Marco legal sobre libertad religiosa y su aplicación efectiva
Desde su independencia en 1948, Israel se define como un Estado judío y democrático. Todos los judíos del mundo que cumplen determinados requisitos tienen derecho a ser ciudadanos de este Estado. En 1967, Israel conquistó Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza y los Altos del Golán, territorios que siguen en litigio hasta el día de hoy. La Asamblea General de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad de la ONU y el Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas los consideran territorios ocupados; por lo tanto, los asentamientos israelíes son ilegales en estas regiones.
El grupo no judío más numeroso del país es el de los árabes palestinos suníes. La mayoría de los cristianos israelíes también son árabes palestinos. Ambos grupos tienen nacionalidad israelí. La mayor parte de los cristianos pertenecen a las Iglesias católica melquita griega y católica romana, seguidas por la Iglesia ortodoxa griega. También hay otras minorías, entre ellas la comunidad drusa. En 1957, el Gobierno de Israel designó a los drusos como comunidad étnica diferenciada.
Israel no tiene una constitución oficial, por lo que es necesario acudir a la Declaración de Independencia de 1948 para encontrar las disposiciones relacionadas con la libertad religiosa. Conforme a dicha declaración, «el Estado de Israel [...] defenderá la plena igualdad social y política de todos sus ciudadanos sin distinción de raza, credo o sexo; garantizará plena libertad de conciencia, culto, educación y cultura; salvaguardará la sacralidad e inviolabilidad de los santuarios y de los Santos Lugares de todas las religiones, y será fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidas».
El Tribunal Supremo israelí ha declarado que la Ley Básica de Dignidad Humana y Libertad es la base de libertades fundamentales como la de religión.
En julio de 2018, el Parlamento de Israel, la Knéset, aprobó una controvertida ley con el nombre de Ley Básica: Israel como Estado-nación del Pueblo Judío, que declara: «La Tierra de Israel es la patria histórica del pueblo judío sobre la que se estableció el Estado de Israel». Así, «el Estado de Israel es el Estado-nación del pueblo judío, en el cual se realiza su derecho natural, cultural, religioso e histórico a la autodeterminación. [...] El ejercicio del derecho a la autodeterminación nacional en el Estado de Israel es exclusivo del Pueblo Judío» .
La Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa ha manifestado duras críticas contra esta ley. En una declaración publicada en noviembre de 2018, afirmaban: «Nosotros, como representantes religiosos de las iglesias católicas, pedimos a las autoridades que revoquen la Ley Básica y garanticen a todos y cada uno que el Estado de Israel pretende promover y proteger el bienestar y la seguridad de todos sus ciudadanos». En julio de 2021, el Tribunal Supremo de Israel rechazó las peticiones contra la Ley Básica del Estado-nación judío.
A pesar del estatus especial que tienen los judíos en Israel, el judaísmo no es la religión oficial del Estado. Las instituciones estatales son laicas y funcionan conforme al modelo de las democracias occidentales. Sin embargo, en la práctica social predominan disposiciones específicas del judaísmo, como la observancia del sábado, la comida kosher, etc. Esto puede ocasionar tensiones entre los judíos observantes y los que no practican.
En teoría, los ciudadanos no judíos tienen los mismos derechos y obligaciones civiles que los judíos; pueden votar en las elecciones, afiliarse a partidos políticos y ser elegidos para la Knéset. No obstante, su papel es irrelevante en la vida política y, salvo excepciones (sobre todo los drusos), no se les recluta para las Fuerzas de Defensa de Israel. En la práctica, esto niega a los árabes israelíes los diversos beneficios que conlleva el servicio militar.
Las conversiones de una religión a otra son legales, pero están sujetas a una considerable presión social negativa. El proselitismo es legal para todos los grupos religiosos. No obstante, el artículo 174A del Código Penal israelí prohíbe ofrecer beneficios materiales como incentivo para la conversión, así como aceptarlos. Según los artículos 368.a y b del Código Penal, también es ilegal convertir a menores de 18 años, a menos que uno de los progenitores pertenezca al grupo religioso que pretende convertir al menor.
Las cuestiones relacionadas con el estatuto personal están regidas por la comunidad religiosa reconocida a las que pertenezca cada ciudadano. No hay matrimonio civil, aunque se reconocen los matrimonios contraídos en el extranjero.
Incidentes y acontecimientos
Año 2021
En mayo, la policía israelí irrumpió en la mezquita de Al Aqsa tras enfrentarse a unos palestinos. Más de 300 personas resultaron heridas. También en mayo, el Patriarcado Latino afirmó en un comunicado que la violencia empleada para impedir a los musulmanes palestinos acceder a la mezquita Al Aqsa de Jerusalén «vulnera su seguridad y su derecho a acceder a los Santos Lugares y a rezar libremente».
