Vehículos para Dios: «Aid to the Church in Need», 70 años de ayuda a la movilidad

Hace 70 años, la entonces llamada «Ayuda a los sacerdotes del Este» (ahora Aid to the Church in Need – ACN), fundada por el «padre tocino» Werenfried van Straaten (1913-2003), inició su campaña «Un vehículo para Dios». Se trataba de facilitar medios de transporte a los que se llamaron «sacerdotes-mochila», a fin de que pudieran proporcionar atención pastoral a los católicos desplazados en la diáspora alemana justo después de la Segunda Guerra Mundial.

«Doy clases de religión en siete escuelas, celebro regularmente la Santa Misa en tres poblaciones diferentes. Cada semana recorro 215 kilómetros en bicicleta, a menudo con lluvia y nieve, por carreteras y caminos cubiertos de hielo o nieve en invierno, barro en primavera y arena en verano». Testimonios de cartas como esta dieron al padre Werenfried van Straaten la brillante idea de proporcionar a los sacerdotes de la Alemania de la posguerra un vehículo con ruedas.

Como resultado de los horrores de la guerra y de la pérdida de los antiguos territorios orientales alemanes, más de 15 millones de personas tuvieron que abandonar su patria. Más de la mitad de los refugiados eran católicos.

Muchos de estos católicos de los antiguos territorios alemanes del Este, se establecieron en regiones casi por completo protestantes, donde en muchas ocasiones no existía ninguna iglesia católica desde hacía siglos.

De la atención espiritual y de la administración de los sacramentos en estas regiones se ocupaban aproximadamente 3.000 sacerdotes, «héroes de la pastoral», quienes también habían sido expulsados de su antigua patria. Caminaban de una población a otra con la mochila cargada de los objetos litúrgicos necesarios para la celebración de la Santa Misa.

Iban todos los días de un lado para el otro, durante horas, recorriendo cientos de kilómetros, desafiendo el viento y el clima, en la mayoría de los casos a pie o —quien tenía suerte— en bicicleta. Llevaban la ropa tan desgastada y las mochilas tan remendadas, que muchas veces parecían vagabundos. Muchos de estos sacerdotes, que estaban físicamente demacrados, porque habían tenido que huir poco antes de sus hogares, murieron.

Poco después del final de la guerra, en 1947, el padre Werenfried, muy preocupado por  las necesidades materiales y espirituales de los refugiados, comenzó incansablemente a recoger ropa y alimentos en Bélgica y los Países Bajos para los desplazados y exiliados. Holandés de nacimiento y premonstratense de la abadía de Tongerlo de Bélgica, el padre Werenfried fue un visionario de la caridad. Confiaba en Dios, en lo bueno de la persona humana y en el poder del perdón, incluso entre los que habían sido encarnizados enemigos de guerra.

El 22 de abril de 1952 bendijo 70 automóviles y 14 de los llamados «camiones-capilla» en Königstein im Taunus.
El 22 de abril de 1952 bendijo 70 automóviles y 14 de los llamados «camiones-capilla» en Königstein im Taunus.

«Columnas de Ayuda»

Los estremecedores relatos de los “sacerdotes mochila” movieron al padre Werenfried a lanzar una petición: «Vehículos para Dios» en  1949. Con éxito. ¡En solo dos meses recaudó dinero para 120 automóviles! Reconociendo los signos de los tiempos y con audacia, planificó los siguientes pasos. «Tenemos que llevar al Este caravanas de ayuda. Debemos dotar a los camiones con sacerdotes y cargarlos con ofrendas de amor hasta que no quepa nada más».

Cuando el padre Werenfried hablaba de las «caravanas de ayuda», había que entenderlo literalmente. El 22 de abril de 1952 bendijo 70 automóviles y 14 de los llamados «camiones-capilla» en Königstein im Taunus, que era entonces el centro religioso más importante de los católicos expulsados y hoy en día es la sede internacional de ACN. Los camiones-capilla eran semirremolques reconvertidos en capillas móviles.

Durante dos décadas “los camiones-capilla” de Ayuda a los sacerdotes del Este recorrieron miles de kilómetros en el que iban un misionero alemán,  otro extranjero y , el conductor. La Iglesia se desplazó literalmente a los pueblos y devolvió fuerzas para seguir viviendo a los que habían sido expulsados. Uno de los conductores recuerda como era conducir ese “coloso de la carretera” y se sentía como un «domador de fieras». Cada uno de los coches-capilla medía 14 metros de largo, dos metros de ancho,  tres de alto y pesaba cinco toneladas. Una de las paredes laterales del automóvil se podía desplegar para dejar a la vista el altar. Al otro lado estaba la entrada al confesionario. Los dos sacerdotes se alojaban en la parte trasera y  el conductor dormía en su cabina.

Después de haber sido invitados en cientos de lugares en Alemania y en el extranjero, los camiones-capilla salieron por última vez a la carretera en 1970. Durante los tiempos difíciles de la postguerra las capillas móviles fueron refugios espirituales para innumerables personas.

La asistencia con vehículos sigue siendo hoy en día una de las principales acciones de ACN

La dotación de vehículos con motor para la atención pastoral se convirtió de este modo en una de las tareas fundamentales en la obra del padre Werenfried, que ahora se denomina Ayuda a la Iglesia Necesitadad («Aid to the Church in Need-ACN) y que desde 2011 es una fundación pontificia. En muchos países del mundo, las distancias entre pueblos y ciudades son grandísimas. En ciertos lugares del mundo una sola parroquia puede tener una extensión mayor que toda una diócesis en los países de la Europa central. Para que los colaboradores de Dios no «se queden en el camino» cuando van a atender a sus feligreses, por ejemplo a celebrar la Santa Misa o a visitar a una persona enferma, ACN financia vehículos que sean adecuados dependiendo de las condiciones locales; todo terreno, motocicletas, bicicletas y a veces incluso embarcaciones.

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