Esperanza en medio de la desesperanza – 
Una historia de misericordia de Ruanda

En 1994, en tan solo cien días, aproximadamente 800.000 personas fueron masacradas en Ruanda, en lo que se considera como una de las mayores tragedias humanas de la historia africana. El P. Stanislaw Filipek SAC, un misionero polaco que lleva más de treinta años en Ruanda, vive dedicado a dar a conocer la misericordia de Dios mediante la construcción de un santuario de la Divina Misericordia en Kigali. Además, en estos momentos está ocupado con la coordinación del primer Congreso Continental de la Misericordia Divina en África, que tendrá lugar en septiembre de 2016.

Durante su visita a la fundación pontificia internacional ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’, habló de su labor, consistente en introducir hoy en Ruanda la Divina Misericordia tal y como la experimentó Santa Faustina Kowalska, la mundialmente conocida Apóstol de la Divina Misericordia.

Esperanza en medio de la desesperanza

“Cristo se le apareció a la Hna. Faustina entre las dos Guerras Mundiales”, señala el P. Stanislaw. En un momento de profunda desesperanza en el que la gente estaba afligida por la tragedia del mal ocurrido, exactamente en ese mismo momento, desde la más profunda desesperanza, cuando todo estaba perdido y en ruinas, Dios se reveló como misericordioso. Dios lo puede todo. Puede transformar el mal en bien. Constantemente, estamos llamados a aceptar esta verdad, y este es el leitmotiv de nuestra labor pastoral en Ruanda”.

La experiencia purificadora de la cruz

El P. Stanislaw establece una paralela con la experiencia ruandesa a través de una historia. “Una joven, cuando todavía era una niña, dio un falso testimonio contra un hombre que vivía en una casa que otra persona quería poseer. Este falso testimonio bastó para meter al hombre entre rejas durante ocho años. El preso, inocente, sufrió mucho en la cárcel y el deseo de venganza creció en él. Pero mientras estuvo en prisión tuvo un encuentro personal con Jesús, tras lo cual se convirtió e inició un proceso interior de perdón. Entretanto, la mujer que lo había acusado se dio cuenta de que, cuando rezaba, el nombre de este hombre resonaba en su cabeza. Así se despertó su conciencia. Se confió a un sacerdote y pronto llegaron a la conclusión de que la mujer necesitaba encontrarse con ese hombre para pedirle perdón. Y empezó la búsqueda: durante años recorrió las prisiones, hasta que un día supo que el hombre había sido puesto en libertad. Finalmente, logró encontrar su casa. Asustada y sin saber cómo reaccionaría él, le pidió perdón. ‘Te perdoné hace mucho tiempo’, fue la respuesta. ‘Quería vengarme de ti, pero me convertí y ahora sé que Dios me llevó por el camino de la cruz –que fue un camino realmente difícil–, pero uno que me liberó. Y, por tanto, te perdono’. El hombre la abrazó y besó. Ahora ambos son amigos”.

Extraer el bien del mal experimentado

La devoción a la Misericordia Divina en Ruanda “fue sembrada en tierra fértil”, asegura el misionero, “porque en este contexto de posguerra surgió una importante cuestión: ¿Cómo hablar del perdón? En Ruanda, a menudo escucho esta pregunta: ¿Quién debería pedir perdón primero? No existe una respuesta sencilla, pero yo no dejo de repetir: los que son más sabios y los que están más cerca de Dios deberían aprender a perdonar. Uno nunca pierde cuando perdona; al contrario, así solo se gana. Creo que en este sentido pueden ayudar las palabras de Juan Pablo II en Dives in Misericordiae, donde dijo que el arte de la misericordia de Dios consiste en extraer el bien de un mal experimentado. Esto significa que no debemos centrarnos en el mal, ya sea uno que hemos ocasionado o uno que hemos experimentado, sino en el bien que podemos hacer. Creo que este es el camino más efectivo y, probablemente, el único camino que conduce a la reconciliación”.

La siembra

“La idea de la Misericordia Divina se extendió por toda Ruanda de una forma muy sencilla”, explica el misionero. “Los Palotinos de Francia publicaron un pequeño folleto sobre la devoción a la Misericordia Divina que incluía el Rosario de la Divina Misericordia, el Domingo de la Misericordia, la Hora de la Misericordia, etc. Nosotros lo tradujimos al kiñaruanda, una de las lenguas oficiales, y así se difundió rápidamente. En algún momento, los Obispos empezaron a preguntar: ‘¿De qué va todo esto de la Misericordia de Dios?’. Tenían miedo de que se tratara de algún tipo de secta”. Para dar respuesta al creciente interés en torno a esta cuestión, en 2008 los Palotinos propusieron a la Conferencia Episcopal Ruandesa hacerse cargo del nuevo movimiento. Desde entonces, no ha cesado de crecer y cuenta con capellanes nacionales y un Comité Nacional de los Grupos de la Divina Misericordia. Además, del 9 al 15 de septiembre de 2016, se celebrará en Kigali el primer Congreso Continental Africano de la Divina Misericordia, también apoyado por Ayuda a la Iglesia Necesitada. El lema del encuentro será ‘La Misericordia de Dios como fuente de esperanza para la Nueva Evangelización del continente africano’.

“Tras la devastación de una sociedad por un genocidio y la guerra, y tras llorar a las víctimas, vemos claramente que la misericordia de Dios puede ser la respuesta: un antídoto a todo este mal que ha afligido a la gente”, asegura, exultante, el P. Stanislaw.

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