En el mismo mes, el obispo católico Giacinto-Boulos Marcuzzo, vicario patriarcal del Patriarcado Latino de Jerusalén para Palestina y la Ciudad Santa, criticó los bombardeos aéreos israelíes sobre Gaza por considerar que dañaban infraestructuras cristianas. Las incursiones israelíes se produjeron en respuesta al lanzamiento de misiles por parte de grupos islamistas hacia el territorio de Israel. Anteriormente, Hamás había dado un ultimátum a Israel para que retirara sus fuerzas del Monte del Templo tras una serie de enfrentamientos con palestinos. Durante las incursiones en Gaza, resultaron dañadas casas cristianas, así como el convento y la guardería de las Hermanas Misioneras del Santo Rosario. El conflicto, en el que murieron más de 250 personas, la mayoría en Gaza, terminó con un alto el fuego.
Las tensiones entre residentes judíos y árabes se tornaron violentas en varias ciudades a mediados de mayo. En Lod, árabes israelíes provocaron cinco incendios en cuatro sinagogas. Se dice que, en venganza, unos judíos atacaron un cementerio musulmán incendiándolo.
En julio, fue muy criticado un comentario del primer ministro israelí, Naftali Bennett, respecto al «mantenimiento de la libertad de culto para los judíos» en el Monte del Templo. El ministro israelí de Cooperación Regional Árabe, Issawi Frej, afirmó que «la lenta fractura del statu quo en el recinto de Al Aqsa no contribuye nada más que a la inestabilidad en la región y la coalición».
En agosto, robaron una cruz que había en el exterior de la iglesia de la Multiplicación de los Panes y los Peces de Tabgha. Un representante de la organización que gestiona la zona calificó el robo de acto anticristiano. Según esta persona, la sustracción de la cruz requirió una gran fuerza física y, por tanto, tuvo que ser un acto deliberado.
En septiembre, un israelí de 69 años fue condenado a tres años de prisión y al pago de una multa por llevar a cabo una serie de atentados incendiarios contra tribunales rabínicos. El motivo que adujo fue su deseo de ver una separación completa entre la religión y Estado en Israel.
En septiembre, los rabinos protestaron contra la designación del grupo judío Lehava como organización terrorista. Según los líderes religiosos, «se debe permitir que [esta organización] continúe realizando sus importantes actividades», dirigidas a impedir los matrimonios mixtos entre judíos y no judíos y los derechos de las personas LGBT.
En septiembre, un musulmán fue acusado de asesinato por matar a su madre por haberse convertido del islam al cristianismo ortodoxo.
En octubre, el Tribunal de Distrito de Jerusalén revocó el permiso otorgado por un tribunal inferior a los judíos para «orar en silencio» en los patios de la mezquita de Al Aqsa. El recurso fue presentado por la policía israelí.
En octubre, la Iglesia católica criticó a la policía israelí por impedir la celebración de un festival cultural palestino organizado en la Casa de Abrahán, institución católica de Jerusalén dedicada a las peregrinaciones. Los dirigentes de las iglesias católicas manifestaron su profunda preocupación ante esta interrupción forzosa. La policía israelí declaró que era un acto ilegal.
En octubre, Israel comenzó a demoler el cementerio musulmán de Yusufiya, cerca de la mezquita de Al Aqsa, para incluir la zona en un parque bíblico.
En octubre, la ministra israelí del Interior, Ayelet Shaked, anunció que Mughar recibiría el estatus de ciudad, convirtiéndose así en la primera ciudad drusa de Israel.
En noviembre, los partidos de la oposición propusieron al Parlamento de Israel un proyecto de ley para reconocer oficialmente como genocidio las masacres sistemáticas de armenios perpetradas entre 1914 y 1916.
En noviembre, un hombre armado de Hamás mató a tiros a un guía turístico israelí e hirió a otros cuatro cerca de la entrada de Haram al Sharif, en Jerusalén. La policía israelí abatió al agresor. Posteriormente, Hamás calificó el ataque de heroico.
En diciembre, según la prensa, las organizaciones cristianas de Israel protestaron por la decisión del Ministerio del Interior israelí de eximir de las restricciones COVID-19 vigentes para los extranjeros únicamente a los visitantes judíos a Israel.
En diciembre, un palestino apuñaló a un judío ultraortodoxo en Jerusalén y fue abatido por la policía. Ese mismo mes, un palestino intentó apuñalar a dos judíos ultraortodoxos en Jerusalén. Fue detenido y no se registraron heridos.
En diciembre, el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí tachó las acusaciones contra Israel de los dirigentes de las iglesias de infundadas y de distorsionar la realidad de la comunidad cristiana en Israel. Era la respuesta del Ministerio a unas declaraciones realizadas por dirigentes cristianos que destacaban los «innumerables ataques» sufridos por iglesias, monasterios y representantes del clero a manos de «grupos radicales». En su llamamiento, los dirigentes de las iglesias también pidieron la creación de una «zona de seguridad» para el barrio cristiano de Jerusalén. Durante una recepción ofrecida a los representantes de las iglesias, el Presidente israelí, Isaac Herzog, rechazó toda forma de racismo, discriminación y extremismo.
