligado o impedido a una o varias personas rendir culto o asistir al culto». La misma pena se impone a quien «utilice medios de seducción con el fin de socavar la fe de un musulmán o de convertirlo a otra religión, ya sea explotando su debilidad o sus necesidades, ya sea utilizando para estos fines establecimientos educativos o sanitarios, residencias de ancianos u orfanatos. En caso de condena, podrá ordenarse el cierre del establecimiento que haya servido para cometer la infracción, con carácter permanente o por un período no superior a tres años» (artículo 220.2). Las autoridades públicas están legalmente facultadas para expulsar sumariamente a cualquier residente no ciudadano considerado «una amenaza para el orden público», cláusula utilizada para expulsar a extranjeros sospechosos de hacer proselitismo.
La ley no penaliza la conversión voluntaria. Sin embargo, los marroquíes convertidos al cristianismo no disfrutan de los mismos derechos que los demás, aunque la discriminación por motivos religiosos (por ejemplo, la negativa a proporcionar un bien, servicio o empleo) se castiga en ciertos casos con penas de prisión de un mes a dos años y multas de entre 1250 a 50 000 dinares (de 113 a 4500 euros). Los conversos a comunidades religiosas minoritarias afirman que sufren acoso social (que puede llegar a la marginación por parte de sus propias familias), burlas, discriminación laboral e incluso posibles actos de violencia contra ellos por parte de «extremistas», y se ven obligados a practicar su fe discretamente. La Coordinadora de Cristianos Marroquíes hizo un llamamiento al Gobierno para pedir, entre otras cosas, la revisión de las leyes que restringen la posibilidad de celebrar y asistir a oficios religiosos en las iglesias oficiales, el reconocimiento de los derechos al matrimonio eclesiástico, el derecho a poner nombres cristianos a sus hijos, a ser enterrados en cementerios cristianos y a que la enseñanza religiosa sea optativa para los cristianos marroquíes en las escuelas públicas.
«Atentar contra la religión islámica» es un delito castigado con penas de seis meses a dos años de prisión y/o multas de 20 000 a 200 000 dinares (1800 a 18 000 euros). La pena se elevará de dos a cinco años de prisión y/o multa de 50 000 a 500 000 dinares (de 4500 a 45 000 euros) cuando dichos actos se cometan mediante discursos, exclamaciones o amenazas pronunciados en lugares públicos o reuniones, mediante carteles públicos, mediante la venta, distribución o cualquier medio de publicidad, incluidos los medios electrónicos, en papel o audiovisuales. Se prohíbe la formación de cualquier asociación cuyo objetivo sea socavar el islam.
Quien obstaculice intencionadamente el ejercicio de un culto o ceremonia religiosa, o provoque desórdenes que puedan perturbarlos, puede ser castigado con pena de seis meses a tres años de prisión y multa de 200 a 500 dinares (de 18 a 45 euros). Los actos de vandalismo contra lugares de culto o textos sagrados puede acarrear una pena de cárcel de seis meses a dos años y una multa de 100 a 500 dinares (de 9 a 45 euros) (artículo 223). Cualquier persona conocida como miembro de la religión musulmana que «rompa ostensiblemente el ayuno en un lugar público durante el tiempo del Ramadán, sin una razón reconocida por dicha religión», puede ser encarcelada por un período de uno a seis meses y recibir una multa de 200 a 500 dinares (de 18 a 45 euros). Toda persona que, durante o con ocasión de competiciones o manifestaciones deportivas, o de su retransmisión pública, incite al odio contra una o varias personas por razón de «su pertenencia o no pertenencia, real o supuesta, a una religión [...] determinada» será castigada con una pena de prisión de uno a seis meses y/o multa de 1200 a 10 000 dinares (de 108 a 900 euros).
