Centenario de la Revolución de Octubre: persecución religiosa antes y ahora

[vc_row][vc_column][vc_column_text]El 7 de noviembre de 2017 se cumplen los 100 años de la Revolución de Octubre rusa. La revolución desembocó en una guerra civil brutal y  la creación de la comunista Unión Soviética: una violenta dictadura, marcada ideológicamente por el marxismo, leninismo y estalinismo. Comenzó una de las más duras persecuciones de la historia de la Iglesia. Un siglo después la Iglesia de Rusia pone en marcha  un plan de ayuda junto con la Fundación Pontificia Internacional «Aid to the Church in Need» (ACN) para aliviar a los cristianos en Oriente Próximo que están siendo perseguidos hoy.

Etrevista con Peter Humeniuk, responsable en ACN de Rusia y Asia Central, por Maria Lozano. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=»13730″ img_size=»medium»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]La conmemoración de la Revolución de Octubre rusa, ¿es una fecha importante en Rusia?
Muy importante: esta fase coincide con una de las mayores persecuciones contra los cristianos de la Edad contemporánea, y posiblemente también de toda la historia. No debemos olvidar que la Iglesia ortodoxa, a la que el Concilio Vaticano II denominó «Iglesia hermana», sufrió lo indecible durante la época soviética. De los aproximadamente 60.000 templos que existían antes de la Revolución de Octubre, veinte años más tarde solo quedaban 100. En tan solo los dos primeros años después de la Revolución fueron asesinados 15.000 sacerdotes. Más de 300 obispos fueron ejecutados o murieron en cautiverio. El territorio afectado por la mayor persecución a los cristianos de la historia iba desde Kaliningrado hasta el Pacífico.

¿Es por eso que la Iglesia en Rusia observa de modo especial la persecución de los cristianos?
Hay un cierto paralelismo entre los acontecimientos de los últimos cien años, desde la Revolución de Octubre, y lo que está sucediendo actualmente, por ejemplo en Oriente Próximo. La Iglesia rusa pasó por la experiencia que ahora están sufriendo nuestros hermanos en Oriente Próximo y Medio. Por eso, los rusos no solo conocemos de oídas lo que supone el intento de extirpar el cristianismo en algún lugar.

El Papa Juan Pablo II tenía una profunda conciencia de lo que se denomina el«ecumenismo de los mártires». Ante este trasfondo él deseaba de todo corazón una aproximación a la Iglesia ortodoxa rusa, y el Padre Werenfried van Straaten, Fundador de ACN, compartía este profundo deseo. Puso toda su vida al servicio de la reconciliación.

Esta labor la continua ACN sobre todo con acciones concretas de solidaridad con los cristianos perseguidos en Siria. ¿Cómo se produjo esa cooperación?
Esta cooperación es uno de los resultados prácticos del histórico encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca Kyrill celebrado en febrero de 2016 en Cuba. A partir de ahí surgieron toda una serie de proyectos conjuntos de cara a Siria, organizados por la Iglesia católica romana en Rusia y el Patriarcado de Moscú. Así, en abril de 2016 y con la participación de ACN, una delegación conjunta ortodoxo-católica hizo un viaje para visitar a refugiados en el valle de Bekaa y para reunirse con representantes de las iglesias locales en Líbano y Siria.

Acabo de volver de otro viaje al Líbano, en cuyo marco el Metropolita Hilarión se ha reunido con importantes representantes de las confesiones allí presentes. Desde Rusia vino también Mons. Kirill Klimovich, Obispo de la diócesis católico-romana de Irkutsk. En un primer plano se hallaba la creación de un banco de datos para documentar la destrucción de la «infraestructura espiritual». Además se piensa también en la reconstrucción de santos lugares destruidos por el ISIS y en una ayuda directa para la infancia y la juventud de dicha región. Sobre esta labor informamos al Papa Francisco y al Patriarca Kyrill.

¿Por qué es tan importante documentar la destrucción?
A ISIS no solo le importa destruir los edificios visibles, sino que desea destruir el «hogar espiritual» de las personas. Todos los símbolos y edificios cristianos significan para los fieles que viven allí un sentimiento de pertenencia, enraizamiento. Quieren destruir a esas personas, con su historia y sus relaciones sociales. A nosotros nos interesa guardar los testimonios de los mártires. Se trata de crímenes que deben ser documentados, sencillamente para que no vuelva a ocurrir en el futuro y se mantenga la memoria. Es decir, deseamos recolectar las experiencias de personas individuales y hacerlas revisar para estar seguros de que las fuentes son verídicas.

ACN celebra estos días también un aniversario: el 13 de octubre de 1992, hace exactamente 25 años, el Padre Werenfried van Straaten viajó por primera vez a Moscú para reunirse con el Patriarca Alexis II. Este fue el comienzo de un programa para la Iglesia ortodoxa rusa. ¿Cómo describiría hoy en día la cooperación?
Hemos conseguido crear una relación de confianza con la Iglesia ortodoxa a diferentes niveles. Hemos superado las dificultades, y estoy muy contento sobre la forma actual de cooperación. Estoy seguro de que nuestra actividad pasada contribuyó a hacer posible el encuentro de La Habana. Ahora, nuestra principal tarea consiste en llevar La Habana a la práctica. Por ello hemos constituido un grupo mixto de trabajo, formado por católicos rusos, la Iglesia ortodoxa rusa y nuestra Fundación. La labor de dicho grupo está acompañada, por el lado católico, por el Arzobispo de Moscú Paulo Pezzi; por el lado ortodoxo, por el Metropolita Hilarión, Presidente del Departamento de Relaciones Exteriores, y por nuestra parte por Johannes Heereman, Presidente Ejecutivo de la Fundación.

¿Con qué resultado?
Junto a las acciones en Oriente Próximo, ofrecemos por ejemplo ayudas muy concretas para mujeres que se encuentran en situaciones críticas, que están sometidas a violencia doméstica o que han caído en otra situación de necesidad o acoso, y que precisan espacios protegidos porque se han decidido a no abortar. Para nosotros es importante reforzar los valores cristianos como la familia o la protección de la vida. También promovemos el intercambio de experiencias entre católicos y ortodoxos; por ejemplo, a San Petersburgo se trasladó una delegación de Italia y Portugal, para intercambiar ideas con profesionales ortodoxos rusos sobre la drogodependencia. La plataforma para ello fue el seminario católico de San Petersburgo. Estuvo presente el pro-rector del seminario ortodoxo y de la academia, así como numerosos sacerdotes ortodoxos con una formación profesional en medicina y psicología que conocen muy bien la materia. Para nosotros, esto es un símbolo de un ecumenismo vivo al servicio de las personas y siguiendo el espíritu de una responsabilidad conjunta.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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