En diciembre de 2021, la Oficina Central de Estadística de Israel publicó datos según los cuales el número de cristianos ha aumentado ligeramente en Israel, a la vez que ha disminuido su porcentaje en relación con otras religiones. Según esta Oficina, actualmente viven en Israel 182 000 cristianos, lo que supone el 1,9% de la población total.
Año 2022
En febrero, la embajada de Israel ante la Santa Sede afirmó que el estatus del Monte de los Olivos de Jerusalén no se modificaría sin consultar a las Iglesias. Se zanjaba así la polémica suscitada por el plan de incluir los Santos Lugares cristianos del Monte de los Olivos en una reserva natural que se extendería hasta el Valle de Hinnom. En una carta al primer ministro israelí, los representantes de las Iglesias de Jerusalén habían pedido que se detuviera el proyecto, pues «el único propósito aparente es nacionalizar uno de los lugares más sagrados para la cristiandad y alterar su naturaleza».
En marzo, los representantes de las Iglesias de Tierra Santa manifestaron su solidaridad con la Iglesia ortodoxa griega. Condenaron que la organización judía Ateret Cohanim se hiciera con parte de un edificio en litigio en Jerusalén. El Patriarcado Ortodoxo Griego y Ateret Cohanim mantienen desde hace años una disputa legal por la propiedad de dicho edificio.
En abril, Israel concedió a 722 cristianos palestinos residentes en la Franja de Gaza permisos para celebrar la Pascua en Jerusalén. La Iglesia católica de Gaza manifestó su agradecimiento por el número relativamente elevado de pases concedidos.
En abril, el Patriarcado Ortodoxo Griego de Jerusalén afirmó que el hecho de que la policía israelí limitara el número de fieles que podía asistir el Sábado Santo a la ceremonia del fuego sagrado en la iglesia del Santo Sepulcro constituía una «violación del derecho a la libertad de culto». El Patriarcado Ortodoxo Griego solicitó al Tribunal Supremo de Israel que anulara la decisión de la policía, ofreciendo una solución de compromiso que permitiría a 4000 creyentes asistir a la ceremonia dentro y fuera de la iglesia, según informó la policía a AFP. La policía justificó las restricciones por motivos de seguridad.
También en abril, Israel declaró que mantenía el statu quo en el recinto de la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén, que garantiza la libertad de oración para los musulmanes y el derecho de visita para los no musulmanes. Un portavoz dijo que la policía estaba haciendo cumplir la prohibición de rezar a los judíos, rechazando así una acusación de la Liga Árabe de que estaba permitiendo que se celebrara ese culto.
En mayo, un santuario judío cerca de Kfar Saba, que se cree que es el lugar de enterramiento de Benjamín, hijo del patriarca bíblico Jacob, resultó dañado por un incendio, según la policía.
En mayo, las fuerzas de seguridad israelíes entraron en el complejo Haram al Sharif–Monte del Templo–Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, para dispersar a manifestantes palestinos. Según la policía, tuvieron que intervenir cuando empezaron a lanzar piedras contra las fuerzas de seguridad. Testigos palestinos afirmaron lo contrario, diciendo que al principio nadie lanzaba piedras. Los enfrentamientos comenzaron después de que se reanudaran las visitas judías al lugar, interrumpidas durante los 10 últimos días del mes sagrado musulmán de Ramadán y la festividad de Aíd al Fitr. Durante las semanas anteriores, se habían producido varios enfrentamientos en el recinto entre la policía y los fieles.
En mayo, los representantes de las Iglesias de Tierra Santa condenaron la intervención de la policía israelí durante el cortejo fúnebre de la periodista cristiana palestina Shirin Abu Akleh como una «grave violación de las normas y reglamentos internacionales, incluido el derecho humano fundamental a la libertad de religión, que también debe observarse en un espacio público». La periodista había fallecido a consecuencia de los disparos que se realizaron durante una incursión del ejército israelí en un campo de refugiados. Los palestinos acusaron a Israel de su muerte. Más tarde, el ejército israelí admitió que Abu Akleh probablemente murió accidentalmente por fuego israelí. También declaró que no se presentarían cargos contra los soldados implicados.
En junio, según el Patriarcado Ortodoxo Griego de Jerusalén, extremistas israelíes irrumpieron en la capilla de Pentecostés del monte Sion, en Jerusalén. «Aproximadamente cincuenta israelíes forzaron la puerta y las barreras e invadieron la capilla del monte Sion», rezaba un comunicado del Patriarcado. El Ministerio de Asuntos Exteriores griego pidió a Israel que tomara las medidas oportunas.
