Consecuencias de la conversión al cristianismo
Entre el 60 y el 70 % de los 29 millones de cristianos de la India son dalits. A ellos, etiquetados como “parias”, que llevan siglos soportando discriminación y humillación en su vida diaria, el mensaje del cristianismo les trae la salvación. Les supone un alivio casi increíble descubrir que hay un Dios que sufrió, como ellos, y que llama de una forma especial a los más pobres de su comunidad como hermanos en Cristo. Esta fe conduce a una transformación. Los dalits se sienten más fuertes cuando entran a formar parte de una comunidad. Sin embargo, cuando deciden convertirse al cristianismo, se ven sometidos a un sufrimiento aún mayor en sus ya difíciles vidas, porque como cristianos, se enfrentan a nuevas formas de exclusión y acoso.
La mayoría de los católicos del norte y en partes del este de la India, en su mayor parte dalits, vive en condiciones lamentables. Como trabajadores en régimen de servidumbre y sin tierra, apenas ganan lo suficiente para sobrevivir. Cuando contraen deudas con sus terratenientes y empleadores, quedan reducidos a poco más que una absoluta esclavitud. Los esfuerzos que realiza de forma oficial el Estado de la India para fomentar que establezcan pequeños negocios, introducir pensiones de viudedad y otras prestaciones similares son totalmente inadecuados y con frecuencia acaban convirtiéndose en canales de corrupción. Viven muy por debajo del umbral de la pobreza, obligados a residir a las afueras de los pueblos en cabañas de barro o paja, totalmente segregados de las casas de los miembros de las castas superiores. En algunas zonas tienen vedada la entrada a ciertos templos, beber en los pozos públicos, e incluso asistir a los colegios, porque en esta región el sistema de castas sigue profundamente arraigado. Al profesar su fe cristiana, los dalits pierden todo derecho oficial a las ayudas sociales del Estado. Las mujeres sufren una discriminación aún mayor y no tienen el más mínimo poder decisorio ni en cuestiones que les atañen personalmente. Están completamente a merced de sus padres, maridos e hijos.