«El mundo necesita una revolución contra la violencia»

Religioso sirio estuvo cinco meses secuestrado por el EI – y sin embargo apuesta por la reconciliación

El padre Jacques Mourad pertenece a la congregación religiosa siria «Mar Mousa al-habashi» («San Moisés de Abisinia»). Era el prior del monasterio de Mar Elian, un centro de peregrinación cercano a la ciudad de Karjatain (al-Qaryatain). En mayo de 2015, Mourad fue secuestrado por combatientes del denominado «Estado Islámico» (EI). Su monasterio resultó destruido en gran parte. Actualmente reside en Europa, «como apátrida entre apátridas», según dice él mismo. La Fundación Pontificia Internacional «Aid to the Church in Need» le está apoyando. Recientemente estuvo invitado a la oficina alemana de la Fundación. Berthold Pelster mantuvo con él una conversación sobre lo que le sucedió y sobre la situación en Siria.

Pelster: padre Jacques: en mayo de 2015, usted fue secuestrado, junto con un novicio de su orden, por las milicias terroristas del EI y fue deportado al desierto. ¿Cuál fue la causa?
Mourad: pienso que hubo dos razones para el secuestro: el EI quería infundir miedo a la población para sofocar toda resistencia en sus gérmenes. Y, como prior, desempeñaba un papel importante en la sociedad de la ciudad de Karjatain. Nuestro convento significa mucho para sus habitantes, tanto cristianos como musulmanes, pues allí se sentían como en su propia casa. Y esto es algo que molesta al EI. Para sus seguidores es una blasfemia que allí se venere el sepulcro de San Elías. Cuando las milicias terroristas conquistaron Karjatain, lo primero que hicieron fue destruir el cementerio; y esto lo hicieron también en muchos otros lugares de Siria.

Usted se refería a que en agosto de 2015, Karjatain fe conquistada por el EI. Unos 250 cristianos de su comunidad fueron secuestrados….

Esos 250 cristianos eran familias enteras, niños, discapacitados, ancianos y enfermos; entre ellos se encontraba una mujer enferma de cáncer. Rogamos al EI que consiguiera medicamentos para ella; pero en vano: la mujer murió. Esto es tortura. A esas personas no las torturaron física, pero sí psíquicamente. Los terroristas querían destruir nuestra voluntad de vivir.

¿Cómo le trataron en su cautiverio?
Hubo días muy difíciles llenos de violencia; otras veces me dejaron en paz; pero la base de la tortura psíquica de los esbirros del EI era la frase: «o te conviertes al Islam o te cortamos la cabeza».

En octubre de 2015, después de más de cinco meses, consiguió escapar. ¿Cómo lo hizo?
En realidad, fue muy fácil, pues nos habían llevado de vuelta a Karjatain. Pregunté a un amigo musulmán si me podía poner en seguridad con su motocicleta. Y nos lanzamos a recorrer el desierto. Milagrosamente no sucedió nada.

¿Y cómo es la situación de los otros cristianos secuestrados? ¿Han logrado también ellos recobrar su libertad?

Esta fue una de las razones por la que me escapé: quería encontrar una posibilidad para ayudar a escapar a los otros cristianos. Y lo conseguimos. Tres días más tarde pudimos liberar a 58 personas. Poco a poco, todos los rehenes cristianos pudieron escapar a través del desierto, ¡siempre con la ayuda de amigos y vecinos musulmanes!

A comienzos de abril de 2016, Karjatain fue por fin liberada del EI. ¿Cómo es la situación allí?
Si bien la ciudad ha quedado liberada del EI, todavía es imposible que allí continúe una vida normal. La mayoría de las casas están derruidas; al menos ya hay electricidad y agua. Sin embargo, la mayoría de las personas no han vuelto a Karjatain. Hay mucho miedo de que vuelva el Ei.

¿En qué estado se encuentra su monasterio de Mar Elian?
La parte antigua del monasterio está prácticamente destruida por completo, también la capilla donde se encontraban las reliquias de San Elías; asimismo, los nuevos edificios se encuentran en un estado terrible. Los construimos durante los últimos 15 años, con la ayuda de «Aid to the Church in Need». Me duele en el alma que se haya llegado a esta situación, pero espero que podamos empezar de nuevo.

La guerra en Siria continúa; las negociaciones para la paz han fracasado en repetidas ocasiones. Muchas personas huyen, entre ellas también cristianos. ¿Hasta qué punto se corre peligro de que el cristianismo desaparezca de Próximo Oriente?
La desaparición es una realidad desde hace tiempo. Ya hoy en día hay regiones en Irak y Siria en las que ya no vive ningún cristiano. Damos las gracias a Alemania y Europa por acoger a muchos refugiados con generosidad y caridad; pero las personas no huyen voluntariamente. No tienen elección, y esto puede decirse particularmente de los cristianos en Siria, pues son una pequeña minoría. La violencia que reina en Siria es insufrible. No entiendo por qué los otros países no quieren ver esta realidad y no toman decisiones. ¡El mundo tiene que reaccionar por fin!

¿Cómo debería ser esta reacción?
Si el mundo se lo toma realmente en serio y quiere detener a los fanáticos, ha de dejar de hacer negocios con Arabia Saudí, pues de allí vienen el dinero y las armas para el EI. Los bombardeos no producen nada en absoluto. Desde hace años, Estados Unidos y Rusia lanzan bombas sobre Siria e Irak. ¿Y qué han conseguido? ¿Han detenido la violencia de los terroristas? ¡De ninguna manera!

¿Qué puede hacer en lugar de ello la comunidad internacional?
La solución no puede ser eliminar a aquellos que nos persiguen. El diálogo con el Islam es la única posibilidad de detener a los extremistas. Esta es mi experiencia personal. Nosotros, los cristianos de mi comunidad, nos hemos decidido a no aplicar violencia alguna, a pesar del peligro. Por ello estamos todavía vivos. Así nos lo dijo uno de los cabecillas del EI: «vosotros, las “Gentes del Libro” [así se denomina en el Corán a los judíos y cristianos; nota de la redacción] no aplicáis la violencia ni siquiera contra nosotros». Esto es lo que nos ha salvado la vida.

¿Quiere decir esto que la contribución de los cristianos en esta guerra debería ser renunciar a la violencia e iniciar el diálogo?

Durante la primavera de este año, tuve una inspiración durante un servicio litúrgico: muestro mundo necesita una revolución contra la violencia; solo entonces encontrará la paz. Queremos ser instrumentos de la paz. Así lo hemos hecho en Mar Elian, sin acepción de personas ni religión. Nuestra labor no habría sido posible sin nuestros amigos de «Aid to the Church in Need». Gracias a su apoyo podemos preservar a las personas de la muerte. Hemos podido proporcionarles medicamentos, reconstruir sus casas, poner alimentos a disposición de familias. Su ayuda es un signo de esperanza muy importante para nosotros.
Desde el comienzo de la guerra en Siria, «Aid to the Church in Need» ha financiado proyectos por un importe de 14,6 millones de euros, de los que se beneficia la población que sufre necesidad. «Aid to the Church in Need» ayuda considerablemente también en países vecinos, en particular en Irak, en los campos de refugiados, para que tengan un futuro en sus países de origen.

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