En junio, los representantes cristianos de Tierra Santa manifestaron lo que esperaban de la visita del presidente estadounidense Joe Biden a Israel. El patriarca greco-ortodoxo Theophilos señaló: «Esperamos que la visita del presidente Biden fomente la búsqueda de soluciones a las emergencias a las que se enfrentan palestinos, cristianos y musulmanes, incluidas las violaciones de iglesias y monasterios perpetradas por grupos extremistas, ante el silencio de las autoridades oficiales israelíes».
En junio, el periódico Al Resalah informó de que unos vándalos no identificados habían prendido fuego al cementerio islámico de Bab Al Rahma, situado en la parte oriental de la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén.
En junio, judíos ultraortodoxos interrumpieron una celebración judía progresista en el espacio de oración no segregado por sexos cercano al Muro Occidental de Jerusalén. Según las noticias recibidas, insultaron a los fieles, llamándoles «nazis», «cristianos» y «animales». En junio, el Tribunal Supremo de Israel rechazó definitivamente el recurso del Patriarcado Ortodoxo Griego sobre las propiedades adquiridas por Ateret Cohanim.
En julio, el primer ministro israelí, Yair Lapid, afirmó que «Israel es el único país occidental en el que los judíos carecen de libertad de culto». Se refería a la interrupción de ceremonias de grupos reformistas judíos en la plaza igualitaria del Muro Occidental de Jerusalén por parte de judíos ultraortodoxos.
En agosto, Israel bombardeó Gaza para destruir las infraestructuras de los militantes de la Yihad Islámica palestina. El grupo, respaldado por Irán, respondió lanzando cohetes contra Israel. Al menos 44 palestinos murieron antes de que un alto el fuego pusiera fin al conflicto.
En agosto, con motivo de la festividad judía de Tisha B’Av, día de ayuno que conmemora la destrucción de los dos templos de Jerusalén, visitó el recinto del Monte del Templo un número récord de casi 2200 judíos. La policía evitó estallidos de violencia.
En septiembre se publicaron los registros que indican que en el último año los judíos han visitado el Monte del Templo más de 50 000 veces. Según el informe, es la cifra más alta desde que Israel se hizo con el control de la zona en 1967 y casi el doble que el año anterior.
En octubre, la policía israelí desmanteló una célula del Estado Islámico que presuntamente planeaba, entre otros objetivos, un atentado contra una escuela musulmana de Nazaret que, según los sospechosos, «funciona al modo de los infieles». La organización terrorista asumió la responsabilidad de dos atentados mortales en marzo de 2022, cuando en Hadera murieron dos agentes de la Policía de Fronteras y otros 12 resultaron heridos. Anteriormente, un beduino israelí, que había sido detenido por apoyar al Estado Islámico, mató a puñaladas a cuatro israelíes en Beerseba.
Futuro de la libertad religiosa
Durante el período estudiado en este informe han aumentado las tensiones entre los ciudadanos judíos y no judíos de Israel. En mayo de 2021, en varias ciudades israelíes se dieron escenarios similares a los de una guerra civil. Dado el carácter de los judíos de Israel y el hecho de que constituyen la mayoría y dado su conflicto político no resuelto con los palestinos, mayoritariamente musulmanes, a menudo es difícil saber si las tensiones tienen su origen en factores religiosos o políticos.
Los grupos extremistas religiosos, como el islamista Hamás, y los grupos nacional-religiosos judíos parecen mostrar poco interés por una solución pacífica y justa al conflicto territorial entre israelíes y palestinos. Los extremistas, alentados por el estancamiento político, recurren a medios violentos, como revelan los ataques contra Israel de grupos como Hamás y la Yihad Islámica. Además, el terrorismo islámico sigue atentando contra ciudadanos israelíes dentro de Israel.
Por su parte, los radicales judíos intentan cambiar el statu quo en el Monte del Templo, Haram al-Sharif (Noble Santuario) o la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén. En una zona tan extremadamente sensible, se trata de un hecho preocupante.
Durante el período estudiado, los líderes cristianos han realizado un llamamiento sin precedentes en favor de soluciones justas y de paz, y han denunciado los ataques a la comunidad cristiana, especialmente en Jerusalén, por parte de radicales judíos, que a menudo quedan impunes ante las autoridades israelíes.
Lo preocupante de esta evolución de la sociedad es el debilitamiento de la fuerza y el valor del Estado de derecho democrático de Israel. Aunque las Leyes básicas del Estado siguen garantizando la plena libertad religiosa de todos sus ciudadanos, una intolerancia a veces violenta en los márgenes de la sociedad judía dificulta a las minorías religiosas el ejercicio de sus derechos. Las perspectivas son, por tanto, negativas.