El estatuto personal de los ciudadanos musulmanes está regulado por la interpretación que hace el país de la sharía (ley islámica). Los varones musulmanes pueden casarse legalmente con mujeres cristianas o judías, pero las mujeres musulmanas no pueden contraer matrimonio con hombres que no sean musulmanes. La ley marroquí exige que el varón no musulmán que desee casarse con una mujer musulmana se convierta al islam. La conversión tiene lugar ante un adul (auxiliar de justicia, que debe ser de fe musulmana) y se necesita un certificado oficial de conversión autorizado por un juez. Los marroquíes residentes en el extranjero que deseen contraer matrimonio válido deben celebrarlo en presencia de dos testigos musulmanes. Solo los cónyuges musulmanes, una mujer musulmana o una institución pueden hacerse cargo de un niño abandonado (kafala). La kafala implica el compromiso de hacerse cargo de la protección, educación y manutención de un niño abandonado de la misma forma que un padre lo haría por su hijo, pero sin ningún derecho de filiación o sucesión. Por otro lado, el nombre elegido por la persona que hace la declaración de nacimiento ante el Registro Civil «debe ser de carácter marroquí».
El Gobierno supervisa regularmente las escuelas coránicas y los sermones de los viernes, y todos los imanes tienen que superar un curso y un examen de certificación antes de dirigir las oraciones de los viernes. Todas las mezquitas deben cumplir normas de seguridad específicas y superar las inspecciones propias de los edificios públicos. Las normas impuestas por el Gobierno se aplican a la educación religiosa, y las mujeres tienen derecho a convertirse en «morchidat» o líderes secundarias dentro de las comunidades musulmanas. Los programas estatales de formación de imanes, morchidines y morchidates, bien financiados, promueven una versión del «islam moderado» aprobada por el Estado en el Instituto Mohammed VI «para cumplir su misión de difundir los preceptos de la sharía islámica» y «hacer hincapié en sus características de tolerancia, equidad y moderación, así como contribuir a la preservación de la unidad religiosa [«unité confessionnelle»] de la sociedad y su cohesión». También son herramientas para consolidar la autoridad del Estado y evitar manifestaciones de extremismo. En Marruecos, solo los musulmanes pueden reproducir, imprimir, grabar, publicar y distribuir el Corán, y la naturaleza de las actividades de los canales de edición y distribución debe respetar la ley islámica de la sharía.
La Delegación General para la Administración Penitenciaria y la Reinserción autoriza las celebraciones religiosas y los servicios prestados por líderes religiosos a todos los presos, incluidas las minorías religiosas.
Marruecos es Estado Parte en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos desde 1979, sin haber formulado reservas al texto, aunque todavía no ha firmado el Protocolo Facultativo por el que se aceptan procedimientos de denuncia individual.
Incidentes y acontecimientos
Marruecos cultiva su reputación de país islámico moderado y de referencia para el mundo musulmán, entre otras cosas mediante la promoción de foros de diálogo interreligioso e intercultural con la participación de las instituciones públicas y el mundo académico. El país también apoya la formación de clérigos islámicos extranjeros, en su mayoría de países africanos, a través de la Fundación Mohammed VI para Ulemas Africanos. La fundación, creada en 2016, promueve el objetivo de «difundir y consolidar los valores del islam tolerante». Por ejemplo, en septiembre de 2022 se firmó un acuerdo entre el ministro maliense de Asuntos Religiosos y su homólogo marroquí para formar a 300 imanes, morchidines y morchidates en el Instituto Mohammed VI. Cientos de clérigos musulmanes nigerianos ya han estudiado en esta institución.
La progresiva normalización de las relaciones entre Marruecos e Israel, tras la Declaración Conjunta de diciembre de 2020, con la mediación de EE.UU., que reconoció oficialmente a Israel y creó lazos diplomáticos, también ha abierto un nuevo capítulo para la comunidad judía de Marruecos. El país, por ejemplo, es la única nación del mundo árabe-musulmán en la que el Estado financia actualmente proyectos de restauración de cementerios y sinagogas judíos y de renovación de barrios y lugares religiosos judíos. Siguiendo las instrucciones del rey Mohamed VI, las callejuelas y plazas del barrio de Essalam, antiguo Hay El Mellah, de la ciudad de Marrakech fueron rebautizadas con sus nombres judíos originales para preservar la memoria histórica de estos lugares.
Además, el Gobierno marroquí anunció en octubre de 2021 un cambio en el plan de estudios de la escuela pública para incluir la herencia y la historia judías tanto en árabe como en francés, y la Universidad Politécnica Mohammed VI alberga la primera sinagoga universitaria del mundo árabe. A finales de 2022, otro acontecimiento simbólico fue la primera representación de una de las obras teatrales más famosas de Israel, que plasma la vida de un barrio judío sefardí de Jerusalén a principios del siglo XX. Por otra parte, bajo los auspicios del Rey, se ha fundado el Consejo Nacional de la Comunidad Judía Marroquí, al igual que la Fundación del Judaísmo Marroquí, cuyo objetivo es «fomentar y salvaguardar el patrimonio inmaterial judío-marroquí, preservar sus tradiciones y su especificidad, y garantizar la continuidad reconocida y estructurada de su relación temporal y espiritual con Marruecos». El Rey es quien nombra al gran rabino de Marruecos a propuesta de la oficina del Consejo, previa consulta con las cámaras rabínicas de los tribunales del Reino.
Con el paso de los años, Marruecos también se ha convertido en una potencia continental y en un puente hacia la Unión Europea. Sin embargo, a pesar de las estrechas relaciones de Marruecos con algunos Estados miembros de la Unión Europea en una amplia gama de ámbitos, como la migración, el comercio y la lucha contra el terrorismo, se ha observado un deterioro debido a la adopción por parte del Parlamento Europeo de algunas resoluciones que denuncian violaciones de los derechos humanos en Marruecos y al uso generalizado del software de vigilancia ilícita Pegasus del Grupo NSO. Marruecos, con el apoyo de la Unión Interparlamentaria Árabe, que condenó el planteamiento del Parlamento Europeo, negó estas acusaciones.
Recientemente, Estados Unidos ha reconocido a Marruecos como «un socio importante para la lucha por la estabilización regional», «un socio fundamental en una serie de cuestiones de seguridad» (por ejemplo, a través del Foro Global Antiterrorista y la Coalición Global para Derrotar al ISIS), «un importante aliado no perteneciente a la OTAN» y «una puerta de entrada a África», debido a la ubicación estratégica del país. Además, Marruecos compra el 91% de sus armas a Estados Unidos, más que ningún otro país de Oriente Medio y el Norte de África. Las buenas relaciones llevaron a que en diciembre de 2020 la Administración Trump reconociera la soberanía marroquí sobre todo el territorio del Sáhara Occidental, contra la resolución 35/19 de la Asamblea General de la ONU, que reconocía el «derecho inalienable del pueblo del Sáhara Occidental a la autodeterminación y la independencia».
En marzo de 2021, unos cincuenta habitantes del barrio Farah 2 de Settat, ciudad situada entre Rabat, la capital del país, y Marrakech, enviaron una carta al gobernador de la provincia, pidiéndole que interviniera para poner fin a los «perjuicios causados por la transformación de una villa residencial en iglesia católica» en dicho barrio, subrayando que estaban a favor de la convivencia, siempre que no fuera perjudicial para las generaciones futuras.
Comer y beber en público durante el Ramadán lleva mucho tiempo suscitando acalorados debates en las sociedades musulmanas, incluida la marroquí. Cada Ramadán llega con informes de detenciones policiales de personas que rompen el ayuno en público por todo el país. El 28 de abril de 2021, un tribunal de Marrakech condenó a un hombre que en 2020 había roto el ayuno durante el mes de Ramadán a dos meses de prisión con suspensión de pena y a una multa de 500 dinares (45 euros). En mayo del mismo año, dos personas fueron condenadas en Marrakech a un mes de prisión con suspensión de pena y a multas de 1000 dinares (90 euros) cada una por almorzar en público durante el Ramadán en la antigua medina de la ciudad ocre, hecho que los habitantes de la zona habían denunciado a las autoridades.
En junio de 2021, un tribunal marroquí condenó a tres años y medio y a pagar una multa de 50 000 dinares (4500 euros) a una mujer ítalo-marroquí acusada de proferir insultos contra el islam en Facebook y de publicar versos en alabanza del consumo de alcohol. La mujer fue puesta en libertad y el tribunal de apelación anuló la multa en agosto de 2021.
En septiembre de 2021, el Tribunal de Primera Instancia de Jemisset condenó a un abogado perteneciente al Colegio de Abogados de Rabat a tres años de prisión y al pago de una multa de 20 000 dinares (1800 euros) por, entre otras cosas, incitar al odio y socavar la religión islámica a través de un directo en las redes sociales. También se le obligó a pagar a cada uno de los denunciantes 15 000 dinares (1350 euros) en concepto de indemnización.
En abril de 2022, la Dirección General de Seguridad Nacional de Marruecos detuvo a unas 80 personas en un café del bulevar Anfa de Casablanca por comer en público durante el Ramadán, infringiendo el artículo 222 del Código Penal. «#Stop222» fue el hashtag utilizado por muchos internautas marroquíes para denunciar la detención de varias personas que rompían el ayuno. El movimiento «Proscritos Marroquíes», en contacto con algunos de los detenidos, indicó que sometieron a una inspección in situ a las jóvenes arrestadas para buscar signos de menstruación (exención que permite romper el ayuno), alegación que fue desmentida por las autoridades policiales.
En junio de 2022, las autoridades marroquíes prohibieron la proyección o comercialización de la controvertida película británica «La dama del cielo», sobre la hija del profeta del islam, Mahoma, después de que el Consejo de Ulemas, máxima autoridad religiosa de Marruecos, la condenara como una «flagrante falsificación de los hechos» y un «acto [atroz] que no puede ser aceptado por los musulmanes».
En agosto de 2022, el Tribunal de Primera Instancia de Oued-Zem condenó a la bloguera Fatima Karim a dos años de prisión y al pago de una multa de 50 000 dinares (4500 euros) por insultos contra el islam publicados en Facebook, conforme al artículo 267.5 del Código Penal marroquí (socavar el islam). La sentencia fue confirmada por el Tribunal de Apelación de Juribga. Ese mismo mes, un joven fue detenido en la localidad de Oued-Zem, acusado de haber realizado publicaciones que atentaban contra la religión islámica y los símbolos del reino con contenidos que falsificaban la historia.
A la prohibición general de «ofrecer o vender bebidas alcohólicas a los marroquíes musulmanes», se añade la prohibición de vender bebidas alcohólicas en establecimientos turísticos y licorerías en vísperas del Ramadán, decisión adoptada por las autoridades marroquíes en julio de 1967. En noviembre de 2022, el ministro de Justicia marroquí declaró su intención de derogar la ley de 1967, cuyo incumplimiento expone a los infractores a penas de hasta seis meses de cárcel y a una multa de unos 140 euros.
Futuro de la libertad religiosa
Se espera que tanto el creciente papel de Marruecos en materia de seguridad internacional, como sus acuerdos de cooperación con Estados Unidos y su reconocimiento del Estado de Israel, no solo beneficien a la comunidad judía, sino que repercutan en la promoción y protección de todos los derechos fundamentales, incluida, en algún momento, la libertad religiosa.
Debido al liderazgo internacional y a la reputación del Rey de Marruecos entre otros líderes musulmanes, la aplicación de medidas de tolerancia hacia los no musulmanes es más pública y se discute abiertamente, sentando un precedente entre otras naciones de mayoría musulmana de la región. La presencia de Marruecos en foros internacionales, como el Foro del Néguev, un nuevo marco de cooperación que incluye a Estados Unidos, Israel, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahréin, también puede tener repercusiones positivas en la región de Oriente Medio y Norte de África, incluso en el prolongado conflicto palestino-israelí.
Aunque la posible reinserción de Marruecos en la escena internacional es alentadora, las perspectivas para la libertad religiosa de los marroquíes en Marruecos difieren mucho de las acciones de política exterior del Gobierno. De hecho, las autoridades presentan una cara amable para las religiones si se encuentran fuera de su territorio, y siempre que sus miembros no sean marroquíes conversos del islam. Los ciudadanos marroquíes que no siguen y practican el islam como está mandado siguen discriminados, bajo riesgo de cárcel y fuertes multas, y otras medidas claramente asociadas al incumplimiento del artículo 18. Las perspectivas para la libertad religiosa de los marroquíes siguen siendo negativas.